11 de abril de 2017

El doble asesinato en la calle Morgue

(Murders in the Rue Morgue) 1932                                     Director: Robert Florey                                                                                             Reparto:  Bela Lugosi, Sidney Fox, Leon Ames, Bert Roach, Arlene Francis, Noble Johnson,Brandon Hurst, Herman Bing.                                                     Guión: John Huston, Tom Reed, Dale Van Every, Robert Florey                     Fotografía:Karl Freund

Basado en un texto de Edgar Allan Poe (y digo basado porque a parte del título parece que no hay mucho más del relato original), los estudios de la Universal trenzaron esta sencilla pero bastante eficaz historia de terror a cargo de Robert Florey, un director no excesivamente destacado en la historia del cine, pero que cuenta con un par de películas dentro del cine fantástico que mantienen todavía su prestigio; la que nos ocupa en esta ocasión, y "La Bestia con 5 dedos" (1946). "El doble Asesinato en la Calle Morgue" es, en mi opinión, la más lograda de las dos. 

Ambientada en un París decimonónico y oscuro, la historia nos presenta a un perfecto "mad doctor" conocido como Dr. Mirakle (Bela Lugosi) que está obsesionado con la evolución del mono hasta el hombre, y que realiza experimentos que traspasan la frontera de lo legal para poder confirmar sus teorías de vínculos entre ambos. En la feria donde el perverso doctor presenta su numero de feria, conocerá a la joven Camille (Sidney Fox), quien acompañada por su pareja, el joven médico Pierre (Leon Ames) y unos amigos, han asistido a su espectáculo. El doctor se fijará en ella y pasará a ser uno de sus nuevos objetivos para proseguir con sus experimentos. Usando como tapadera su parada de feria, manda a su adiestrado simio, Erik, a raptar a sus víctimas, jóvenes parisinas, y las somete a macabros experimentos de intercambio de fluidos sanguíneos en su laboratorio de las catacumbas de la Calle Morgue con el único objetivo de demostrar lo que ya por aquel entonces se estaba gestando en la mente de Charles Darwin: que el mono y el hombre guardan algún parentesco genético. 



"Los crímenes de la calle Morgue" no tiene ningún problema en reconocer su categoría de cuento barroco, de relato de terror de feria, y lo trata como si de un divertimento se tratara. Así, antes de caer en un tratamiento convencional de la historia que, si bien más apto para todos los públicos, sería también mucho menos atractivo para el amante del género, Florey prefiere presentar un mundo de extravagantes transeúntes, con sus sombreros de copa y sus ridículas capas, de doctores locos, con sus profecías y sus deseos científicos de connotaciones sexuales y de decadentes messieurs y mademoiselles, con sus estúpidas buenas maneras y sus pavores a todo aquello que Dios no pueda explicar. Mézclese todo, añádase Edgar Allan Poe y preséntese en un bonito e inofensivo envoltorio para obtener "Los crímenes de la Calle Morgue". 


Con un Bela Lugosi que parece que nació para encarnar este tipo de malos (diría que sin nada de maquillaje habría sido igual de verosímil) personifica al sádico y despiadado doctor que se esconderá en las brumas nocturnas para capturar una chica tras otra. Su papel en "El Doble asesinato en la calle Morgue" es el de un mad doctor de manual, malvado como pocos y con la máxima de que el fin justifica los medios como bandera. Su experimento es especialmente siniestro y, precisamente, en su laboratorio es donde asistiremos a los momentos más perturbadores del film. Bela Lugosi estaba en lo más alto de su carrera cuando rodó esta película y se nota. El año anterior había protagonizado "Drácula" (Tod Browning) y en este mismo año rodaría dos películas clave para el género de terror: "La legión de los hombre sin alma" (Victor Halperin)" y "La isla de las almas perdidas" (Erle C. Kenton).



Florey dota a la película de toques claramente expresionistas. La fotografía corre a cargo del maestro alemán Karl W. Freund, cuyos trabajos más notables son nada menos que "Metrópolis" de Fritz Lang, y "El último" de F.W. Murnau, y que en esta película hace un trabajo sobresaliente. Los planos del laboratorio, que contraponen sus paredes desnudas con la chocante imagen de la víctima atada en un más que sugerente podio; los interiores de la alcoba de Pierre, cuyas líneas oblicuas y ventanales aprisionan a sus inquilinos en un mundo oscuro y misterioso; la espesísima niebla de la noche del París del XIX; las sombras que proyecta Lugosi en su parada de feria y las que proyecta el simio sobre sus víctimas; la morgue, su intrigante conserje y la inmensa cruz que preside la sala; la persecución por los inclinados tejados de la ciudad. Ademas de Karl W. Freund, la película fue producida por Carl Laemmle Jr. , productor de "Drácula", "Frankenstein" o "El Hombre Invisible" entre otras.

En resumen, una joya del terror de los treinta, una película extravagante, divertida y con un Bela Lugosi en estado de gracia. ¿Qué más se puede pedir? 


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