Dibujo: Leopoldo Sanchez Guión: Antonio Segura Editorial: Ponent Mon
Por un cumulo de extrañas sinsustancias ha caído en mis manos un tesoro que me ha retrotraído a un tiempo ya pasado, donde cada mes un servidor con menos quilos y más pelo, corría hacia el atribulado kioskero de la esquina con la intención de "agenciarme" una serie de cómic que me llevasen a mundos de fantasía donde navegaban; naves espaciales, mundos futuros, guerreros Cimerios, monstruos de ultratumba, ciudades castigadas por el hampa y salvadas por el desencantado detective, y una diversa fauna de punkies, drogotas, chorizos y demás gente canalla encabezada por un tal Makoki.
Pero dejemos al Makoki y hablemos del preciado tesoro causante de mi morriña por tiempos ya pasados... Toda esta perorata viene a cuento por "Bogey", uno de los mejores cómics que ha parido este país. "Bogey" fue el fruto de la colaboración entre dos de los nombres españoles más interesantes de la historia de nuestro cómic. Por el lado del guión estaba Antonio Segura, cuya fama se ha cimentado en su trabajo en series como "Hombre", "Orka" o "Kraken", pero, sobre todo, gracias a su presencia en la serie "Tex" de la italiana Sergio Bonelli Editore.
"Bogey", se desenvolvía en un futuro relativamente cercano, una parte de la humanidad ha colonizado el planeta Blekos II. Allí, el detective Bogey Nicolson debe hacer frente a todo tipo de casos que le llevarán a situaciones comprometedoras que pondrán en más de una ocasión su vida en juego. Con mal carácter, bebedor y fumador empedernido, este detective cínico y malhumorado tendrá continuas reflexiones sobre su vida y la sociedad, mientras la acción y la intriga le introducen en los casos más extraños y curiosos de un mundo futuro envuelto por el aliento de la mejor serie negra.
Las tramas de "Bogey" suelen retrotraernos al género negro más clásico. Las mujeres bonitas caen en los brazos de nuestra estrella de un modo semejante al que la bibliotecaria de "El sueño eterno" se entrega a Philip Marlowe; los policías apenas aparecen, pero cuando lo hacen es para fastidiar al héroe; Bogey no tiene problemas en llevarse una buena paliza de vez en cuando… la sensación de estar leyendo una historia perdida de Raymond Chandler siempre nos acompaña. "Bogey" no es solamente el nombre del protagonista, sino el apodo habitual del mismísimo Humphrey Bogart, cuyo físico en ocasiones coincide con el de Bogey aunque normalmente solo nos lo recuerde. El efecto es siempre el deseado, el de anclar la historia en el cine negro más clásico, pero no construyendo un mero pastiche, sino una obra que reflexione sobre el original.
Bogey empezó con un volumen independiente de dos historias para después publicarse en la revista Cimoc, pasar brevemente por la K.O. Cómics de Ediciones Metropol (revista que apenas editaría cuatro números) y contar tan solo con dos recopilaciones a manos de la Editorial Norma con las que no cubrirían todo el recorrido del personaje. En total, fueron trece las historias de Segura y Sánchez, todas ellas completamente independientes y únicas, fruto de una colaboración que duraría cuatro años y dejaría tras de si una obra de referencia para el cómic español.
El trayecto vital de este cómic no fue fácil, al principio, cuando los autores propusieron su trabajo a las editoriales, no consiguieron que ninguna revista les dieran el ok, por lo que tuvieron que autoeditarse, publicando en enero de 1981 el primer volumen con dos historias: "¡Adiós muñeca!" y "El hombre que floreció". Rápidamente llamaron la atención de Norma Editorial, que publicaría en la revista "Cimoc" las siguientes historias de la serie. Después serían publicados de forma efímera en la revista "K.O. Comics", que se cancelaría tras solo cuatro entregas... En aquella revista se publicaría la última historia de Bogey, "Nunca Jamás". Pero por suerte para nosotros, no todo iba a quedarse así. Afortunadamente la editorial Ponent Mon unió a Leopoldo Sánchez y Antonio Segura para crear una nueva historia titulada "El Dandy" para ser editada junto a todas las demás en una cuidada y "chulisima" edición donde se incluyen toda la serie.
Si Bogey es una obra que se recuerda es, a parte de los críticos y novedosos guiones de Segura, por el portentoso arte de Leopoldo Sanchez. En cada historia nos regala al menos con una página memorable. Su dibujo y su narrativa tienen la heterodoxia de Josep Mª Beà, el dominio del blanco y negro de Jordi Bernet y la narrativa visual del mejor Carlos Giménez. Es además un mago del diseño de los títulos y del dibujo de mobiliario e interiores.
Bogey debería, por méritos propios, ser una referencia de la historia del noveno arte en España, una de esas colecciones que todo el mundo debería leer alguna vez en su vida para poder hacerse una composición de lugar sobre la trascendencia de nuestros autores. Solamente así, apreciando nuestro pasado y conociéndolo, es posible que exista un futuro para el cómic en nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por ver esta página