24 de noviembre de 2018

Los amantes

(Les amants) 1958                                                                                      Director: Louis Malle                                                                                Reparto: Jeanne Moreau, Alain Cuny, Jean-Marc Bory, Judith Magre, Gaston Modot, José Luis de Vilallonga, Michèle Girardon.                            Guión: Louis Malle, Louise de Vilmorin                                            Fotografía: Henri Decae


Son varias las razones para volver a ver "Les amants" de Louis Malle; porque este mes se cumple 60 años de su estreno; por el irrenunciable placer de ver la dura y carnal belleza de la gran Jeanne Moreau; por la magnífica fotografía de Henri Decae y la última y no menos importante razón es que tal día como hoy nacía el camarógrafo, guionista, documentalista y director de cine francés Louis Malle, un transgresor e impertinente realizador, que abordaba sus trabajos desde el ataque a todo lo establecido, y con una predilección por el retrato de las mujeres como eje de las relaciones humanas.
La película nos narra la historia de aburrimiento e insatisfacción de Jean Tournier (Jean Moreau), casada con Henri (Alain Cuny) un frío, distante y desatento propietario de un diario de provincias. Para divertirse viaja a París con frecuencia, donde se hospeda en casa de su amiga Maggy (Judith Magre) y se entretiene con un playboy español, jugador de polo, Raúl (J.L. de Vilallonga). Sin embargo, pese a su doble vida Jeanne sigue insatisfecha, pero todo cambia cuando un día se le estropea el coche en uno de sus trayectos entre la capital y el campo y un joven la ayuda a llegar a su hogar. Este breve encuentro le hará recapacitar y plantearse la posibilidad de comenzar de nuevo su estilo de vida.

La dirección condensa en 88 minutos un relato cargado de sugerencias memorables, para mostrarnos los prejuicios, la hipocresía y la mediocridad que caracterizan a la alta burguesía del momento a la vez que denuncia la inconsistencia de sus convenciones sociales, su doble moral y el papel de sometimiento al que relega a la mujer. Aboga por la igualdad de géneros. Crítica, con recursos tan sutiles como expresivos, la falsa fidelidad, la descalificación de la seducción femenina o la separación del deber conyugal y el placer. 

El guión incorpora unos diálogos escritos con maestría, que dan vida a un argumento sencillo y potente. La interpretación da paso al protagonismo de Jean Moreau, cuya expresión corporal es antológica. Protagonizando uno de los momentos más destacados de sensualidad, erotismo y pudor, de la historia del cine. 


Todo ello envuelto en la elegante fotografía del ya citado Henri Decae que nos ofrece todo un recital de imágenes que desbordan elegancia, realismo y belleza visual. La iluminación es magistral y la cámara acaricia las imágenes con pudor y suavidad.

En definitiva y tal como dijo el gran François Truffaut, "Los amantes" es "un film apasionante. No es una obra maestra porque le falta un poco de genialidad, pero tiene una libertad, una inteligencia, un tacto, absolutos y un sabor excelente. Se va desarrollando con la espontaneidad de las películas antiguas de Renoir, es decir, experimentamos la sensación de ir descubriendo las cosas a la vez que el cineasta, y no antes o después de que él".




Dariusz Zawadzki


Otros mundos son posibles


Extraños pajarracos de grandes picos, seres desnudos mitad pájaros mitad humanos, deidades ajenas a realidades normales, fantásticos alienígenas de mundos acuáticos o frías y cromáticas máscaras de rostros inertes que emergen de otros mundos, son algunas de las criaturas que surgen de la mente de este extraño artista polaco llamado Dariusz Zawadzki.

      

Zawadzki es un pintor polaco cuya inspiración se centra en las emociones, a menudo extremas, de la gente y el mundo que le rodea. Con una clara inclinación al surrealismo, sus personajes nos acercan a un mundo oscuro y tenebroso a través de una obra con un exquisito gusto del color, así como un sorprendente detalle y un gran talento a la hora de definir volúmenes mediante la iluminación. 


Zawadzki empuña su pincel como pocos. Su sentido del misterio y el uso de una especie de nebulosa iluminación de otro mundo, nos hace recordar a los dispares talentos de Zdzislaw Beksinski y J. William Turner.


Desde su primera infancia Zawadzki se destacó por tener una sensibilidad inusual para con el mundo circundante. Sus obras son ampliamente admiradas por su capacidad de movilizar profundamente a los espectadores, tanto en lo referido a los sentimientos como a las emociones, así como por prestar una gran atención a los detalles pictóricos. Su estilo artístico es excepcional, dentro de la gran tradición de los maestros polacos contemporáneos.


Utilizando pinturas acrílicas y óleos sobre tela o madera Zawadzki construye un imaginario mundo anormal donde el color, la luz, el detalle te hiela la sangre y pulveriza toda conexión con la normalidad. 


Su trabajo se construye con las emociones extremas y el caos reinante de entidades y entornos de corte surrealista; toda una vorágine de sujetos y objetos que se articulan en un cosmos oscuro y tenebroso que te conduce a unos mundos de pesadilla.


A pesar de aterrorizantes, sus obras son admiradas por ser capaces de mover profundamente a los espectadores, con diferentes sentimientos y emociones, así como gran atención a los detalles del diseño. Zawadzki es el cofundador y principal artista de Yogoro Artwork, una página donde se recoge un vademecum incandescente de sus principales obras y, además, es uno de los 50 artistas que componen el libro Metamorfosis 2, una colección de arte figurativo imaginativa y surrealista-pop, ejecutada por algunos de los artistas más finos y más influyentes de la actualidad como HR Giger, Aleksander Balos, Shawn Barber, Suzzan Blac, Paul Booth, David M Bowers, Tiffany Bozic, Nelly Chichlakova, Lori Earley, Ron English, HR Giger, Michael Hussar, Travis Louie y muchos otros.










Warren Keelan


Fotografiando la serena y terrible belleza del mar


"El mar lo es todo. Su aliento es puro y saludable. Es un desierto inmenso donde el hombre nunca está solo, porque siente la vida agitarse en todas direcciones". 
(Julio Verne)
Parece no importar cuántas veces lo hayamos tenido delante, siempre nos impresiona ver el mar. Esa inmensidad y fuerza que transmite provocan una reacción un tanto peculiar en el ser humano; parece amplificar y sacar a la superficie nuestros pensamientos más profundos. Algo nos atrae hacia el mar: poetas, pintores, escritores y fotógrafos como Warren Keelan nos llevan a él para que seamos conscientes de la futilidad de la vida humana y lo que supone luchar contra viento y marea.


Warren Keelan lo sabe mejor que nadie y ha podido vivir y captar toda la terrible belleza de su serena fuerza. El resultado son unas impresionantes e imponentes imágenes de olas en movimiento. En todas ellas, Keelan plasma la salvaje expresión natural del agua, en diferentes mares y océanos del mundo. Conocido como "el fotógrafo de las olas", Warren Keelan no solo hace fotos, intenta que cada toma muestre distintas perspectivas del océano, y que cada una cuente una historia y deje sin habla a cualquiera que la mire.


Warren Keelan es uno de los fotógrafos de océanos y mares más famosos y reconocido a nivel internacional, sus imágenes han sido galardonadas en los concursos más prestigiosos de fotografía. Ha ganado premios como, el mejor fotógrafo internacional del año, premios internacionales de fotografía, premios internacionales de monocromo y el premio de Epson International Pano. 


Keelan cuenta que cada playa tiene su personalidad y se manifiesta con texturas, colores y formas totalmente distintas, ofreciéndole un sin número de oportunidades de captar momentos únicos e irrepetibles.


En permanente alianza con el mar, este fotógrafo australiano siente pasión por sus formas y su luz, por el movimiento desconocido de las olas, por la naturaleza salvaje que crece dentro de él, y lo capta de la forma más delicada y cuidada en cada toma. 


Para Keelan el mar es algo más que arte, es un espacio donde tiene que lidiar con las olas, tanto de cuerpo como de mente, vestido con traje de neopreno, aguantando la presión del agua y sujetando cómo puede la cámara captura los momentos únicos e inolvidables que vive y siente cuando está en contacto con el mar.


Fotografiado desde fuera y desde dentro. El reto que se propone con su trabajo es la creación de imágenes que cuenten historias y dejen una impresión en el espectador. En cada imagen Warren destaca la expresión natural y salvaje del mar, para ello, Warren Keelan pasa horas esperando la ola perfecta, el viento o la luz correcta para entonces así, poder guardar para siempre movimientos que el ojo humano no podría detallar a simple vista.