27 de abril de 2018

Gail Russell


La actriz maldita

Cuando dicen que los ojos son el espejo del alma en el caso de Gail Russell es más que cierto. Su rostro bello e inocente y sus enormes ojos azules anunciaban la quebradiza personalidad de esta joven estadounidense que enamoró a la Paramount Pictures para luego acabar en la serie B al final de su carrera. 
A pesar de su total inexperiencia su presencia de chica inocente y su aptitud para el drama causaron sensación en la Paramount que decidió invertir en lo que veían un diamante en bruto, por lo que pusieron a su cargo los mejores profesionales. Pronto cosecharon los primeros buenos resultados ya que con tan sólo 19 años hizo su debut en la gran pantalla y en su segundo film, "Los Intrusos", se ganó la confianza internacional que se confirmó con "Fuera de la ley" y "Mil Ojos Tiene la Noche". Pero lo que nadie sabía es que esta estupenda actriz era, en realidad, un castillo de naipes a punto de desmoronarse.

Gail Russell era una mujer brillante y de un talento sorprendente, pero lo que la hacía derrumbarse era su marcada timidez que nunca pudo superar. La presión podía con Russell y para superar sus miedos escénicos utilizaba el alcohol como recurso, lo que le llevó a ser detenida en varias ocasiones por conducir ebria. La productora decidió no renovarle el contrato lo que provocó el desmoronamiento de su vida hasta el punto de separarse de su pareja Guy Madison. Fue entonces cuando le saldría un nuevo amor, la "Republic", que admiraba esa mezcla de destrucción y pureza que impregnaba a su figura. En los años siguientes rodaría con ellos títulos como "El ángel y el pistolero", "La venganza del bergantín" al lado de John Wayne o las muy notable "Moonrise".


Lamentablemente, este problema la fue acercando cada vez más al alcohol donde encontró un perfecto escondite que la hizo adicta con el paso del tiempo. Porque justo después de rodar con Joseph Losey "El forajido", la Paramount decidió no renovar el contrato con la actriz a causa de su alcoholismo. Los problemas de Gail Russell durante el rodaje pesaron más que las buenas críticas por su trabajo, además de un Losey muy poco comprensivo al contar lo penoso que resultaba tratar de arrancarle una toma buena con una o dos líneas de diálogo si antes no bebía.

En todo caso, cabe matizar su miedo escénico. Es cierto que su alcoholismo le podía causar un problema grave, pero no es menos cierto que con un ambiente más tranquilo y con unos directores como Boetticher y sobre todo con Frank Borzage (que conocía por experiencia propia el alcoholismo) sabían cómo tratarla, entonces Gail Russell desprendía la gracia y la inocencia que la volvía inolvidable.
Sea como fuese, la presión y sus escándalos sentimentales la llevaron hacia una crisis alcohólica de la que resurgió aparentemente recuperada cinco años después coprotagonizando junto a Randolph Scott el western "Seven Men from Now" (1956) y producida por su amigo John Wayne y dirigida por el siempre eficaz Budd Boetticher. Pero los demonios del alcoholismo resurgieron, motivo por el cual su carrera fue decayendo hasta que decidió alejarse definitivamente del cine en 1958 con "No Place to Land".
La



actriz maldita de Holly
wood, la de los profundos y enormes ojos azules fue encontrada sin vida el 27 de agosto de 1961 en su apartamento rodeada de botellas de vodka. Se dice que fue el alcohol lo que le provocó un paro cardíaco, otras fuentes afirman que sólo fue el acompañante de los innumerables somníferos que le provocaron su fallecimiento, e incluso se dice que murió de inanición, pero lo cierto es que fue el cine y su timidez los que acabaron con su vida. Solamente tenía 36 años.

25 de abril de 2018

James Cagney


Un actor en la cima del mundo


No era muy alto (1,69 metros), no era muy guapo, tenía los labios demasiado finos, la frente demasiado ancha y un rostro esculpido en granito, pero en blanco y negro y en dos dimensiones resultaba ser fuego puro, una fisión nuclear atrapada debajo de un sombrero. Estamos hablando de James Francis Cagney, el tipo duro de Hollywood por excelencia que junto a Edward G. Robinson y George Raft, completaban el triunvirato del cine negro de los años treinta.

  
Esta es la imagen que tenemos de este incomparable y deslenguado actor. Pero Cagney era mucho más. Era un todoterreno, un actor camaleónico que destacaba por su energía y versatilidad. De hecho, el único Oscar que le concedió la Academia fue por su interpretación de George M. Cohan, en el musical de exaltación patriótica "Yanqui Dandi" de Michael Curtiz (1942). Nada que ver con esos criminales por los que la posteridad habría de recordarle. Porque antes que gángster, había destacado como bailarín, que era como él realmente se sentía y también fue un genial cómico, como demostró en la vertiginosa "Uno, dos, tres" de Billy Wilder. 



Nacido un 17 de julio de 1894 en Yorkville (uno de los barrios más conflictivos del Nueva York de principios del siglo XX -"de donde yo vengo, si puedes ganar un dólar no haces preguntas, simplemente vas y lo haces", solía decir-). James Francis Cagney fue el segundo de los siete hijos de un camarero borrachin y ludópata y una sacrificada madre llamada Carolyn. Desde bien niño se vio obligado a desempeñar los más variados empleos para ayudar en su casa. Descubrió el boxeo defendiendo a sus hermanos en las peleas del barrio y hubiera sido un profesional del cuadrilátero si su madre no se lo hubiera prohibido, afortunadamente para nosotros eligió la carrera de actor. 



Comenzó en el vaudeville, cantando y bailando junto a su esposa Francis Vernon de la que jamás se separaría. Tras conseguir notoriedad en algunos musicales de Broadway, es contratado por la Warner Bross para encarnar al salvaje gángster de "El enemigo público", que le convertirá inmediatamente en estrella. Después vendrá una larga serie de personajes de mala vida que el actor bordará en films como "Ángeles con caras sucias" (por el que conseguirá una nominación al Oscar) o "Los violentos años veinte", toda ellas joyas imperecederas del cine. A partir de ahí, todo fue miel sobre hojuelas en la carrera de James Cagney, que no tardó en convertirse en el tipo duro de la Warner y en protagonizar toda clase de películas, desde comedias hasta dramas, pasando por westerns e incluso adaptaciones de obras de William Shakespeare. 


Por eso es desolador ver que salvo honrosas excepciones ya no hay actores así, y los pocos que podía haber jamás pasaran del nivel de secundarios, oscurecidos por una turba de tipos duros que apenas si pueden balbucear sus frases, a maniquíes anoréxicos, y a cachos de anabolizantes con ojos, asombra todavía más verlo pasearse por una pantalla, recuperar sus hechuras de gángster, de animal salvaje, de peligro público que sigue aterrando con sólo entrecerrar los ojos, alzar una mano o curvar una ceja. Como Humprey Bogart, como Cary Grant, como John Wayne, James Cagney era uno de esos animales de celuloide que escriben su biografía en un gesto elegante y desvelan su pasado nada más que encogiéndose de hombros. 

Era también un excelente danzarín, capaz de bajar unas escaleras bailando claqué o de lanzar un puñetazo como el que firma un cheque. Lo mismo le estampaba un pomelo en la cara a una novia que incendiaba el mundo por un complejo de Edipo. Por culpa de su cara sin civilizar y de su afición infantil a las peleas callejeras, lo encarcelaron en una cinematografía criminal, siempre con un revólver en la mano, una hostia amartillada en el brazo y un traje de presidiario. Pero podía interpretar a Shakespeare sin quitarse siquiera la gomina del pelo y seducir a una mujer haciendo el payaso. 


Fue un pequeño gigante que peleó contra las injusticias, las falsas acusaciones políticas –se le tachó de comunista– e incluso tuvo que afrontar las amenazas de muerte de la mafia, contra la que luchó para evitar que pudiera dominar el Sindicato de Actores. Así era James Cagney, un gran hombre y un grandísimo actor, una de las más grandes leyendas de Hollywood que no se arrugaba ante nada ni ante nadie tal como nos demostró en la inmensa "Al rojo vivo" al gritar desde lo alto de una torre en llamas: "Mira, madre, estoy en la cima del mundo".





20 de abril de 2018

Acordes rotos

Los llaneros solitarios de la música norteamericana

Autor: Fernando Navarro.
Editorial: 66 rpm


Exiliados de un éxito comercial, del recuerdo de la memoria colectiva o de un tiempo más de vida para disfrutar de lo conseguido. Algunos murieron antes de tiempo. Otros llegaron a viejo, pero para entonces nadie se acordaba de ellos, privados en vida del reconocimiento que sus canciones merecían. Sin embargo, todos jugaron un papel esencial en el nacimiento y evolución de músicas como el jazz, el rock, el blues, el folk y el country: ellos fueron y son parte la amalgama de sonidos que puso banda sonora a la historia de los Estados Unidos durante el siglo XX.
A través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular de Estados Unidos, el libro repasa el siglo XX norteamericano desde una perspectiva musical y social, donde las canciones forman parte de la banda sonora de una época o sirven de magnífico testimonio de los cambios y avances históricos conseguidos en el interior de la primera potencia mundial. Un documento nacido del amor del autor por los sonidos norteamericanos más auténticos y que tiene en cuenta a músicos esenciales en su género, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito o el aplauso fácil.
Con prólogo del músico Quique González, el periodista Fernando Navarro selecciona 33 músicos cuyas voces han quedado grabadas en la historia. El libro recopila dos series de artículos ya publicados. La primera que da título al libro "Acordes Rotos" y "Forajidos" fueron dos series de escritos, aquí unidas y ampliadas, sobre músicos ya desaparecidos que nos dejaron con la sensación de que la palabra injusticia se había marcado a fuego en sus carnes. A estos artículos se añadieron nuevos textos, hasta completar 33 perfiles, (haciendo referencia a las revoluciones por minuto a las que giran los LP, formato que imperaba cuando se publicó buena parte de la música de la que se habla en sus páginas). Pero toda elección implica descartar, y la tarea no es fácil, ni grata. Por una simple cuestión de espacio, no encontraremos a gente de la talla de; Charlie Patton, Jimmi Rodgers, o Etta James, "la voz de soul más brutal que se ha oído en la vida, con el permiso, claro esta de la reina Aretha Franklin".
Gracias a la buena pluma de Fernando Navarro, (un autentico apasionado de la música) "Acordes rotos" se impone como alternativa literaria para los neófitos que deseen descubrir un pedazo imprescindible del cancionero estadounidense. Y para los iniciados, una oportunidad de fijar la mirada en aquellos artistas que el tiempo ha convertido en fundamentales pero que hasta ahora sólo ocupaban una nota a pie de página en las hemerotecas. El libro es un buen lugar en el que sumergirse para explorar esos paisajes olvidados, trágicos o malditos en los que se encuentra el origen de los sonidos que hoy se escuchan en grandes estadios o en minúsculos garitos y en los que perviven la brillantez y el genio de quienes un día se atrevieron a soñar haciéndole al mundo el mejor regalo posible: su música... Aquí tenéis solo una pequeña muestra de esos 33 seres que hicieron de la música un lugar más interesante... ¡empecemos!

Bobby Charles                                                                        
(1938-2010)                                                                                                                                                                                                   
Un claro ejemplo de músico maldito lo podemos encontrar en Bobby Charles, cuando fue uno de los invitados al concierto de despedida de "The Band", que Scorsese filmó para el documental "El último vals" (1978). Por allí también estaban Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison y Joni Mitchell entre otros. Sin embargo, su actuación fue la única que el director eliminó del montaje final.
Siendo un niño, Bobby Charles descolgó el teléfono y llamó a Chicago. A las oficinas de Chess Records, el sello en el grababan Muddy Waters o Chuck Berry. Sin timidez les cantó una canción y le invitaron a ir a la ciudad. Cuando llegó a las oficinas de Chess los dueños no entendían qué estaba pasando. Aquel tipo que les había cantado por teléfono tenía 13 años y era blanco. La canción que el joven Charles les había tatareado era "See you later, alligator" https://youtu.be/I2dNezWcV8I , un tema que él mismo había compuesto y que a finales de los años cincuenta se convirtió en un gran éxito en la voz de Bill Haley.
Así que, a día de hoy, su música sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del sur norteamericano. Charles fue el primer blanco fichado por Chess Records, discográfica esencial en la historia del R&B y el rock and roll primigenio. Y aunque tenía una voz llena de soul, sólo pudo destacar como compositor en la sombra. Murió en enero del 2010, a los 71 años, olvidado por todos. Sin hacer ruido.

Townes Van Zandt
(1944-1997)

Townes Van Zandt, fue uno de los más grandes entre los grandes, aunque nunca haya gozado por aquí de la popularidad y la admiración que mereciera. Tan grande fue su sombra, que ese otro crack de la música popular norteamericana de nuestros días que es Steve Earle dijo de él: -"Pondría mis botas de vaquero sobre la mesa de Bob Dylan y no tendría inconveniente en decir que Townes Van Zandt es el mayor escritor de canciones que ha existido nunca"-
Texano del 44, Van Zandt se crió en una familia muy acomodada que se dedicaba a los negocios petrolíferos. Pero el prefirió otro tipo de combustible, el de la música. Entre el folk y el country y bien curtido en el blues, sobre todo en sus maneras guitarrísticas, a través de la figura de bluesmen como Lightnin' Hopkins. Su talento era tal que en cinco años editó seis obras maestras del country, algo para mí milagroso ya que no comprendo que alguien apostara seis veces seguidas por un borracho sin éxito, aunque gracias a esa apuesta se grabaran varias de las más bellas canciones del siglo XX. Mientras su genialidad se alejaba por a sus adicciones crecía su éxito debido a alguna atinada versión que de él hicieron estrellas como Merle Haggard y Willie Nelson (número 1 en 1983 con "Pancho and Lefty") https://youtu.be/8SjwO17gsqU , Emmylou Harris, Nanci Griffith o mis admirados Cowboy Junkies.
Melancólico, de humor agridulce, crepuscular en su visión del mundo y de la música (se cuenta que lo que más le gustaba a Townes era montar a caballo en solitario en la montañas de Colorado) su carrera se desarrolló sobre todo en clubes y garitos de Texas y de la zona de Nashville, hasta que en 1968 grabó su primer disco, "For the Sake of the Song" https://youtu.be/TYZD-Hh1gKA . Van Zandt elaboró durante sus treinta años de carrera un cancionero monumental, y aunque en su propia voz no alcanzó las cimas del éxito sí lo consiguió en las voces de otros.
Desde entonces, su prestigio y su impronta no han parado de crecer y de ejercer su influencia en las nuevas generaciones, y movimientos recientes como el country alternativo y el neo-folk que tienen una enorme deuda con el intenso cancionero del texano. Wilco y los Jayhawks, sin ir mucho más lejos, siempre le tienen en su mente y en su corazón.

Willy DeVille
(1950-2009)                                                                                                                                                
A finales de los 70, los Mink DeVille destacaron de entre todo el cajón de sastre del punk. Su propuesta, aparentemente retro no era tal. Lo suyo era disparar desde el escenario, una y otra vez hasta el corazón del rock’n’roll y acertar. Salvaje y popular, con un gran cancionero y mucha, muchísima actitud. Los Mink eran rápidos, fuertes, calientes y siempre daban la nota justa. Con matices, sin miedo a las baladas y los rincones secretos que uno se encuentra dentro de las buenas canciones. Uniformados y elegantes, sudaban sus camisas magentas, como si fueran la banda elegida para tocar en una comunión habiéndose escuchado tanto a los Coasters como a los Clash. El larguirucho Willy con uno de sus pies en esa mescolanza de Ronettes, soul, King Curtis, doo woop, blues, chanson, Cochran, salsa y rock’n’roll y el otro en el asalto punk a rascacielos y transatlánticos. Y siempre directos sin amaneramientos ni cinismo para interpretar su particular versión del no future.
Compositor y vocalista, Willy era poseedor de una garganta que tanto podía ser guante como estilete. Maullaba, escupía, amenazaba, se rompía y vacilaba. Sus tres primeros álbumes con Mink DeVille "Cabretta", "Return to Magenta" con la excepcional "Just Your Friends" https://youtu.be/KO1ku1wOo8Y y "Le Chat Bleu" son un edificio perfecto entre callejones de Nueva York. Tienen aquellas canciones talento y orfebrería pero también una inusual capacidad de evocación cinematográfica. La carrera de Willy quedó lastrada desde un principio por sus propios demonios. Bancarrotas, drogadicción, ambición y derrota ante la industria. Aunque tuvo victorias sonadas como el éxito de su álbum "Le Chat Bleu", disco grabado en París y que contiene "Heaven Stood Still" https://youtu.be/_ojSSq5u4Gg , una de las mejores y más tristes baladas que el mundo nos ha podido ofrecer, mientras Willy se gastaba todo el dinero adelantado por la discográfica en heroína.
A mediados de los 80, se puso nervioso cuando el cetro se le escurrió de los dedos ante la eclosión de Springsteen que, desde parámetros musicales similares, iba llenando estadios y vaciando bolsillos. Willy se juega la carta con "Miracle", y pierde. Desaparece y da señales de vida en los 90, en Nueva Orleans con "Victory Mixture" un soberbio disco de versiones de tesoros del blues como "Key to My Heart" https://youtu.be/eHHDnnRv4pg . Se pasea con el éxito, sobre todo, en Europa con "Hey! Joe" y "Demasiado corazón", pero le fallan las canciones cuando más las necesita. Cuando murió, el futuro no pintaba halagüeño para el bueno de Willy DeVille, la posteridad espero y deseo que sí.

Alex Chilton                                                                                               
(1950-2010)

Alex Chilton representaba al artista independiente y calavera, tan capaz de lo mejor como de cosas más intranscendentales, pero la memoria colectiva del mundo del rock le recordará siempre por su dosis perfecta de power-pop, tanto en solitario como en "The Box Tops", https://youtu.be/HIWY8UyW9bw "The Letter" y, sobre todo, en los grandiosos "Big Star" https://youtu.be/BNKSs1J38EA "September Gurls". Sin alcanzar apenas repercusión mediática en los medios generalistas, Chilton tenía una más que considerable acogida entre los músicos y la prensa especializada.
Pero el espíritu errante y complicado de Chilton fue símbolo de una carrera en solitario de bastantes tumbos. Se dejó ver en la escena del punk de Nueva York o dedicó algunas de sus energías a nuevas labores en los mandos de la producción, como cuando trabajó con "The Cramps". Varios de sus últimos trabajos estaban repletos de versiones que dieron perspectiva de su altibajo compositivo aunque de una forma bastante auténtica.
Sus canciones lo tenían todo para triunfar. Sin embargo, su pop melódico de guitarras cristalinas no encontró un hueco en una época dominada por los excesos del rock progresivo. Ignorados por todos, su luz se apagó en apenas tres años. Tras la disolución de la banda, Chilton se enganchó al alcohol y los barbitúricos. Pasó años alejado de la música. -"No soy como Bruce Springsteen. No me preocupan la fama ni el dinero"-, declaró.
Fue un espíritu libre. Falleció en marzo de 2010, a los 59 años, a causa de un problema cardíaco. "The Replacements" le pusieron su nombre a un tema, que dice: "Millones de niños le cantan a Alex Chilton / Me he enamorado de esa canción…". Alex Chilton era un músico de culto, mitad maldito, mitad pura bendición, como los mejores temas de "Big Star".

Johnny Thunders                                                                                                          (1952-1991)

Tenía el talento necesario para haberse convertido en el Chuck Berry de "de aquella generación perdida". Pero en la balanza de este famélico guitarrista de actitud desafiante siempre pesó más el apego a la mala vida. Thunders fundó dos bandas seminales que sentaron las bases del punk norteamericano: "New York Dolls" y "The Heartbreakers". Con estos últimos giró por Inglaterra junto a "Sex Pistols" y "The Clash".
Su carrera en solitario fue un auténtico caos. Tenía una habilidad innata para “sacar a la derrota de las garras de la victoria, porque las cosas solían ir perfectamente bien hasta que él llegaba y lo jodía todo”. Él mismo lo reconocía en el himno nihilista "Born To Lose" https://youtu.be/wQoDCEKZyQw -"Nada que decir / Nada que hacer /Nena, he nacido para perder"-. La música de Thunders, su forma de vestir, de comportarse, dejó huella en aquel Nueva York de los setenta. Al margen de ruido y de las guitarras de los "New York Dolls", Thunders fue mostrando su talento como compositor en temas como "Its not enough" https://youtu.be/wflQ_0fkkog o "You cant put your arms around a memory"https://youtu.be/TknY89kECq0 .
La obra de Thunders fue infravalorada. Ni los Dolls fueron incluidos en el Hall of Fame, dicen que por la mala fama de Thunders, ni los Heartbreakers tuvieron reconocimiento como padres del punk más allá del propio movimiento. Su carrera en solitario tampoco gozó de respeto, era un artista maldito. Durante toda su vida, Johnny Thunders fue una estrella marginal, solo reconocida en unos grupos muy específicos. Sin embargo, desde su muerte, su nombre empezó a sonar mucho más en ámbitos más amplios: los Guns'n'Roses le dedicaron una canción (So Fine, incluida en Use Your Illusion 2) y en The Spaghetti Incident hicieron una versión del mítico You can't put your arms round a memory; este mismo tema se convirtió en la banda sonora de Los Soprano y la reunión (auspiciada por Morrissey) de los NY Dolls supervivientes en 2004 ha sido un éxito mayor que el que tuvieron en los 70. Es decir, como ocurre con los grandes, Johnny Thunders esta muerto pero su leyenda sigue creciendo imparable.
Nunca superó su adicción a la heroína. En abril de 1991, una sobredosis se lo llevó al otro barrio. Tenía 39 años.

Patsy Cline
 (1932-1963)

Aunque comenzó su carrera interpretando música rockabilly, pronto se hizo evidente que su voz era idónea para interpretar temas country desde una perspectiva pop. En tan sólo ocho años de grabaciones la figura de Patsy quedó inmortalizada como la voz más doliente de Nashville, la exploradora del desamor, de la soledad, del masoquismo emocional.
Patsy Cline es la impávida cronista de su propio corazón roto: "Tengo las fotos que me diste / están firmadas con amor, como el que me dabas / tengo tus discos, los que solíamos compartir / y suenan igual que cuando estabas aquí / la única diferencia, lo único nuevo es que ella te tiene" ("She's got you") https://youtu.be/t7PdlYn2lPU. Lo suyo es la confesión de las obsesiones que permanecen y de un sufrimiento que exhibe públicamente. "Salgo a pasear después de la medianoche / bajo la luz de la luna, como tú solías hacer / camino millas por la autopista / es mi forma de decirte que te amo / paseo después de la medianoche buscándote" ("Walkin' after midnight") https://youtu.be/bsRNCvHXHHU. De tanta desolación surgió una belleza inoxidable, o lo que es lo mismo, el estilo "torch songs de Nashville".
El mito de Patsy Cline (de verdadero nombre Virginia Patterson Hensley), conserva fresca su potencia. Como ocurrió con muchas luminarias del rock, su vida pública fue intensa y breve, con demasiados accidentes. Grabó entre 1955 y 1963. Ese año, el 5 de marzo, tras un concierto benéfico en Kansas City, volvía a Nashville y su avión se estrelló. También murieron dos compañeros de bolo: Cowboy Copas y Hawkshaw Hawkins.

Robert Johnson
(1911-1938)
                                                                                                                                      La leyenda dice que Robert Johnson vendió su alma al diablo en el cruce de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Missisipi), a cambio de tocar blues mejor que nadie. Esperó en el cruce de caminos hasta medianoche, con la guitarra en la mano, hasta que el diablo se la devolvió, y las manos de Robert solo tenían que deslizarse por el mástil para interpretar el mejor blues de la historia. Robert tocó por todo el sur de Estados Unidos. Nunca se quedaba en el mismo lugar, como si huyera constantemente. El público afirmaba que tenía algo mágico que cautivaba https://youtu.be/dkftesK2dck "Sweet Home Chicago".
Su leyenda aumentaba a pasos agigantados, y la gente acudía en masa a vele, atraídos por su música y por el morbo de su personalidad, cada vez más esquiva que le llevaba a tocar en semipenumbra para que la gente no viera su manera de puntear la guitarra. Su vida iba frenéticamente de un lugar a otro. Buscaba a una mujer en cada ciudad, tocaba en un local y desaparecía, hasta que el 13 de agosto de 1938, en Greenwood, Carolina del Sur, el diablo se cobró su supuesta deuda.
Un marido despechado le enveneno con una botella de whisky y estricnina. Solo tenia 27 años, los mismos que extrañamente tenían al morir otras grandes leyendas de la música como Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Kurt Cobain .

Roy Orbison
(1936-1988)                                                                                                                                                                                                  
El inmenso tupé y las gruesas gafas de pasta apenas ocultaban el rostro redondo y aniñado de Roy Orbison, un cantante capaz de helar la sangre con un tenue murmullo. Pero aquel peinado y aquellas gafas tampoco conseguían mitigar la profunda tristeza de un hombre marcado por la mala fortuna, por un destino cruel con funestos planes para el dotado vocalista. Artista de carrera irregular, Orbison vivió el abrazo y el abandono de la fama, pero aquello carecería de importancia en comparación con las tragedias que sacudieron su vida personal y que acabarían marcando su obra y su éxito. Siempre vestido de negro, como su amigo Johnny Cash, el joven Roy llenaba el escenario de carisma y abrumaba al micrófono con una voz rota y arenosa, pero al bajarse del escenario volvía a ser un hombre débil e inseguro, enamoradizo y tímido, un músico perseguido por un destino cruel que cercenó la carrera de uno de los artistas más dotados de aquellos años, un músico que tendría que esperar a la nueva década para conocer la fama.
El autor de la conocidísima "Oh, pretty woman", pero también de otras joyas no tan conocidas pero tal vez con más enjundia como; ("You Got It" https://youtu.be/0zDjnDAwmig, "Blue Angel" https://youtu.be/BRV6r2jaGx0 o la tierna "Crying" https://youtu.be/eO8R1w8qrgo), tuvo que esperar hasta finales de los setenta para que una nueva generación de artistas alabase el talento de ese cantante melancólico y ensombrecido y reclamase la figura y la influencia de Orbison en la música. En los ochenta, su carrera dio un nuevo salto gracias a la aventura de los "Traveling Wilburys", la superbanda formada por George Harrison, Bob Dylan, Tom Petty y Jeff Lynne. En el nuevo proyecto, la voz de Orbison volvió a flotar sobre la música, a bailar con ella, a mostrar la siniestra dulzura de uno de los mejores baladistas de la historia de la música. Aunque aquella reconciliación no duró demasiado. El 6 de diciembre de 1988, Roy Orbison murió de un ataque al corazón. Tenía 52 años y su estrella volvía a brillar tras muchos altibajos. Tras su muerte, el mundo de la música se rindió a la poderosa voz del hombre más triste de la música, de un artista a caballo entre géneros y estilos que fue capaz de conmover, seducir y entristecer y cuya obra y vida quedaron marcadas por la muerte, la soledad y el drama.    

Woody Guthrie
(1912-1967)

Su vida, sus canciones, y sobre todo su compromiso con el pueblo trabajador, con los olvidados, con los refugiados, con los inmigrantes, su furia contra ese uno por ciento que lo tiene todo, su solidaridad con los sin voz, no pueden ser más contemporáneos. Woody Guthrie, el cantautor rebelde más famoso de Estados Unidos, ciento cinco años después de haber nacido, y cincuenta años de su muerte Woody Guthrie está presente en las luchas, los sufrimientos, la ira del momento expresado por los indignados en todos los rincones del mundo, ahora tal vez más que nunca desde que él cantaba los versos que hoy de nuevo son vigentes "All You Fascists Bound To Lose" https://youtu.be/WSu5mxmVr-k.
Considerado el padre de la canción de protesta, un fenómeno cultural tan estadounidense como el jazz, el blues o el rock 'n' roll. Guthrie se hizo cantautor, cuando la Gran Depresión golpeaba duramente a Estados Unidos tras el colapso del mercado de valores de Wall Street. Fueron tiempos duros: dentro del país había desempleo, pobreza y protestas populares. Afuera, las tensiones que finalmente llevarían a la Segunda Guerra Mundial. De ese caldo surgió la música de Guthrie y su legado trascendió tiempo y fronteras impactando artísticamente a cantantes como Bob Dylan, Bruce Springsteen o John Mellencamp, entre muchos otros.
Pero como todos en este libro, el Woody Guthrie radical y comunista no lo tuvo nada facíl. Su música era "popular" en el sentido más extricto de la palabra. Ademas padecía la enfermedad de Huntington, una degeneración nerviosa hereditaria y mortal que puede conllevar actitudes dementes y movimientos incontrolados y por si esto fuera poco, en 1953 sufrió quemaduras graves en el brazo derecho por la explosión accidental de una bombona de gas y quedó impedido para tocar la guitarra.
La enfermedad de Huntington, avanzó hasta desbaratarle los movimientos y la coordinación e impedirle hablar. Su mujer Marjorie le cuidó durante este tiempo. Muchos amigos y fans le iban a ver, entre ellos un jovencito que le veneraba llamado Bob Dylan. Finalmente Woody falleció el 3 de octubre de 1967.

Jeff Buckley
(1966-1997)
                                                                              
Para hablar de Jeff Buckley nos tenemos que remontar hasta 1991, cuando Buckley era un joven californiano desconocido para el mundo entero. Fue en ese año cuando se dirigió a una iglesia de Brooklyn para tocar cuatro canciones en un homenaje a su padre, el también músico Tim Buckley (otra vida robada por una sobredosis de heroína en 1975. Dos pares de canciones que asombraron al público y llamaron la atención de la industria discográfica, que vio en él un potencial que pronto desarrollaría.
Buckley publicó en 1994 "Grace"; primer y único disco con temas tan grandes como "Grace" https://youtu.be/A3adFWKE9JE o "Lover, You Should've Come Over" https://youtu.be/hXe1jpHPnUs, temas que pronto se convertirían en piezas esenciales de la música en el siglo XX. Los grandes tabloides le señalaron como una de las grandes promesas musicales de la década. Sin duda, su disco había sido todo un éxito de críticas, tanto dentro como fuera de su país. Seth Jacobson, periodista musical, definió "Grace" como “una oda a la soledad, la pérdida y la absoluta incompetencia del hombre en tiempos de problemas”, una descripción perfecta para un hombre con una tormenta interior.
Tras grabar varias maquetas para su siguiente álbun "My Sweetheart the Drunk", un disco donde podemos encontrar un Buckley algo más roquero y menos intimista con temas como; "Yard of Blonde Girls" https://youtu.be/C2b6hQ5wib8 o la hipnótica "New Year's Prayer" https://youtu.be/e4ohxpv5CQs. Jeff y el resto del equipo decidieron producir su segundo trabajo en Memphis. El cantante llegó a la ciudad con unas horas de anticipo por lo que decidió dar un paseo junto a su amigo Keith Foti mientras el resto de la banda aterrizaba en el aeropuerto. Al parecer, el tiempo se les echó encima y cuando quisieron regresar al local de ensayo, estaban completamente perdidos. Buckley convenció a Foti para acercarse a la orilla del río Wolf y cantar canciones mientras hacían tiempo. Según el testimonio de Foti, sobre las nueve de la noche de ese 29 de mayo de 1997, Buckley se metió en el río y se puso a nadar sin quitarse ni siquiera las botas que llevaba puestas. En ese momento pasaron por ese sector del río dos barcos y cuando su compañero quiso darse cuenta, el cantante había desaparecido.
Su cadáver fue encontrado cinco días después por el pasajero de un barco flotando en el río, desnudo y totalmente irreconocible salvo por el piercing que tenía en su ombligo. ¿Accidente? ¿Suicidio? Son muchos los rumores que surgieron desde entonces. El más extendido fue que terminó con su vida de una manera totalmente consciente, mientras cantaba "Whole Lotta Love de Led Zeppelin" y se iba sumergiendo en el agua. Para apoyar esta teoría, muchos fans se escudan en la tristeza con la que cantaba sus temas. Otros, en que el día anterior a su llegada a Memphis confesó a sus seres más allegados que padecía un trastorno bipolar. Sin embargo, muchos afirman que se trató simplemente de un accidente.
Jeff Buckley ha logrado convertirse con el tiempo en una de las leyendas indiscutibles de la música pero en el fondo era un chico que disfrutaba haciendo versiones de The Smiths, Edith Piaf o del recientemente fallecido Leonard Cohen. Ya lo dijo el periodista Seth Jacobson: "Cuando le mete la mano a Hallelujah, lo hace con tanta confianza que uno se plantea quién grabó primero la canción". Y eso sólo lo pueden hacer unos pocos.

Charlie Parker
(1920-1955)

Hasta la aparición de Charlie Parker el jazz vivía inmerso en la época del swing, donde triunfaban las grandes orquestas en las que los solistas tenían unos pocos segundos para hacer su solo y todo estaba más mecanizado. Pero Parker se dio cuenta que podía improvisar a través de los acordes, creando así nuevas variaciones sobre la estructura de los temas, pudiendo tocar muchas más notas y más rápido... había nacido el Bebop. Su nuevo estilo se fue extendiendo, poco a poco, todos los músicos empezaron a hablar de la nueva música y de sus nuevos apóstoles. Entre los jóvenes hubo una adhesión cercana a la idolatría. Allá por dónde pasaban los arcángeles del be bop, una oleada de músicos jóvenes se acercaba a verlos tocar. Fue así como un joven Miles Davis tuvo su primer contacto con sus ídolos en su Saint Louis natal.
Su leyenda crecía sin parar hasta que, finalmente, sus demonios le alcanzaron. Fue en California, Parker y Diz habían ido hasta la Costa Oeste a expandir su música, Diz se preparó para hacer las maletas, cobró su dinero, compró billetes para todos y puso rumbo a su querido Nueva York, Bird vendió su billete y lo cambió por unos pocos gramos de heroína. Poco después el músico más importante de su generación malvivía en Los Ángeles donde descendió a los infiernos.
Los dueños de los clubes le tenían vetado por sus múltiples incomparecencias, los sellos discográficos, que albergaban a cientos de imitadores, le rehuían pues no estaban dispuestos a pagar horas y horas de estudio esperando que apareciese. Nada parecía ir bien para el hombre que había cambiado la cara al jazz. Así que el día 12 de marzo de 1955 se dirigió a la casa de su buena amiga la Baronesa Pannonica de Koenigswarter, fue la última persona que le vio con vida, tras dejarlo riendo a carcajadas ante un programa de televisión, Pannonica se lo encontró muerto en su sofá. El doctor que certificó su muerte dijo en su informe que era un varón de raza negra de unos 55 años de edad. Tenía 34. Evidentemente Charlie Parker vivió deprisa pero no dejó un bonito cadáver.
https://youtu.be/ukL3TDV6XRg "Groovin' High".

Gram Parsons
(1946-1973)


Aunque a simple vista no parece difícil relatar la vida de un músico que murió con veintiséis años, frente a las peripecias de artistas con discografías interminables, lo cierto es que no se trata de un personaje como los demás. Si en vida apenas tuvo repercusión, tras su muerte se ha transformado en algo más que una simple leyenda. En los últimos años, desde el revival del «nuevo rock americano» (¿alguien recuerda a The Long Ryders?), hasta el actual movimiento del country alternativo, Gram Parsons es un mito que se aviva con más fuerza cada vez que invocas su nombre.
Con Parsons no hay medias tintas: provoca adhesiones incondicionales o la más absoluta de las indiferencias. También es cierto, diría, que muchas de esas indiferencias se deben a la lejanía de su figura y a los prejuicios acerca del género que contribuyó a fundar, el "Country-rock". Las adhesiones incondicionales, en cambio, se producen entre aquellos que entran en el río de su música sin etiquetas previas y descubren a un artista de una pureza, un lirismo y una frescura excepcionales, autor de algunas de las más bellas canciones de la historia, canciones como la triste "A Song For You" https://youtu.be/4KMnLHkBI_g o la vitalista "Ooh Las Vegas" https://youtu.be/mAp4JD4tC7k, hicieron que el bueno de Gram Parsons fuese recordado. Y también están, desde luego, los que quedan atrapados por su leyenda: la clásica leyenda del malogrado, del echado a perder, sea por un destino adverso o por su mala cabeza o por una mezcla de ambas cosas.
Parsons fue el destilado puro del sueño de California, la visión utópica y feliz que planea sobre la música y la sociedad de los años sesenta y, al mismo tiempo, un cuerpo en la cuneta, testigo frágil de las pesadillas que se agazapaban en los callejones más oscuros de la droga. Hasta que en el verano del 1973, un Gram Parsons absolutamente deprimido y cautivo de las drogas se refugio en el unico sitio donde se sentía feliz, era el Parque Nacional de Joshua Tree, el de los famosos árboles que inmortalizó U2. El mismo parque en que acostumbraba pasar la noche con los cactus y divisar "platillos volantes" junto a Keith Richards. Gram Parsons decidió pasar unos días en el hotel que acostumbraba. Es decir, el Joshua Tree Inn, un modesto motel de carretera de camino al pueblo del parque, en el 29 de Palms Highway. En la habitación del modesto motel Gram Parsons encontró la muerte acompañado de una botella de tequila y una sobredosis de heroína. Gram tan sólo tenía 26 años. Sólo le faltaron días para incluirse en el macabro "club de los 27 años", como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Amy Winehouse.

Bessie Smith
(1894-1937)

Conocida como "La emperatriz del Blues" la infancia de Bessie Smith transcurrió en aquel efervescente microcosmos musical que se formó en el sur de Estados Unidos a principios del siglo XX, donde las fronteras entre el blues, el jazz o el gospel aún no estaban claramente definidas, y todo ello y mucho más formaba parte de una especie de potaje primordial donde estaban contenidas las semillas de toda la música popular que conquistaría el mundo a lo largo de las siguientes décadas, desde el rock and roll hasta el rap.
Cuentan de ella, que la música brotaba de la tierra con el sonido triste de su voz. Rechazada por ser demasiado negra, la música era su alma, pero su vida se apagó –como un fuego fatuo– en medio de la noche. Una mezcla de talento y suerte la levantaron en volandas hacia el primer peldaño de la esquiva fama; a los 29 años grabó "Downhearted blues" https://youtu.be/go6TiLIeVZA y Bessie Smith estampó su nombre en la historia de la música. Emergió entre la modorra de los cabarets y la liviandad de los vodeviles; modeló su estilo en las esquinas callejeras de Chattanooga, a galope con su hermano, con tal de ganar unos centavos.
Siendo apenas una adolescente, ya se había convertido en el reclamo principal de aquel espectáculo itinerante y estaba preparada para comenzar su propia carrera en solitario. Fue Thomas Edison, el inventor del fonógrafo, quien grabó en el año 1921 las primeras canciones de Bessie, pero optó por no editarlas al considerar que no tenían interés suficiente como para comercializarlas. Pronto se demostraría lo equivocado que estaba pues, respaldada por el sello Columbia Records, Bessie Smith se convirtió en una gran celebridad y en una mina de oro para la discográfica entre 1923 y 1930, sus años de máximo esplendor. Durante esta época Bessie conoció el oropel, la fama y el dinero, y todos los grandes músicos del momento suspiraban por tocar junto a ella (de Armstrong a Coleman Hawkins, pasando por Benny Goodman o Bix Beiderbecke). Al mismo tiempo se agudizó su afición a la ginebra y a algunos otros excesos, incluidos sus sonados y torrenciales romances tanto con hombres como con mujeres.
Pero el sueño duró hasta la Gran Depresión; cayeron los contratos, el vodevil cerró puertas y Bessie volvió a ser una cantante negra en un mundo de blancos. Cantó por el pan y el cuarto; adicta al sexo, sus canciones ahondaron en temas pornográficos para complacer a la clientela de los lupanares donde recaló. En 1937, cuando circulaba en coche por una carretera comarcal de Mississippi, se empotró contra un camión. Su cuerpo quedó destrozado. Una ambulancia le rescató aún con vida, aunque había perdido gran cantidad de sangre. La leyenda asegura que el hospital más cercano se negó a ingresarla porque en él sólo se admitían a pacientes blancos, y murió en la ambulancia de camino hacia otro hospital para negros.
El legado artístico de Bessie Smith es de una importancia insondable para el desarrollo de la música del siglo XX. La gran cantante de jazz Billie Holiday siempre mostró su devoción por ella, lo mismo que la diva del rock Janis Joplin, quien en 1970 compró la lápida que hasta entonces nunca había tenido la tumba de Bessie.

Eddie Cochran
(1938-1960)
                                                                
Nadie sabrá nunca qué habría sido del rock si aquel 16 de abril, víspera de Pascua, Eddie Cochran hubiera elegido otra calle o qué habría sido de sus canciones si no hubiera decidido salir de su habitación de hotel. Eddie Cochran voló muy rápido hacia aquel paraíso del rock que ya acogía a muchos personajes: Buddy Holly, Ritchie Valens o Big Bopper entre otros. Su firme tupé y su mirada algo desafiante, ayudaron mucho a conquistar el corazón de la juventud en la breve primavera de su carrera, la segunda mitad de los años 50, en los que, a pesar de la presencia de importantes músicos como Presley, Perkins o Lewis, Eddie Cochran logró hacerse famoso como autor y como intérprete.
Su habilidad con la guitarra le impidió convertirse en uno de tantos rivales de Presley y lo ayudó a trazar un original perfil de su personalidad. Su juventud, además, lo lleva a ocuparse, sobre todo en los textos, por los problemas juveniles de las generaciones de estudiantes. A diferencia de otros ídolos de la época, como Ricky Nelson o The Everly Brothers, las canciones de Eddie están llenas de ironía, de tensión erótica. Aún hoy, una obra maestra absoluta de Cochran es "Summertime blues" https://youtu.be/In7z7B87Puc, uno de los míticos temas de los años cincuenta, que durante un tiempo fue una prueba de fuego para los guitarristas.
Su pasión por la música fue total, por lo que Cochran no se dedicó sólo a su actividad en solitario, sino que también colaboró con otros colegas, escribió canciones y se interesó por las novedades en la grabación de sonidos. Su simpatía era inmediata y tuvo estrechas relaciones amistosas con Gene Vincent y Buddy Holly. Por este motivo se comprende su decisión de participar en otras dos películas como "Untamed youth" (1957) y "Go johnny go" (1959); no eran películas particularmente brillantes pero le sirvieron para aumentar su experiencia de hombre-espectáculo en el sentido más amplio del término.
Su carrera era meteórica hasta aquel fatídico día de abril. Era la noche del 16 de abril de 1960, tres días antes del regreso a su casa, Cochran, su novia la cantante y letrista Sharon Sheeley y su gran amigo Gene Vincent tienen un accidente de coche: Vincent y la chica salen con algunos rasguños, pero sin embargo Cochran muere al día siguiente, el día de Pascua. De esta manera desaparecía físicamente un gran artista, pero no su presencia en el recuerdo de los millones de apasionados cultivadores del rock. En efecto, muchos otros artistas han grabado temas suyos: "Summertime blues", "C'mon everybody" https://youtu.be/Qadw2rFiaJc y "Somethin' else" https://youtu.be/mgQg4ze1_KU han sido retomadas por artistas como The Who, Rod Stewart, The Sex Pistols. Y precisamente ésta ha sido, y será, la mejor manera de recordar el nombre legendario y desafortunado de Eddie Cochran.

Sam Cooke
(1931-1964)

Puede que a muchos les suene como un personaje ya lejano en la memoria del tiempo, pero se trata de un artista de importancia inconmensurable. Se dice que Sam Cooke fue, nada menos, que el inventor de la música soul. Es decir, el encargado de llevar la espiritualidad del gospel a los asuntos mundanos, rompiendo de paso las fronteras entre el público negro y el blanco. Además, se comprometió en la lucha por los derechos civiles, escribía sus propias canciones y fundó su propia empresa discográfica y editorial... y fue versionado por los Rolling Stones. Si está considerado como "El rey del soul" (título que comparte con Otis Redding), es porque en menos de 15 años consiguió publicar más de 15 álbumes, y más de 30 singles que obtuvieron un éxito sobresaliente.
Nacido en Misisipi en 1931, Sam Cooke tuvo una trayectoria musical impresionante, reflejada en unos comienzos con el Gospel para luego pasar al Soul e incluso coquetear con el Pop. Su carrera comenzó con 19 años en grupos de gospel, pero poco a poco fue desarrollando su carrera "profana" de forma paralela, incluso ocultando su nombre. En 1956, firma con Keen Records y obtiene su primer bombazo con el single "You Send Me" https://youtu.be/DqFRq3wVjW4 , número uno en las listas del Billboard americanas. Pero cuando pudimos ver a Sam en una época dorada fue con RCA Victor, donde cosechó la mayoría de éxitos.
Su trágica muerte todavía sin esclarecerse del todo le llegó con 33 años en un Motel de Los Ángeles, siendo acribillado a balas por la dueña del mismo, alegando intento de violación algo poco probable, pero que en su época no se investigó lo suficiente dando lugar a una veredicto de homicidio justificado. Las malas lenguas apuntan que fue asesinado, por ser un negro chulo que había montado una discográfica y por desafiar a los blancos de RCA y estar en la lucha por los derechos civiles. La realidad puede ser mucho más prosaica; Sam Cooke pudo ser victima de robo. En 1964 funcionaba un latrocinio bastante cruel. Chicas seductoras que atraían a hombres a hoteles. Una vez allí, tras los preliminares, les sugerían que entraran al baño a lavarse. En ese momento, ellas se iban con la ropa del tipo (incluyendo la cartera) y les dejaban en paños menores. Eso ocurrió posiblemente con Sam. Solo que se enfadó tanto que salió y se plantó en las oficinas del motel, donde se peleó con la encargada; esta se asustó y le disparó mortalmente.
Una vida de película la de este rey del Soul, del que ha llegado a decir Van Morrison que "Había Nacido Para Cantar". Llevaremos siempre en su recuerdo la emoción de su voz en las canciones y el talento afroamericano de una garganta cultivada en el Gospel, sin duda alguna la mejor escuela de un Soulman.

Nico
(1938-1988)
                                                                                                                             Curiosa y extraña figura la de Christa Päffgen, más conocida como Nico (1938-1988) que ha llegado hasta nuestros días como prototipo de cantante maldita dentro del mundo del Rock. Su nombre siempre estará asociado al mítico primer LP de la Velvet Underground, pero Nico además fue autora en solitario de una obra musical singular, barroca y underground que en la década de los 70 se adelantó a su tiempo profetizando el Pop Siniestro de los 80, el Indie-Rock de los 90, la World Music y ciertos apuntes estilísticos de cantautores alternativos de los últimos 25 años.
Tras buscar un lugar bajo el sol como modelo y actriz, Nico prueba suerte explotando su otro talento, el musical. Dotada de una singular voz semi masculina, en 1965 llamó la atención del guitarrista de los Rolling Stones Brian Jones, quien le produjo aquel año el single "I´m not saying", su primera publicación. Sin abandonar su deseo de convertirse en actriz, Nico cae en las redes de un "vampiro" llamado Andy Warhol, y hace una serie de películas experimentales en la "Factory" de Warhol. Este sera un momento crucial para Nico, ya que este moderno "Mefistofeles" llamado Warhol contrata para sus performances a un peculiar grupo de rock llamado "The Velvet Underground". Convencido de que la voz y la presencia de Nico iban a ser determinantes para el grupo y para el espectáculo, Warhol les obliga por cláusula contractual a aceptar a la alemana como co-cantante junto con Lou Reed. El grupo accede con reservas, pero pronto se darían cuenta del enorme potencial artístico de Nico. En 1967 se publica "The Velvet Underground and Nico", con 11 temas cuatro de los cuales estaba cantados por la alemana (el resto por Lou Reed): "Sunday Morning", "Femme Fatale", "All Tomorrow´s Parties" y "I´ll Be Your Mirror" https://youtu.be/ZudHYTya-dQ. El disco pese a que la crítica lo defenestró y el público lo dio la espalda por su por entonces durísimo contenido de apología de las drogas "Heroin" o el sadomasoquismo de "Venus in Furs" y su tono sombrío, se convirtió en los 70 en un LP de culto.
A mediados de 1967 Nico decide abandonar la banda, para debutar en solitario a finales de aquel año con el "Chelsea Girl" donde encontramos canciones como "These Days" https://youtu.be/J1N8GtDkYfQ. El disco fue una producción de lujo en la cual tomaron parte como compositores Bob Dylan, Tim Hardin, su novio en aquel tiempo Jackson Browne y sus ex compañeros de la Velvet Lou Reed, John Cale y Sterling Morrison. El LP era un curioso álbum de Folk-Pop que hoy en día es una pieza de culto. En 1969 publica su segundo trabajo, el experimental "Marbel Index", en donde debuta como compositora. En 1970 graba "Deserthore" con temas como "Afraid" https://youtu.be/kqT4ELCNgiA , pero volvió a pasar desapercibido. Tres años después apareció "The End", con John Cale, como productor que es el artífice formal de los dos discos, en donde toca el británico Brian Eno. Si bien ambos LPs fueron un fracaso comercial, Nico se había hecho un nombre como música de culto entre la camarilla del rock. Su talento como compositora e intérprete era innegable.
Depresiva y atormentada por su adicción con la heroína, su carrera musical y sus apariciones públicas se redujeron drásticamente (el último concierto en el que intervino en los 70 fue el conocido bolo del grupo Tangerine Dream en la catedral de Reims en donde varios de los asistentes orinaron en el templo produciendo un gran revuelo y polémica). En 1985 Nico publica su último LP de estudio, el arriesgado "Camera Obscura". En 1988, Nico se propuso dejar la heroína, reformó sus hábitos alimenticios y comenzó a practicar deporte. En Julio del 88 se encierra en su residencia veraniega de Ibiza junto con su hijo Ari. El día 18 de ese mes, paseando en bicicleta Nico sufre un ataque al corazón que le hace caer de su bici. Llevada al hospital, se le diagnostica una hemorragia cerebral y fallece horas más tarde. Tenía 49 años. Es enterrada en Berlín en la tumba de su madre.
Hoy en día su música y su polifacética personalidad sigue siendo una de las más singulares de la música moderna. Su amplia lista de amistades dentro del mundo del entretenimiento hacen de esta mujer uno de los personajes más fascinantes del mundo del espectáculo en al segunda mitad del siglo XX, una bella musa caída. La musa maldita del rock.

Elliott Smith
(1969-2003)


Si a Elliott Smith la música no le sirvió para seguir viviendo (más bien atrasó lo impostergable), bien podría ser que ayudara a muchos que requieren una voz confidente, que les diga lo que es estar mal pero tener las sinceras ganas de que algo (sólo algo) mejore. A los catorce años, el joven Smith se fue a vivir a Portland con su padre y empezó a compaginar sus primeros intentos serios en la música, grabando maquetas en cassette, con sus primeras incursiones en el alcohol y las drogas. Durante sus estudios universitarios forma la banda de indie "Heatmiser" con su compañero de clase Neal Gust, logrando un contrato discográfico con el pequeño sello Cavity Search y cierta repercusión que les llevó a publicar el álbum "Mic City Son" en Caroline Records, un disco en el que canciones como "Plainclothes Man" https://youtu.be/e91NQl5dJyU nos muestran su estilo.
"Either/Or", es la primera gran obra maestra de Smith y en la que comienza a dar muestras de que aquellas canciones en forma de boceto eran algo meramente circunstancial y que no estaba en absoluto reñido con un sonido mucho más amplio y poderoso como atestiguan "Ballad Of Big Nothing" o "Alameda". Sin embargo, continúa siendo demoledor en su faceta intimista, con canciones tan memorables como "Between The Bars" , "Angeles" o "Say Yes", https://youtu.be/8bxmk09lCzk preciosa canción de amor y sombras que fue nominada al Oscar (El vídeo de su actuación en la ceremonia, su apesadumbrada figura con traje blanco y con la voz temblorosa secundada por una orquesta, es imborrable).

Después de aquello vino el excelso "XO", posiblemente su álbum más bello con canciones como " Tomorrow Tomorrow" o "Waltz#2", de nuevo producido por Rothrock y Schnapf y exquisitamente arreglado por Smith, que hizo un magnífico uso del incremento de presupuesto contando con amplias secciones de cuerdas y vientos. "Figure 8", el último álbum que publicó en vida, era continuista con el sonido amplio de ‘XO’, pero fue recibido con algo menos de entusiasmo, pese a que hoy podamos decir que se trata posiblemente de su álbum más completo. Canciones como "Son Of Sam" https://youtu.be/afeAUndotas, "Wouldn’t Mama Be Proud", "L.A." o "Stupidity Tries" redoblaban su apuesta por un sonido profundo e incluso más rockero.
El 21 de octubre de 2003 Elliott Smith se apuñaló a sí mismo con un cuchillo de cocina, y la noticia, aunque sea una mala metáfora, se sintió también como una cuchillada para los millones de admiradores de este músico increíblemente talentoso. Con 34 años, el que era posiblemente el más dotado compositor de su generación se infligía a sí mismo esa muerte con la que muchas veces antes se había especulado. Quien fuera durante una temporada su manager, JJ Gonson, dijo que él conseguía cantar como nadie al dolor, y también, aunque suene contradictorio, a la esperanza. Su objetivo era ayudar con su música a que nadie se sintiera sólo. Porque ese era su gran miedo; la soledad.


Doc Pomus
(1925-1991)

La gente recuerda los grandes momentos de la vida por pequeños detalles, por gestos y situaciones que fijan esos instantes en la memoria. Las grandes canciones, las que se hacen eternas, se nutren de esos momentos y captan su esencia. A Doc Pomus se le grabó con fuego su noche de bodas por la amarga impotencia de mirar desde su silla, apoyado en su muleta, como su mujer bailaba radiante con otros hombres. Cuando ella miraba, él sonreía mientras garabateaba notas en las invitaciones de cada mesa en la que se sentaba. Aquel judío con polio no dejaba de darle vueltas a ese momento. Pomus, que a lo largo de su vida firmó más de 1.000 canciones para artistas como Elvis Presley, Doctor John o Ray Charles, intentaba disimular su dolor, pero aquel dolor se plasmó en palabras que acabaron siendo el génesis de "Save the last dance for me".
Aquella canción tan personal se convirtió en 1960 en un gran éxito para The Drifters https://youtu.be/QFoBreVWa7M , y desde entonces ha sido interpretada por Nancy Sinatra, Leonard Cohen o Bruce Springsteen. Todos la han cantado y la han sentido suya porque el alma de esas estrofas es común a mucha gente. "Puedes bailar con cada tipo que te eche el ojo, deja que te agarren fuerte y sonríe, pero no te olvides de con quién te irás a casa y entre los brazos de quién estarás... así que cariño guarda el último baile para mí", escribió Doc Pomus en un letra que mezcla la tristeza y la pasión con elegancia en una canción seductora y tierna que robó las lágrimas a su mujer la primera vez que la escuchó.
Con todo, es uno de los grandes nombres olvidados de la historia de la música popular. A pesar de dejar al mundo un legado glorioso de composiciones como "Send For The Doctor" https://youtu.be/yyin-DxqoUw o "My Good Pott" https://youtu.be/JTOlXV3T__g, no recibió ninguna recompensa. Como los jinetes que salvan la vida de los pueblos para luego morir en el anonimato, este músico, nacido en Brooklyn, vio como se apagaba su vida lejos del éxito, fuera de cualquier círculo mediático y comercial, sin apenas dinero, olvidado por la memoria colectiva. Pero fue un auténtico superviviente, tanto en la vida real como en la artística. Su música es la música de un sueño con el que trasladarse a otro mundo, un sueño primario, original, humano, que nace del amor incondicional a los sonidos de la calle. Siempre dependiente de sus muletas o su silla de ruedas, Pomus componía para soñar que desgastaba sus zapatos en la pista de baile, para ganarse el corazón de la mujer que nunca le miraba o para expresar sus anhelos mientras el mundo le pasaba por encima.

Estos y algunos más, eran seres superdotados, capaces de expresar con su música pura vida. Y la vida no siempre es fácil. Ninguno de sus treinta y tres elegidos sigue entre nosotros, y muchos de ellos han sido engullidos por el olvido generalizado. Aunque siempre quedará quien no pueda vivir sin la compañía de canciones de Willie DeVille, Doc Pomus, Otis Redding, Sam Cooke, Captain Beefheart o Buddy Holly. Unos y otros se iban de este mundo con algo pendiente dejando la sensación de un extraño vacío, de un in injusto adiós. No podían entrar, por tanto, gente como Elvis Presley o John Lennon, fallecidos trágicamente pero cuyas figuras son monumentales por su éxito en vida, su fama y su reconocimiento. Otra de las premisas era que sus carreras fueran en solitario, incluso si habían formado parte de un grupo, pero que tuviesen un sólido recorrido como músicos que llevaron a buen puerto su iniciativa como llaneros solitarios.