29 de marzo de 2017

La mujer de papel

Autor: Rabih Alameddine                         Editorial: Lumen


"Mi cuerpo está lleno de frases y momentos, mi corazón repleto de locuciones adorables, pero ni el uno ni el otro se dejan tocar por nadie. Tengo las neurosis de mis escritores, pero no su talento. En ´La mujer del teniente francés´, John Fowles, al describir a su personaje, dice que posee un hastío byroniano. Dejadme parafrasearlo. Vivo en una soledad byroniana, pero no dispongo de las dos válvulas de escape del poeta: la genialidad y el adulterio”.

Esta es una de esas novelas que a los amantes de los libros nos encanta leer y del que disfrutamos plenamente. Escrita con gran sensibilidad y fluidez, "La mujer de papel" es una historia agradable e instructiva, que nos descubre a un personaje central inolvidable que nos enseña cómo el amor por la literatura puede convertirse en una válvula de escape para una realidad dolorosa, transformando el desasosiego en esperanza. Desde las primeras páginas Rabih Alameddine nos traslada a un viejo apartamento de Beirut donde conoceremos a Aaliya, una mujer de unos setenta años, con el pelo teñido de azul y una historia que contar.

Aaliya es uno de esos personajes difícil de olvidar, porque el cariño que se le toma es bien grande. Por su forma de ser, por su forma de pensar, por su forma de amar los libros, por su forma de vivirlos... Por su forma de dirigirse a nosotros, los lectores, y contarnos su vida. Aaliya se desnuda ante nuestros ojos, a través de sus reflexiones, a través de sus divagaciones. Como si estuviera hablando con nosotros, Aaliya empieza una historia y termina con otra. Las ideas bullen en su cabeza, quiere contarnos tantas cosas que le es imposible seguir un orden. Y así, a pedacitos, nos enteramos de la dura vida que ha llevado esta mujer. Conoceremos su fallido matrimonio y su mala relación con su familia, conoceremos de su soledad y su única compañía en los últimos cincuenta años, los libros... Una soledad buscada y ansiada, incluso en los difíciles años de la guerra que estuvo sola. Pero aunque lo que nos confiesa a veces es doloroso, no lo hace nunca compadeciéndose de sí misma. Además tiene un fino sentido del humor que en varias ocasiones consigue sacarnos más de una sonrisa.

Su único refugio es la literatura. Sus únicos amigos son los libros. Libros que llega a traducir a su lengua y que los conserva en su casa como verdaderos tesoros. No hay en ella deseos de publicarlos, ni deseos de que su obra sea leída, por sus manos pasan grandes autores, grandes obras pero no se limita a nombrarlos habla de ellos y con ellos, con un conocimiento que llega a acomplejarnos. Pero además de literatura hay otros temas presentes en la novela, como la soledad, la vejez, la guerra, la amistad, el poder de las decisiones o la marginación.

La narración es ágil y envolvente. La narración está plagada de referencias, títulos y sentencias bibliográficas que harán las delicias de los coleccionistas de frases para el recuerdo y amantes de la literatura en general, pero la inclusión de estos elementos no resulta para nada densa, sino que surge de manera espontánea y adecuada en relación a lo que se está contando. Alameddine logra que este libro, a pesar de tratar temas tan serios como la guerra, el aislamiento o la marginación, resulte una lectura amena y absorbente, cargada de lucidez y con ciertos toques de ternura.

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