17 de septiembre de 2017

Paterson


Paterson (2016)                                                    

Director: Jim Jarmusch                                                                                Reparto: Adam Driver, Golshifteh Farahani, Kara Hayward, Sterling Jerins, Luis Da Silva Jr., Frank Harts, William Jackson Harper.                                 Guión: Jim Jarmusch
Fotografía: Frederick Elmes

Tras sufrir unas cuantas decepciones con sus ultimas películas, Jarmusch regresa con una película que me vuelve a reconciliar con su cine. Con "Paterson" el director crea una oda al artista. Un estudio del alma del genio que construye su legado desde la austeridad de lo sencillo.
Jarmusch, siempre interesado en los mundos sutiles e interiores, plantea una narración sencilla para contagiarnos de poesía. Un arte que se crea a partir de la observación y la sensibilidad que nace de la comunión del individuo con su entorno. Para ello, se centra en recrear el contexto y rutina de Paterson un conductor de autobús que vive en Paterson (“Nueva Jersey”). Cada mañana se levanta temprano y ejecuta la misma rutina: sin utilizar el despertador se despierta y consulta su reloj de muñeca, da un beso a su mujer, su amada Laura (Golshifteh Farahani), desayuna, camina hasta su lugar de trabajo, conduce el autobús y escribe en una libreta algunos poemas. Por la noche pasea al perro (Marvin, un personaje más de la función) y visita el bar de su amigo, en donde se rinde homenaje a figuras clave de la ciudad, se toma una cerveza y otra vez de vuelta a casa. Paterson, poeta en su tiempo libre, vive tranquilo en su cotidiana existencia. Las repeticiones marcan su diario discurrir, y su único compromiso es escribir unos poemas que proyectan su visión del mundo, mientras vive una bella historia de amor junto a su mujer.


Descrito de esta forma, todo parece carecer del componente sugerente que un film necesita, y tal vez espante a más de uno. Sin embargo, la realidad es justo la contraria. "Paterson" es una película llena de vida donde cada minuto está rodado con gusto y sentido, con una sensibilidad especial que no separa lo inusual de lo rutinario porque ambas cosas existen y merecen ser descritas. Lejos de resentirse el ritmo de la obra, esta es una característica definitoria de la misma. Sin prisa pero sin pausa, sin trivialidades pero tampoco con excentricidades, la película va abriendo su corazón y nos desvela una historia pura y honesta.
La película es una crónica en minúsculas de siete días de vida de este hombre y sus circunstancias, una joven esposa llena de encanto, imaginación y sueños que comparte con una vitalidad y una espontaneidad comparables en trazo poético a los de Paterson. El resto es sencillez, simpleza y cotidianidad, pero Jarmusch ha querido exprimir estos aspectos para sacarle el jugo, para sacar a relucir la belleza de la realidad, de las pequeñas cosas, que al final suelen ser las más hermosas e incluso extraordinarias.


Película maravillosa, nutritiva y que Jarmusch nos la presenta con el máximo gusto, cuidando el detalle de repetir sin agotar, de emocionar sin ensortijarse, de filmar y escribir con la idea de que salten (sin crepitar) todas esas emociones y sentimientos que lamentablemente suelen pasar desapercibidos todos los días de nuestra vida.


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