El fotógrafo del glamour y la moda.
George Hoyningen-Hune, Es uno de los más influyentes fotógrafos del s.XX. Barón del Baltico, cuya familia había huido de la revolución Rusa. Su obra dará un giro de modernidad al mundo de la moda. Trabajara para la revista "Vogue" y en 1935, se trasladara a Nueva York, donde desarrollará la mayor parte de su trabajo. Publico dos libros de arte sobre Grecia y Egipto antes de trasladarse a Hollywood, donde ganaría una gran reputación por sus glamurosos retratos de las estrellas del cine.
Los rasgos
que mejor definen toda su obra son, por un lado, su profunda admiración
por el arte clásico, especialmente por la escultura griega y que le
ayuda a que los modelos adopten posturas de una gran plasticidad con un
sentido casi escultórico. Representan un ideal de belleza y por eso la
expresión de sus rostros esta ausente. La elegancia y la armonía marcaran la obra de George Hoyningen-Hune primero por un cubismo ligero y estético que provenía de su aprendizaje con André Lhote, su profesor de dibujo y pintura una vez llega a París y posteriormente por la Grecia antigua. Así
que su obra muestra ligeros guiños a la vanguardia que se está viviendo
en este loco París de las primeras décadas del siglo XX pero también
muestra su querencia por el arte clásico. De esta manera, sus
instantáneas se llenaron de columnas estriadas rotas, de juegos con los
vestidos de sus modelos a la manera fidíaca y su técnica de paños
mojados, o trabajos en los que la luz lo era todo y buscaba mostrar el
estudio de los músculos de modelos colocados sobre pedestales o
sosteniendo (?) arquitrabes. Buscaba la belleza ideal, la transmisión
del silencio, de la tranquilidad, de la delicadeza. Por
el otro lado, siempre acostumbraba a envolver a los personajes en una
atmósfera de silencio, de misterio muy surrealista y que concede un
talante un tanto inquietante, pero que ejerce una irresistible
atracción sobre el espectador.
Hoyningen- Huene nació en San Petersburgo (1900) en el seno de una familia noble. Tras la revolución de 1917 y la confiscación de todos sus bienes huyen de lo que pronto se convertirá en la URSS, recalando en las ciudades de París y Londres. Como otros muchos emigrados, después de hacer trabajos únicamente para sobrevivir. Hoyningen trabajó de camarero, revisor de tren en Polonia, entre otros trabajos ocasionales, hasta que se asienta en París en los años 20 donde tendrá empleo como extra de producciones cinematográficas, algo que le pondrá en contacto con la forma de iluminar y de montar las escenografías de las películas obteniendo un aprendizaje muy valioso para su carrera posterior.
Pronto
encuentra su verdadero camino. Primero, comienza a asistir a las clases
de Lhote, y por esas cuestiones rocambolescas del destino y del azar. Con
Man Ray intenta realizar un libro de fotografías en el que aparecieran
las mujeres más hermosas de París, obra que si bien no tuvo éxito sí
llamó la atención del editor de moda de Vogue, Main Bocher, quien le
dará trabajo como ayudante de fotógrafo encargado de montar las
escenografías y preparar la iluminación de las sesiones. Hasta que un
día de 1926, el fotógrafo titular no se presentó a la sesión, Hoyningen
tomó su puesto y ahí empezó su carrera. Más tarde, Condé Nast le dará su sitio en Vogue donde desarrollará un trabajo de una finura fantástica.
En 1935 cruza el charco para conocer los Estados Unidos, país en el que se habían casado sus padres, para trabajar para Harper’s Bazzar antes de iniciar una escapada a Oriente Medio y hacer algunos viajes por África y Arabia. A mediados de los años 40 abandonó la fotografía de moda, dio clases y trabajó con directores de cine como Jean Negulesco, Michael Kidd, Michael Curtiz y George Cukor, y será en la ciudad de Los Ángeles en la que fallecerá de un ataque al corazón.
El legado fotográfico que dejó Hoyningen es incuestionable, un legado basado en un “corpus muy coherente de imágenes, sobre todo relacionadas con la moda y los retratos de estudio, que destacan por su precisión, economía de medios, armonía, elegancia y agudeza psicológica” (William Ewing)
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