(House of Strangers) 1949 Director: Joseph L. Mankiewicz Reparto: Edward G. Robinson, Susan Hayward, Richard Conte, Luther Adler, Paul Valentine, Efrem Zimbalist Jr. Debra Paget, Hope Emerson. Guión: Philip Yordan (Novela: Jerome Weidman) Fotografía: Milton Krasner.
Entre finales de los 40 y principio de 50, Joseph L. Mankiewicz reino con todo el derecho en Hollywood; fue nominado en 28 ocaciones y obtuvo 10 Óscars, con titulos como; "Carta a tres esposas" (1949): 2 Oscars: mejor director y mejor guión, además de 3 nominaciones; la grandiosa "Eva al desnudo" (1950): 6 Oscar, incluyendo mejor película, director y guión original, más 14 nominaciones y por si eso fuese poco, ese mismo año el maestro Mankiewicz también fue nominado al mejor guión en "Un rayo de luz", sin olvidarnos de titulos que se vieron nominado o premiados como; "El fantasma y la señora Muir" (1947), "Operación Cicerón" (1952), "Julio César" (1953) o "La condesa descalza" (1954). Todo un logro en su brillante carrera que curiosamente está "manchada" con una de las típicas injusticias de la Academia, no haberle nominado por su labor en "Odio entre hermanos" (1949), magistral obra que suele quedar injustamente en un segundo plano cuando se habla de la obra de Mankiewicz, pero que poco o nada tiene que envidiar al film protagonziado por Bette Davis y sí es superior a los otros films citados. Con un excelente guión del gran Philip Yordan (el escritor de films tan apasionantes como "Johnny Guitar" (1954) de Nicholas Ray, "Agente especial" (1955) de Joseph H. Lewis, o "El hombre de Laramie" (1955) y ayudado por el propio Mankiewicz, el director y guionista nos presenta su negrísima visión de la institución familiar, en una historia de deseo y amor (por este orden) compleja y estimulante.
Con una solida realización y unos brillantisimos diálogos (marca de fabrica del director) "Odio entre hermanos" nos hace conocer a Max (Richard Conte). Nos enteramos que acaba de salir de la cárcel. Que lleva siete años encerrado… Y que siente un especial resentimiento contra sus tres hermanos. Se nos va dosificando la información. Su padre (el gran Edward G. Robinson) ausente y omnipresente en varios retratos, era dueño de un banco que ahora regentan los tres hermanos. Max llega exigiendo a sus hermanos el tiempo perdido. Y se percibe desde el principio una tensión insoportable. También descubrimos a Irene (Susan Hayward), una mujer ajena a la familia que ama a Max y le ha esperado. Una mujer que trata de que Max expulse todo el odio que tiene acumulado en su interior y a escapar de la influencia tan destructiva del padre.
Con una prodigiosa escena Mankiewicz nos introduce en un flashback para sumergirnos en un drama familiar con aires de cine negro y gotas de melodrama donde la personalidad arrolladora del padre, un italoamericano que se ha hecho a sí mismo, influye de manera nefasta en sus cuatro hijos. El realizador, que decía que Ernst Lubitsch le enseñó todo lo que no hay que hacer en una película, lo contextualiza en un drama familiar con resonancias Shakesperianas y bíblicas. Diálogos afilados, acerados, dañinos como armas arrojadizas son disparados por unos actores en verdadero estado de gracia, en especial la arrolladora interpretación de Edward G. Robinson. Con una controlada intensidad el actor logra que su Gino Maretti sea adorable y odioso al mismo tiempo.
"Odio entre hermanos" nos permite disfrutar de todos los matices interpretativos de un Edward G. Robinson espectacular, muy bien acompañado por la contención de Richard Conte. El personaje de Conte tiene unos diálogos para enmarcar con Irene (una de las reinas del melodrama, Susan Hayward), la mujer que ama. Los secundarios para quitarse el sombrero como la enorme Hope Emerson, una jovencísima Debra Paget o una mamma italiana sufridora con el rostro de Esther Minciotti... Es tan poderoso el personaje de Gino que Mankiewicz se encarga de hacerlo si cabe más presente cuando aquel ya está muerto, y lo consigue con la presencia de un retrato de Gino que parece tener vida propia única y exclusivamente por el encuadre en el plano. Tanto en el prólogo como en el epílogo, y sobre todo en la secuencia del velatorio, Gino parece estar hablando. La fotografía, en magnífico blanco y negro, obra de Milton Krasner, acentúa la tensión de dichos instantes y oscurece el relato.
No sobra ni una secuencia, ni un plano, todo lo que nos muestran contiene información ya sea para el devenir de la trama o para perfilar los personajes o en la mayoría de los casos, para ambas... hay ritmo, la verdad es que con películas así no sé muy bien que destacar porque todo tiene tal nivel que cualquier detalle es digno de mención. "Odio entre hermanos" es una obra cinematográfica más olvidada que otras entre la filmografía de Mankiewicz. Y es una buena sorpresa recuperarla. Aunque sólo sea para disfrutar cómo se emplea (y cómo se plasma) de manera magistral un flashback.
Entre finales de los 40 y principio de 50, Joseph L. Mankiewicz reino con todo el derecho en Hollywood; fue nominado en 28 ocaciones y obtuvo 10 Óscars, con titulos como; "Carta a tres esposas" (1949): 2 Oscars: mejor director y mejor guión, además de 3 nominaciones; la grandiosa "Eva al desnudo" (1950): 6 Oscar, incluyendo mejor película, director y guión original, más 14 nominaciones y por si eso fuese poco, ese mismo año el maestro Mankiewicz también fue nominado al mejor guión en "Un rayo de luz", sin olvidarnos de titulos que se vieron nominado o premiados como; "El fantasma y la señora Muir" (1947), "Operación Cicerón" (1952), "Julio César" (1953) o "La condesa descalza" (1954). Todo un logro en su brillante carrera que curiosamente está "manchada" con una de las típicas injusticias de la Academia, no haberle nominado por su labor en "Odio entre hermanos" (1949), magistral obra que suele quedar injustamente en un segundo plano cuando se habla de la obra de Mankiewicz, pero que poco o nada tiene que envidiar al film protagonziado por Bette Davis y sí es superior a los otros films citados. Con un excelente guión del gran Philip Yordan (el escritor de films tan apasionantes como "Johnny Guitar" (1954) de Nicholas Ray, "Agente especial" (1955) de Joseph H. Lewis, o "El hombre de Laramie" (1955) y ayudado por el propio Mankiewicz, el director y guionista nos presenta su negrísima visión de la institución familiar, en una historia de deseo y amor (por este orden) compleja y estimulante.
Con una solida realización y unos brillantisimos diálogos (marca de fabrica del director) "Odio entre hermanos" nos hace conocer a Max (Richard Conte). Nos enteramos que acaba de salir de la cárcel. Que lleva siete años encerrado… Y que siente un especial resentimiento contra sus tres hermanos. Se nos va dosificando la información. Su padre (el gran Edward G. Robinson) ausente y omnipresente en varios retratos, era dueño de un banco que ahora regentan los tres hermanos. Max llega exigiendo a sus hermanos el tiempo perdido. Y se percibe desde el principio una tensión insoportable. También descubrimos a Irene (Susan Hayward), una mujer ajena a la familia que ama a Max y le ha esperado. Una mujer que trata de que Max expulse todo el odio que tiene acumulado en su interior y a escapar de la influencia tan destructiva del padre.
Con una prodigiosa escena Mankiewicz nos introduce en un flashback para sumergirnos en un drama familiar con aires de cine negro y gotas de melodrama donde la personalidad arrolladora del padre, un italoamericano que se ha hecho a sí mismo, influye de manera nefasta en sus cuatro hijos. El realizador, que decía que Ernst Lubitsch le enseñó todo lo que no hay que hacer en una película, lo contextualiza en un drama familiar con resonancias Shakesperianas y bíblicas. Diálogos afilados, acerados, dañinos como armas arrojadizas son disparados por unos actores en verdadero estado de gracia, en especial la arrolladora interpretación de Edward G. Robinson. Con una controlada intensidad el actor logra que su Gino Maretti sea adorable y odioso al mismo tiempo.
"Odio entre hermanos" nos permite disfrutar de todos los matices interpretativos de un Edward G. Robinson espectacular, muy bien acompañado por la contención de Richard Conte. El personaje de Conte tiene unos diálogos para enmarcar con Irene (una de las reinas del melodrama, Susan Hayward), la mujer que ama. Los secundarios para quitarse el sombrero como la enorme Hope Emerson, una jovencísima Debra Paget o una mamma italiana sufridora con el rostro de Esther Minciotti... Es tan poderoso el personaje de Gino que Mankiewicz se encarga de hacerlo si cabe más presente cuando aquel ya está muerto, y lo consigue con la presencia de un retrato de Gino que parece tener vida propia única y exclusivamente por el encuadre en el plano. Tanto en el prólogo como en el epílogo, y sobre todo en la secuencia del velatorio, Gino parece estar hablando. La fotografía, en magnífico blanco y negro, obra de Milton Krasner, acentúa la tensión de dichos instantes y oscurece el relato.
No sobra ni una secuencia, ni un plano, todo lo que nos muestran contiene información ya sea para el devenir de la trama o para perfilar los personajes o en la mayoría de los casos, para ambas... hay ritmo, la verdad es que con películas así no sé muy bien que destacar porque todo tiene tal nivel que cualquier detalle es digno de mención. "Odio entre hermanos" es una obra cinematográfica más olvidada que otras entre la filmografía de Mankiewicz. Y es una buena sorpresa recuperarla. Aunque sólo sea para disfrutar cómo se emplea (y cómo se plasma) de manera magistral un flashback.