21 de agosto de 2018

Inka Essenhigh


La metamorfosis del color         


Convertir las preocupaciones de la realidad en argumentos de la creación artística es algo habitual en nuestros días. Sin embargo los soportes de expresión más generalizados no suelen ser los tradicionales, como la pintura. Y aquí reside la peculiaridad del trabajo de Essenhigh. Retorna a unos cauces plásticos tradicionales, pero también a la reinserción de la pintura en los márgenes de una narratividad alegórica. El resultado es una especie de reciclaje plástico y semántico.


Entre lo surrealista y lo abstracto, entre lo real y lo onírico, así es la intrigante, inquietante y hasta ondulante si quieren obra de Inka Essenhigh, una artista a caballo entre la tenebrosidad de Heinrich Füssli, la locura de Bacon y la imaginación de Dalí y unas gotitas de Moebius. Todo un calidescopio de sensaciones y estados.


En las pinturas de Essenhigh y sus obras sobre papel, se aprecian figuras que atraviesan etapas diversas, como si estuvieran en proceso de metamorfosis: tentáculos que se enrollan alrededor de las coronas de plumas, referencias mitológicas, que provocan la familiaridad del espectador. Gran parte de su obra está realizada en un único color, explotando al máximo su gama tonal e intensificando el uso del claroscuro que a su vez apuntala la entidad volumétrica de las figuras; unas figuras que, como en Bacon o en Siqueiros, parecen metamorfosear parte de su anatomía en una especie de llama, como si fuese el producto de un movimiento arrebatador cuyo momento más álgido se ofrece al espectador.


Nacida en Pennsylvania y afincada en Nueva York, la obra de Inka Essenhigh nos muestran escenas fantásticas de significados nada evidentes, ya que las figuras, capturadas siempre en tránsito, parecen el resultado de unas metamorfosis que las convierten en signos abstractos. Además el uso del esmalte contribuye a instituir un tono preciosista que los fondos monocromos planos y el dibujo cercano al cómic norteamericano y al manga japonés, terminan de ratificar esa cesación onírica al incrédulo espectador de estar ante una pintura que a primera vista parece el resultado de una mente fabuladora, pero que al ahondar en su sentido narrativo desvela que se trata de una visión de la realidad como pesadilla.















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