"El rayo invisible" tiene el valor añadido de contar con dos monstruos del cine de terror de la época: Bela Lugosi y Boris Karloff. Para este servidor, esto ya sería más que suficiente como para darle una oportunidad pero es bien cierto que la cinta contiene más cosas que deben de ser tenidas en cuenta. Dirigida por el semi-desconocido, aunque de extensa filmografía, Lambert Hillyer, este recomendable producto de los estudios Universal se benefició de los efectos visuales del mítico John P. Fulton (El doctor Frankenstein, El hombre invisible o Los diez mandamientos) y la dirección artística de Albert S. D’Agostino (La séptima víctima, El regreso de la mujer pantera, El ladrón de cadáveres, El extraño o Cara de ángel).
"El poder invisible" se adentra en el campo de la ciencia ficción prescindiendo de las figuras de terror clásicas, resultando un soplo de aire fresco entre tanto refrito. Eso sí, para el proyecto se contó con los dos actores más representativos del cine de terror de esos años y que mejores réditos le supuso a los estudios Universal. La historia nos presenta al Dr. Janos (Boris Karloff), que ha descubierto un poderoso y nuevo elemento bautizado como Radium X y que podría suponer un gran avance para la humanidad. Tras una expedición al África en busca del extraño elemento el "loco" doctor se contamina con la sustancia y cuando retorna a París enloquece al sentirse traicionado por todos, incluido el eminente Dr Benet con quien mantiene más de una diferencia profesional por el adecuado uso del Radium X, e inicia una cadena de asesinatos que tendrá por víctimas a los demás miembros de la expedición.
La película en su conjunto es más que interesante y presenta una serie de elementos que más adelante en la década de los años 50 abundaría en el cine, cobrando protagonismo la ciencia y la ética de su uso, con el siempre inquietante trasfondo de la era atómica que tanto influyó en las producciones de esos años. De esta forma, la película intenta exponer que el peligro no es el descubrimiento en sí, sino que depende de los hombres y el uso que le den (Benet la usará para curar miles de enfermos, mientras Janos solo sabrá utilizarla con fines egoístas y dañinos). Un discurso que unido a unos personajes con cierta profundidad, dotan a la obra de una mayor trascendencia e interés de la que le presuponía en un inicio. Boris Karloff como casi siempre cuaja una buena actuación y su torturado personaje tiene varios momentos destacables a lo largo de la historia. Por parte de Lugosi, sorprende por su contención, dejando de lado su sobreactuacion y tics de los que hizo gala en tantas otras ocasiones.
La película en su conjunto es más que interesante y presenta una serie de elementos que más adelante en la década de los años 50 abundaría en el cine, cobrando protagonismo la ciencia y la ética de su uso, con el siempre inquietante trasfondo de la era atómica que tanto influyó en las producciones de esos años. De esta forma, la película intenta exponer que el peligro no es el descubrimiento en sí, sino que depende de los hombres y el uso que le den (Benet la usará para curar miles de enfermos, mientras Janos solo sabrá utilizarla con fines egoístas y dañinos). Un discurso que unido a unos personajes con cierta profundidad, dotan a la obra de una mayor trascendencia e interés de la que le presuponía en un inicio. Boris Karloff como casi siempre cuaja una buena actuación y su torturado personaje tiene varios momentos destacables a lo largo de la historia. Por parte de Lugosi, sorprende por su contención, dejando de lado su sobreactuacion y tics de los que hizo gala en tantas otras ocasiones.
En los films protagonizados por el dúo Karloff & Lugosi ambos alternaban el protagonismo; en algunas
películas, el malvado era Lugosi y en otras, lo era Karloff. Sin embargo, en el caso de El poder invisible, aunque el papel del «mad doctor» Janos Rukh corre a cargo del genial Boris, lo cierto es que
Lugosi, y en general todos los participantes de la trama, traicionan al científico, robándole y atribuyéndose un descubrimiento que no le pertenece (en el caso de Lugosi) o enamorándose de otro hombre (en el caso de su esposa, papel interpretado por la actriz Frances Drake). De hecho, al comienzo Janos Ruhk se nos presenta como un visionario lleno de buenas intenciones y que desea utilizar su descubrimiento por el bien de la humanidad. Sin embargo, al sentirse traicionado por todos, será cuando decidirá emprender contra todos ellos una cruenta y terrible venganza.
Pese a la celeridad propia de este tipo de producciones (El poder invisible se filmó en tan solo treinta y seis días), la concisión actúa en beneficio de la historia. Incluso los decorados, con frecuencia reutilizados de otras filmaciones, permiten destacar la imagen cautivadora del refugio del científico, en plenas montañas de los Cárpatos, así como el interior del mismo. Lambert Hillyer, especialista en westerns, nos presenta un película ágil, apasionante, pequeña pero grande a la vez, de realización sobria, casi minimalista pero muy eficaz en el tratamiento del suspense, que nos ofrece además un argumento evidentemente muy original y en algunos momentos apasionante.
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