Fotografías de un rodaje
Más allá del
análisis que puede hacer cualquier crítico o aficionado al cine
"Vidas rebeldes" de John Huston, ha terminado adquiriendo por encima de todo la
etiqueta de película maldita, precisamente por tener como actores un
grupo de personas "acabadas", gente que si no era por drogas se les
extinguía la carrera por edad, gente que quería aparentar ser
personas que no eran, esconder miedos e inseguridades. Había tanto dolor
acumulado en aquel set de rodaje que todavía hoy, medio siglo
después se puede palpar la mayor de las melancolías. Porque pocas
veces el título de una película reflejó también no
sólo la historia narrada, si no a los actores que la interpretaban: "The
Misfits", literalmente, "Los inadaptados", es perfecta para describir las dos
historias en liza (la del guión sobre cuatro perdedores sin
redención posible y la de la vida real de los implicados).
Las tórridas
temperaturas que castigan al desierto y al antiguo poblado minero de Dayton,
localización principal del rodaje, no fueron la más infernal de
las circunstancias: Clark Gable había recibido poco antes el
diagnóstico de cáncer terminal de pulmón (en algunas
escenas la enfermedad es notable en la voz extinta del actor). El
rodaje
fue físicamente muy duro para el veterano actor, como muestran
algunas de las fotos del libro y aunque tuvo momentos de relax junto a Marilyn,
su cansancio vital se refleja en su rostro.
Marilyn
es
sin duda la protagonista de un libro, como lo fue de la película y de
un rodaje en el que fue un espíritu rebelde, como recuerda la
fotógrafa Inge Morath: "Podías ver fácilmente que Marilyn
estaba causando problemas. Siempre
llegaba
tarde, lo cual no era divertido para los demás, y el filme se
estaba retrasando mucho. Pero cuando llegaba, ¡todos estaban encantados
de verla!". Marilyn Monroe, que, para añadir un matiz freudiano,
consideraba a
Gable como el padre que nunca tuvo, estaba hundida en una de las simas
de su eterna melancolía depresiva. "Tomaba pastillas para dormir y para
despertarse por la
mañana...Parecía estar aturdida la mitad del tiempo. Pero cuando
era ella misma, podía ser maravillosamente eficaz. No estaba actuando,
no simulaba las emociones, era algo real", en palabras de Huston.
Fue el largometraje
más y mejor documentado fotográficamente de la historia, gracias
a la agencia Magnum que envió a nada más y nada menos que Henri
Cartier-Bresson, Eve Arnold, Bruce Davidson, Elliott Erwitt, Ernst Haas,
Cornell Capa, Inge Morath, Erich Hartmann y Dennis Stock que se encargaron de
la cobertura gráfica del rodaje. El resultado se puede ver en un libro
con 200 fantásticas fotos y titulado "The Misfits: la historia de un
rodaje". Un magnifico libro editado en Francia (desconozco si esta editado en
español), donde se resume en 200 imágenes el agotamiento de
Marilyn Monroe, su distanciamiento de Arthur Miller, la fragilidad
física de Clark Gable o el inevitable declive de Montgomery Clift. 200
fotografías en blanco y negro capaces de expresar la agitación de
unos actores, que trasladaron a sus personajes todo el peso existencial que les
abrumaban. Y acompañadas de textos del director de la Filmoteca Francesa
y exdirector de la revista "Cahiers du cinema", Serge Toubiana, ademas de una
entrevista con Arthur Miller.
Hay tres formas de leer y ver
el libro. Una, desde el punto de visto mitómano, buscando la poses, las
expresiones, conociendo algo más de esos mitos del cine que tantas veces
hemos visto pero de quienes tan poco sabemos. Otra, desde el punto de vista
cinéfilo, introduciéndonos con los fotógrafos en los
entresijos de la producción de un filme, que tiene un especial
significado por ser el último largometraje protagonizado y estrenado de
la rubia actriz, y por Gable. Y la última, desde el punto de vista
fotográfico, porque nos permite analizar y comprender las distintas
formas de mirar y de fotografiar, de interpretar el mundo que les rodea a
fotógrafos diversos enfrentados a las mismas situaciones. Algunos
instantes los encontramos inmortalizados por distintos fotógrafos, y en
no pocas ocasiones estos se convierten en contenido de las imágenes de
sus compañeros.
Las fotos de los reporteros
de Magnum no hurgan con grosería en las muchas heridas del rodaje de una
película que se funde con la vida, sino que se asoman a las rendijas que
hacen tangible el desconsuelo. Haas mostró la elegante furia salvaje de
los caballos mustang; Morath indagó en la figura de Marilyn como un eje
en torno al cual circundaba toda la soledad del mundo; Davidson se mantuvo a la
distancia justa para no implicarse emocionalmente y mirar con
desapasionamiento; Arnold, una de las fotógrafas con mayor grado de
confianza con la actriz, retrató las sombras que rodeaban su brillo y
amenazaban con invadirlo todo.
En
resumen, una delicia, imprescindible en la biblioteca tanto de los amantes al
cine como de los amantes a la fotografía.
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