13 de septiembre de 2018

La condesa sangrienta

Autora: Alejandra Pizarnik                                                                          Editorial: Libros del Zorro Rojo                                                                    
Nº páginas: 60


"Pero, ¿quién es la Muerte? Es la Dama que asola y agosta cómo y dónde quiere. Sí, y además es una definición posible de la condesa Báthory. Nunca nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir. Por eso, tal vez, representaba y encarnaba a la Muerte. Porque, ¿cómo ha de morir la Muerte?"
(fragmento)

Alejandra Pizarnik nos cuenta de forma breve y poética, algo de la historia de Erzébet Bathorymás conocida como la condesa sangrienta. Emparentada literariamente con el Conde de Lautréamont y André Breton, amiga de Cortázar y Octavio Paz, artista y escritora… Alejandra Pizarnik vivió rápido, murió joven y nos dejó una obra tensa, inquietante, angustiosa a veces, pero bella. Bellísima. Cargada de simbolismos y marcada por su fascinación por la muerte, el surrealismo, la nostalgia, el silencio, el dolor y la infancia perdida.

La vida y la obra de la escritora argentina parecen transcurrir siempre al borde del abismo, rozando la transgresión, tanteando el milagro, acariciando el suicidio. Insegura de su vocación (inseguridad que le acompañara a lo largo de toda su existencia), AlejandraPizarnik coquetea con el periodismo y la filosofía ingresando en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, aunque poco después decide que su lugar se encuentra en la Escuela de Periodismo de la calle Libertad. Finalmente son las letras (y la pintura) las que terminan por conquistarla, pese a todas sus dudas.

       

"La condesa sangrienta" (1971) es una de sus últimas obras, y una de las pocas en prosa, que versa sobre la vida de la condesa Erzsébet Báthory, personaje siniestro donde los haya, medio vampiresa, medio mujer fatal. Cuenta la leyenda que la hermosa condesa, allá en su castillo de los Cárpatos fue la responsable de la muerte de seiscientas cincuenta jóvenes en cuya sangre se bañaba para alejar a cualquier precio la vejez. A partir de estos hechos Alejandra Pizarnik construye una especie de reino subterráneo repleto de rituales, magia negra, torturas y sadismo, pero la verdadera intención de Pizarnik al escribirla fue demostrar cómo tras los mitos más horrendos y depravados luce en ocasiones una extraña belleza. Para ello, la autora se centra sobre todo en la belleza convulsa del personaje logra crear, con su personal lenguaje literario, un ensayo-poema-novela complicado, un retrato oscuro y perturbador sobre la perversión y la locura.

         

Santiago Caruso leyó "La condesa sangrienta cuando era un adolescente y quedó impresionado por su gran fuerza. Años después, la editorial Libros del Zorro Rojo decidió rescatar este texto y para ello encargaron las imágenes a Caruso, que ya había trabajado con la editorial ilustrando "El horror de Dunwich", de H.P. Lovecraft. El ilustrador argentino ha sabido recrear con sus magníficas estampas no sólo los pormenores de la historia, sino también los atroces sentimientos que la gobiernan.

        

Rescatada en 2009 por la editorial "Libros del Zorro Rojo", esta pequeña joya nos ofrece una versión exquisita de la obra, bellamente ilustrada en negro y rojo por el también argentino Santiago Caruso quien con enorme maestría traduce en imágenes toda la potencia literaria y el simbolismo de Pizarnik. Con un estilo cargado de buena técnica, detalles y temas oscuros que nos recuerda a los grabados de Goya o los infinitos mundos de El Bosco. 

        
                                                                                                                                                        Las ilustraciones de Santiago Caruso, son una preciosa y macabra representación del texto de Alejandra, mostrándonos la oscuridad y depravación del mundo creado en torno a La Condesa Sangrienta.

"Tapizada con cuchillos y adornada con filosas puntas de acero, su tamaño admite un cuerpo humano; se la iza mediante una polea. La ceremonia de la jaula se despliega así: La sirvienta Dorkó arrastra por los cabellos a una joven desnuda; la encierra en la jaula; alza la jaula. Aparece la “dama de éstas ruinas”, la sonámbula vestida de blanco. Lenta y silenciosa se sienta en un escabel situado debajo de la jaula.

Rojo atizador en mano, Dorkó azuza a la prisionera quien, al retroceder -y he aquí la gracia de la jaula-, se clava por sí misma los filosos aceros mientras su sangre mana sobre la mujer pálida que la recibe impasible con los ojos puestos en ningún lado. Cuando se repone de su trance se aleja lentamente. Han habido dos metamorfosis: su vestido blanco ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadáver".
(fragmento)






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