(The Light Between Oceans) 2016
Director: Derek CianfranceReparto: Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, Bryan Brown, Anthony Hayes, Caren Pistorius, Leon Ford, Benedict Hardie, Florence Clery.
Guión: Derek Cianfrance
Fotografía: Adam Arkapaw
Con "Blue Valentine" (2010) y "Cruce de caminos" (2013) Derek Cianfrance atrajo la atención del respetable con sendos melodramas con un denominador común, tratar de mostrarnos ese desgarrador sentimiento de culpa que afecta a la relaciones sentimentales. Con "La luz entre los océanos", Cianfrance lo ha vuelto a hacer. Con menos aciertos que sus antecesoras, pero con la misma capacidad de asombrarnos y de llevarnos al borde de las lagrimas, Cianfrance nos presenta una historia donde la culpa, el perdón y el verdadero amor navegan en un ambiente tenso, lleno de cuestionamientos morales sobre qué es lo correcto e incorrecto en esta historia, que a veces resulta un poco lenta y en ocasiones demasiado melodramática para mis espartanos gustos.
Basada en la novela de M.L Stedman, la historia arranca cuando Tom Sherbourne (Michael Fassbender), un veterano de la Primera Guerra Mundial, decide irse a cuidar un faro en una isla remota. Necesita soledad y reencontrarse consigo mismo luego de ser partícipe de tanto dolor y violencia. La amargura de la guerra parece desvanecerse cuando conoce a Isabel (Alicia Vikander), una joven extrovertida y resuelta que llamará rápidamente su atención. El amor no tardará en surgir entre ambos, lo que aliviará la angustia existencial del traumatizado Tom. Pero sus vidas cambiaran radicalmente cuando la pareja, que sufre por la imposibilidad de tener hijos, descubra un bote en la costa en cuyo interior yacen un hombre muerto y un bebé. Tom e Isabel decidirán criar al niño sin informar a las autoridades. Pero, la fatalidad no tardará en llegar cuando descubran que Hannah (Rachel Weisz) la madre biológica del bebé está viva.
Rodeada con la excelente fotografía de Adam Arkapaw, que logra capturar a la perfección los paisajes de Nueva Zelanda y las dos caras del océano: aquel que produce infinita paz y tranquilidad y ese otro que se transforma en un mar turbulento y violento. Cianfrance se toma su tiempo para mostrarnos un conflicto moral propio de una época pasada. Su obra funciona convenientemente en el universo fílmico que ha construido con la meticulosidad de un relojero, pasando de la felicidad a la tristeza y viceverza para explotar el melodrama sin despeñarse en sus excesos, aunque en ocasiones lo roce peligrosamente.
Tal vez pudo haberse ahorrado algo de metraje, sobre todo en el epílogo, donde su afán de conmover por poco le cuesta todo el esfuerzo, pero lo cierto es que Cianfrance, consigue hacer que los tormentos y la desolación interior que viven Tom, Isabel y Hannah tengan sus espejos visuales en los paisajes y las tonalidades grisáceas que dominan su paleta de colores. La contraposición de encuadres abiertos y cerrados es también un espejo del conflicto moral de los personajes. Y la resignación de Tom a aceptar los deseos de su esposa y de incluso acatar como propias todas las responsabilidades, a pesar de las incongruencias y desvaríos de ella, es una forma de acentuar los elementos melodramáticos y de tensar los hilos de la tragedia.
En definitiva, sin ser una de sus mejores películas, se puede ver y prepararse a derramar unas lágrimas bien merecidas.