4 de junio de 2017

Los implacables


(The Tall Men) 1955
Director: Raoul Walsh                                                                                               Reparto: Clark Gable, Jane Russell, Robert Ryan, Cameron Mitchell, Juan García,Harry Shannon, Emile Meyer, Stevan Darrell, Robert Adler, Frank Baker,Rudy Bowman, Chet Brandenburg, Argentina Brunetti. Guión: Frank S. Nugent, Sydney Boehm
Fotografía: Leo Tover


Seguramente no hay género cinematográfico más genuino que el Western, puesto que no es tributario del teatro, la literatura o la música, como lo son otros géneros. El Western es cine en estado puro, y los esquemas y guiones que sirvieron para cimentar los grandes títulos del genero, se siguen utilizando hoy en día. Bajo la figura de un vaquero o un pistolero cuya caracterización incluye una vestimenta típica, su revolver y su fiel compañero el caballo nos encontramos con títulos insustituibles del cine como; "El hombre que mató a Liberty Valance", "El sargento negro", "Río Bravo", "Centauros del desierto", "Tambores lejanos", "Grupo salvaje" o la que traemos hoy aquí, "Los implacables".

"Los implacables" es probablemente el mejor de los westerns que realizó el viejo maestro a lo largo de su prolífica carrera, pero también es la obra que sintetiza (al margen de épocas y géneros) lo más válido y apreciable de su cine. Un western admirable, directo, tosco si se quiere, pero pleno de una, tan sorprendente como elegante mezcla de clasicismo, vitalidad, poesía, erotismo y humor. Esta es una espléndida muestra del buen oficio de Raoul Walsh para mostrarnos no solo las aventuras y desventuras de unos personajes que trasladan ganado cruzando territorio indio, sino que también realiza un examen psicológico exhaustivo de los mismos, distinguiendo entre aquellos que ansiaban el poder y la gloria, y los que sólo querían ganar unas onzas de oro para poder retirarse y vivir tranquilamente. A parte de esta distinción, Walsh aprovecha para hacer un estudio sobre la codicia y la repercusión que ésta puede tener sobre los principios de un ser humano y por si fuese poco, el equipo técnico, con Walsh al frente, filman unos paisajes como pocas veces se ha visto en un western, mostrando la grandeza del continente americano frente a la insignificancia del Hombre.

Raoul Walsh nos presenta a dos hermanos que transitan por el territorio mítico del western. Son Ben (Clark Gable) y Clint Allison (Cameron Mitchell) que se hallan en tierras de Montana, más que para ultimar algún negocio, para explorar nuevos territorios en previsión de "lo que salga". Su condición aventurera queda de manifiesto cuando intercambian objetos de la guerra (recuerdos yanquis) para sufragar el alojamiento de sus monturas. Tras intentar robar al ambisioso Nathan Stark (Robert Ryan), el tipo muy hábilmente les propone ganarse una buena cifra ayudándole a trasladar unas cabezas de ganado hasta Montana, en vez de convertirse en forajidos perseguidos por la ley. Los hermanos aceptan y emprenden su camino para llegar al sitio desde el cual llevaran el ganado. En el trayecto, son azotados por una brutal tormenta y consiguen resguardarse en un refugio donde conoceran a Nella (Jane Russell) una joven que llama la atención de Ben y Nathan.

“Los Implacables” está protagonizada por personas endurecidas, que habitan un entorno en el que un tipo colgado de un árbol es sinónimo de civilización, y escapar de ella implica el riesgo de poder perder la cabellera. Desde sus primeras secuencias, Walsh advierte al espectador que sus personajes deambulan por un Oeste Salvaje, en el que sólo los Hombres Altos (Tall Men) sobreviven y triunfan. Una vez presentado este punto de partida, el director americano permite que sus dos protagonistas (Clark Gable y Robert Ryan) se enfrenten a lo largo del metraje para vislumbrar quién de los dos es el modelo de Hombre Alto a seguir. Pero sera Nella quién decide por ellos, ya que es quien realmente busca en su interior la respuesta. Quiere un hombre como Ben, que tenga las ambiciones de Nathan, pero sabe que eso no es posible. Por un lado, mantiene una fría relación de conveniencia con el personaje interpretado por un excepcional Robert Ryan; por el otro, exhibe la manta que Ben le regala al principio del film, indicándole que todavía está a tiempo de conseguir su amor si cambia de actitud.

Ni que decir tiene que un personaje más, tan corpóreo como el resto, es el paisaje, realzado por medio del cinemascope, ya sea en las nevadas laderas de Montana, eventualmente salpicadas por cabañas capaces de acoger a los viajeros desperdigados, como a lo largo del trayecto por el agreste escenario de Texas. La posterior emboscada india en un cañón participa de esa plasticidad visual. La forma de sostener el plano general de Walsh, redunda siempre en beneficio del relato, proporcionando a la imagen una cualidad de ritmo y dinamismo que no se podría haber conseguido fraccionando la secuencia (algo a lo que estamos demasiado habituados en la actualidad).

Todo este recorrido, por instantes de una belleza casi mineral y potenciado por el bellísimo tema musical de Victor Young, es narrado por Walsh con la sencillez y la sabiduría de un pionero del cine, utilizando con magisterio la pantalla ancha tanto en las imponentes secuencias exteriores definidas en grandes y nítidos planos generales, como en aquellos momentos en los que la disposición de los actores dentro del encuadre es determinante para vislumbrar el sentido de sus escenas. Al propio tiempo, "Los implacables" goza de una perfecta dosificación de su ritmo ascendente, que permitirá que el espectador vaya conociendo y apreciando a sus personajes, de los que se desprenden matices ambivalentes, complejos y perfiles psicológicos de aparente sencillez y auténtica hondura. En su conjunto, puede decirse que (aunque aún restaban varios años para concluir su extensa trayectoria como director), fue este uno de los cantos de cisne de un hombre para el que la sencillez cinematográfica estaba apalabrada con una verdadera maestría.

Nada sobra, ni nada falta en este western, perfectamente equilibrado entre el drama y la comedia, entre la acción y las escenas relajadas, entre la profesionalidad y la honradez del personaje de Ben Allison (Clark Gable) y el cinismo y la falta de escrúpulos de Nathan Stark (Robert Ryan). A medias, entre ambos, Nella Turner (Jane Russell), la mujer con una infancia miserable en un pequeño rancho, cuyos sueños coinciden con el pragmatismo de Stark, pero cuyos sentimientos están más cerca del valiente y resuelto Ben Allison, el hombre que le ha salvado la vida y a quien provoca descaradamente exhibiendo la manta india sobre la que ambos pasaron su primera y única noche de amor.

La realización de Walsh es de una soltura y entusiasmo por lo que está haciendo, que se palpa en cada escena: la dirección de actores (nunca estuvieron más metidos en su papel Gable, Ryan y la Russell que en esta ocasión), la vitalidad de las escenas, las escenas intimistas de Jane Russell con Clark Gable y Robert Ryan, con su erotismo primitivo y a la vez sutil, la espléndida fotografia de Leo Tover, aprovechando al máximo los bellísimos y variados paisajes y, finalmente, la elegante y a veces también irónica música de Victor Young hacen de "Los implacables" un espectáculo y una aventura inolvidable. Un film, sobre todo, sorprendentemente vivo en el que apenas se nota el más de medio siglo transcurrido desde su realización. Casi se diría que ha ganado con los años. Está claro que el tiempo no pasa para las obras maestras.


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