17 de marzo de 2017

"Vidas rebeldes, almas rotas"


Fotografías de un rodaje


Más allá del análisis que puede hacer cualquier crítico o aficionado al cine "Vidas rebeldes" de John Huston, ha terminado adquiriendo por encima de todo la etiqueta de película maldita, precisamente por tener como actores un grupo de personas "acabadas", gente que si no era por drogas se les extinguía la carrera por edad, gente que quería aparentar ser personas que no eran, esconder miedos e inseguridades. Había tanto dolor acumulado en aquel set de rodaje que todavía hoy, medio siglo después se puede palpar la mayor de las melancolías. Porque pocas veces el título de una película reflejó también no sólo la historia narrada, si no a los actores que la interpretaban: "The Misfits", literalmente, "Los inadaptados", es perfecta para describir las dos historias en liza (la del guión sobre cuatro perdedores sin redención posible y la de la vida real de los implicados).

Las tórridas temperaturas que castigan al desierto y al antiguo poblado minero de Dayton, localización principal del rodaje, no fueron la más infernal de las circunstancias: Clark Gable había recibido poco antes el diagnóstico de cáncer terminal de pulmón (en algunas escenas la enfermedad es notable en la voz extinta del actor). El rodaje fue físicamente muy duro para el veterano actor, como muestran algunas de las fotos del libro y aunque tuvo momentos de relax junto a Marilyn, su cansancio vital se refleja en su rostro. 
Marilyn es sin duda la protagonista de un libro, como lo fue de la película y de un rodaje en el que fue un espíritu rebelde, como recuerda la fotógrafa Inge Morath: "Podías ver fácilmente que Marilyn estaba causando problemas. Siempre llegaba tarde, lo cual no era divertido para los demás, y el filme se estaba retrasando mucho. Pero cuando llegaba, ¡todos estaban encantados de verla!". Marilyn Monroe, que, para añadir un matiz freudiano, consideraba a Gable como el padre que nunca tuvo, estaba hundida en una de las simas de su eterna melancolía depresiva. "Tomaba pastillas para dormir y para despertarse por la mañana...Parecía estar aturdida la mitad del tiempo. Pero cuando era ella misma, podía ser maravillosamente eficaz. No estaba actuando, no simulaba las emociones, era algo real", en palabras de Huston. 


Montgomery Clift, la otra alma doliente la acompañaba en el viaje (los productores no lo querian, pero la tozudez de Huston gano a cambio de tener en nómina a un médico en el rodaje para atenderlos y suministrarles drogas) y sin embargo y pese a sus problemas con la bebida y las drogas, su parte del rodaje se desarrolló en una anormal normalidad, si entendemos por normalidad el el áspero temperamento de John Huston, que no se andaba con chiquitas con los enfermos, a los que llamaba niños "mimados" y "mariquitas" (él mismo padecía de alcoholismo y una incurable ludopatía, que alimentaba con diarias excursiones nocturnas a los tableros de black jack de Reno), con ellos estaba como guionista, Arthur Miller, que se había casado con Marilyn en 1956, intentaba velar por la fragilidad de su mujer a la vez que pensaba en el divorcio.

                     

Fue el largometraje más y mejor documentado fotográficamente de la historia, gracias a la agencia Magnum que envió a nada más y nada menos que Henri Cartier-Bresson, Eve Arnold, Bruce Davidson, Elliott Erwitt, Ernst Haas, Cornell Capa, Inge Morath, Erich Hartmann y Dennis Stock que se encargaron de la cobertura gráfica del rodaje. El resultado se puede ver en un libro con 200 fantásticas fotos y titulado "The Misfits: la historia de un rodaje". Un magnifico libro editado en Francia (desconozco si esta editado en español), donde se resume en 200 imágenes el agotamiento de Marilyn Monroe, su distanciamiento de Arthur Miller, la fragilidad física de Clark Gable o el inevitable declive de Montgomery Clift. 200 fotografías en blanco y negro capaces de expresar la agitación de unos actores, que trasladaron a sus personajes todo el peso existencial que les abrumaban. Y acompañadas de textos del director de la Filmoteca Francesa y exdirector de la revista "Cahiers du cinema", Serge Toubiana, ademas de una entrevista con Arthur Miller.

             

Hay tres formas de leer y ver el libro. Una, desde el punto de visto mitómano, buscando la poses, las expresiones, conociendo algo más de esos mitos del cine que tantas veces hemos visto pero de quienes tan poco sabemos. Otra, desde el punto de vista cinéfilo, introduciéndonos con los fotógrafos en los entresijos de la producción de un filme, que tiene un especial significado por ser el último largometraje protagonizado y estrenado de la rubia actriz, y por Gable. Y la última, desde el punto de vista fotográfico, porque nos permite analizar y comprender las distintas formas de mirar y de fotografiar, de interpretar el mundo que les rodea a fotógrafos diversos enfrentados a las mismas situaciones. Algunos instantes los encontramos inmortalizados por distintos fotógrafos, y en no pocas ocasiones estos se convierten en contenido de las imágenes de sus compañeros.

                  

Las fotos de los reporteros de Magnum no hurgan con grosería en las muchas heridas del rodaje de una película que se funde con la vida, sino que se asoman a las rendijas que hacen tangible el desconsuelo. Haas mostró la elegante furia salvaje de los caballos mustang; Morath indagó en la figura de Marilyn como un eje en torno al cual circundaba toda la soledad del mundo; Davidson se mantuvo a la distancia justa para no implicarse emocionalmente y mirar con desapasionamiento; Arnold, una de las fotógrafas con mayor grado de confianza con la actriz, retrató las sombras que rodeaban su brillo y amenazaban con invadirlo todo.
En resumen, una delicia, imprescindible en la biblioteca tanto de los amantes al cine como de los amantes a la fotografía.













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