25 de noviembre de 2017

Jeremy Mann


Pintor de la mujer y la ciudad viva


Utilizando la media distancia cualquier detalle puede parecer abstracto, pero cuando el ojo se mueve a través de la obra emerge el conjunto en todo su esplendor, las líneas de puntos se convierten en luces de freno y los trazos de color en brillos de neón. Los ambientes lluviosos contribuyen a esta perspectiva y a la atmósfera del conjunto, y además le permiten difuminar todo lo que quiere y más. El agua como filtro, para combinar la línea hiperrealista con la pincelada abstracta,característica común a muchos maestros contemporáneos.


Elogiado por críticos y coleccionistas por igual, el trabajo de Jeremy Mann cubre una amplia gama de temas, destacando sus pinturas urbanas claramente influenciadas por su vida en San Francisco y sus escenas de interior de solitarias mujeres. Mann pinta con confianza y estilo, impregnando cada obra con cierto drama y gran personalidad. Sus composiciones son complejas y llenas de un color vivo y atmosférico desarrollando unas atmósferas hipnóticas como si fuesen un encantamiento.


Ejecutados en paneles de formato medio y grande, cada excitante trabajo demuestra el inconfundible estilo del artista. Jeremy Mann pinta sobre paneles de madera, superficie que le permite rasgar, acuchillar, aplicar disolventes para difuminar e incluso rodillos de pintura para conseguir texturas arenosas. El óleo termina cobrando vida y sumergiéndote en su mundo, ya sea seduciéndote con sus hermosas modelos, o invitándote a pasear por las saturadas calles de sus paisajes urbanos.














Harry Gruyaert




Fotografiando los colores de la calle

En esta vida hay matices y tonalidades. Y muchas más de las que el ojo humano es capaz de ver. La mezcla de los tres colores primarios crea un abanico cromático impresionante que nunca seremos capaces de explicar de una manera objetiva. Los colores nos hacen sentir, influyen en nosotros, pese a no ser más que luces que se reflejan sobre superficies que las absorben o las repelen. Los colores pintan nuestra vida.
Hasta los años 60 la fotografía artística estaba dominada por el uso del blanco y negro, toda una serie de grandes fotógrafos había creado una tradición de la que era difícil escapar. Pero, inevitablemente, surge una nueva cultura fotográfica, protagonizada por una generación que había crecido con el color, y que veía la vida en tonos distintos a los del blanco y negro, era conocedora de la historia de la fotografía pero también había bebido del cine, la pintura y la publicidad...
Esto mismo le paso a Harry Gruyaert, un fotógrafo belga que lleva más de treinta años fotografiando las sutiles variaciones cromáticas de la luz oriental y occidental, de Bélgica a Marruecos y de la India a Egipto. Nacido en Amberes en 1941, con 18 años marchó a Bruselas donde estudió en la escuela de fotografía y cine con la intensión de dedicarse al séptimo arte, pero pronto la fotografía fija le cautivó y poco después se trasladó a París para desarrollar su carrera como fotógrafo.
Este veterano autor, miembro de la agencia Magnum, fue un revolucionario en el uso creativo y experimental del color allá por los años 70 y 80. Cuando el color solo se asociaba a la publicidad. Gruyaert estuvo muy influenciado por la tradición americana más colorista personalizada en Saul Leiter, William Eggleston o Stephen Shore, pero también el cine le aportó su interés y pasión por una paleta de tonos saturados. Coqueteó con la fotografía de moda y realizó algunos trabajos de fotografía editorial, pero fueron sus viajes por Europa y el norte de África, especialmente Marruecos, cuando quedó profundamente marcado por sus colores y la atmósfera de sus calles y sus gentes. Pero lejos de quedarse en el exotismo estereotipado, su visión de las regiones lejanas arrastra al espectador a atmósferas particulares y un poco impenetrables. Los juegos de luces y sombras aportan una gran riqueza a las imágenes de Gruyaert.
La principal característica de las fotografías de Harry Gruyaert es la búsqueda constante que hace en sus obras tanto de la luz como del color, reflejando un refinado gusto por la estética sin entrar nunca en posicionamientos antropológicos o sociales. Lo que realmente cuenta para este autor es la fuerza intrínseca de cada imagen. Su escenario habitual es la calle y es donde logra capturar escenas con colores vibrantes y explosivos. Escenas mundanas y cotidianas llenas de belleza cromática, donde sabe destacar el detalle en las calles.



PERFIDIA

Autor: James Ellroy Editorial: Literatura Random House Nº páginas: 784

Dice Carlos Zanón, (el director del festival Barcelona Negra y encargado de la próxima resurrección literaria de Pepe Carvalho) que "La novela negra es Galdós con dos hostias". Y no le falta razón al novelista barcelones. Porque cuando abrimos una novela de James Ellroy, nos encontramos en las alcantarillas de una sociedad norteamericana donde se mueve las ratas de la corrupción, la violencia desenfrenada, los polis duros, el sexo y los chantajes... Todo esto, y alguna cosa más nos ofrece este juglar de las malas calles en "Perfidia", un libro que, como casi todos los de este escritor, es un golpe directo a las entrañas que te deja sin aliento, con la sensación de que la maldad está tan extendida en todos los ámbitos de la sociedad e impregnada en el ADN de los individuos que es imposible derrotarla.

Olvidémonos de las novelas negras convencionales, del simple entretenimiento; esto es mucho más. Aquí no hay buenos ni concesiones de ningún tipo, no hay héroes y poco importa si el mundo los necesita. No se confía en nadie, y tampoco en la policía, o tal vez aún menos en ella. En el fondo a nadie le interesan las muertes con las que comienza la trama, que lejos de quedar ocultas, desencadenan una historia oscura llena de sangre, violencia y vicios, que se despliegan en negro y sangre ante los ojos del lector.

Hablar de la trama de "Perfidia" sería arduo. Las tramas de Ellroy, están llenas de infinitas ramificaciones y multitudes de personajes, pero en grandes rasgos en "Perfidia", nos encontramos en el día previo al ataque japonés a Pearl Harbor. En Los Ángeles, todo el mundo sabe que la entrada en la guerra es un hecho. Y donde la enorme comunidad japonesa comienza a ser señalada e insultada. En ese tenso clima prebélico, la familia Watanabe han aparecido destripados en lo que parece el escenario de un sangriento seppuku. La investigación la llevaran, el perpicaz forense Hideo Ashida; la seductora Kay Lake, novia de un agente de policía e inquieta, quizá en demasía, por la necesidad de la aventura; William H. Parker, un ambicioso y católico teniente de policía dividido entre sus escrúpulos y sus debilidades y el encantador, brutal y expeditivo Dudley Smith, sargento de policía irlandés y no menos católico que el anterior, pero casi absolutamente amoral.

Con "Perfidia", James Ellroy da un nuevo paso hacia delante en su cuidadosa conformación de un escenario literario propio ubicado en la ciudad de Los Ángeles. Una tarea que comenzó con el conocido como Primer Cuarteto de Los Ángeles (formado por "La Dalia Negra", "El gran desierto", "L.A. Confidential" y "Jazz blanco"), que prosiguió a escala nacional con la Trilogía Americana ("América", "Seis de los grandes" y "Sangre vagabunda") y que el autor ha prometido continuar en forma de un Segundo Cuarteto del que este libro es el primer volumen (en realidad una precuela de todo lo indicado). Tal vez no sea la mejor puerta para entrar al club de admiradores de Ellroy, si sois lectores primerizos de su obra, el primer Cuarteto de L.A.sera más accesible que una novela como esta. Pero si ya estás, como muchos, inoculado por el veneno de este autor, ya estas perdido y te lanzaras de cabeza en las sucias alcantarillas que nos abre James Ellroy.

"Perfidia" es una historia negrísima, y es también una novela histórica y un drama de amor. Una bestialidad digna de un gigante como Ellroy que sigue haciendo gala de su estilo único. Ese tableteo verbal hecho de repeticiones que regula el aire del texto y maneja a su antojo la velocidad de la cabeza lectora.

Esa formidable capacidad narrativa. Esa extraordinaria habilidad para gestionar las idas y venidas de centenares de personajes férreamente cincelados por su pluma magistral. Esa destreza para mezclar situaciones dramáticas y momentos de humor y sobre todo, su pericia a la hora de expresar sentimientos complejos con una frase tan sucinta como rotunda. Estos son los atributos de James Ellroy, el brillante juglar de la novela negra .


Oscar Chichoni


Entre el metal y la carne


Estamos en un mundo donde el metal se funde con la carne, el óxido triunfa y la figura humana renace con más fuerza en los trabajos de Óscar Chichoni, uno de los ilustradores más impactantes e innovadores del mundo que altó a la fama con sus impactantes y provocadoras ilustraciones para portadas de revistas de cómic que se pusieron muy de moda en los años 70 y 80.

   
Autodidacta, desde bien temprano, Chichoni nace en 1957 en Corral de Bustos, un pueblo de la pampa húmeda argentina. Pronto se despierta en él su pasión por el dibujo y el cómic, dibujando prácticamente de sol a sol, con la inocencia de un niño.  Empieza a trabajar la anatomía y la composición. Publica sus primeros trabajos a los diecisiete años para la Editorial Record de Buenos Aires, donde publican otros grandes del cómic; como Juan Zanotto, Giménez o Alberto Brescia.
         

Posteriormente, decide orientar sus inquietudes hacia el terreno de la pintura. Dos años bajo la guía del pintor Álvaro Izurieta le suponen un gran avance en su formación. Fortalece sus conocimientos sobre el color y la composición y descubre materiales distintos a los que había usado hasta el momento. Es entonces cuando empieza a forjar el estilo que, le ha hecho mundialmente conocido y se encarga de las portadas de la Colección Minotauro y de la revista Fierro en Argentina. Pero sera en esta última donde su carrera toma vuelo y es requerido para grandes proyectos de editoriales y productoras cinematográficas. Para ello, se traslada a Europa a mediados de los 80, donde trabaja exclusivamente como ilustrador y consigue diversos premios. Colabora como portadista para diversas editoriales, especialmente Mondadori en Italia, y sus trabajos aparecen en revistas y publicaciones de todo el mundo.


En los últimos años, Chichoni ha compaginado la ilustración con el trabajo de creador conceptual para cine, donde ha podido explotar nuevas facetas como ilustrador y diseñadora Su trabajo en este campo le ha valido la participación en un Oscar de la Academia a la dirección artística de la película "Restoration". Pero donde se ve su verdadero talento es en sus ilustraciones. Sus trabajos cautivan al espectador no sólo por su puesta en escena formal, sino también por las apuestas temáticas. Su fuerza y su uso excepcional del color y las texturas nos abren ventanas a mundos en los que la máquina se funde con el cuerpo, en los que el óxido ha triunfado sobre la arrogancia metálica de la tecnología y en los que la figura humana se presenta en simbiosis con ese metal decadente.

Con claras reminiscencias a Moebius y Giger, sus pinceladas “Steampunk”, dan un toque mágico y espectral a sus ilustraciones donde destacan sus cualidades a la hora de dar color, ese color especial de Chichoni que él define como metal oxidado y antiguo que tanto nos llama la atención, por su "granulado"... En definitiva, el trabajo de Chichoni es excepcional, singular y lleno de matices que se irradian en la ilustración creando esa metamorfosis que se funden en su imaginación y en la nuestra.