(Manchester
by the Sea) 2016 Director: Kenneth Lonergan Reparto: Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, Tate Donovan,Erica McDermott, Matthew Broderick, Gretchen Mol, Kara Hayward... Guión: Kenneth Lonergan Fotografía: Jody Lee Lipes
"Nadie puede librar a los hombres del dolor, pero le será perdonado a aquel que haga renacer en ellos el valor para soportarlo". (Selma Lagerlof. Escritora sueca.)
El perdón y el valor de soportarlo es lo que busca Lee Chandler, el personaje al que Casey Affleck dota de vida en cada plano de "Manchester frente al mar", una película de una elegancia conmovedora quue nos introduce en los terrenos de la culpa y la pérdida hasta estallar en un grito de rabia sordo. Y donde Casey Afeck materializa su tortura íntima desde la contención, a través de la mirada. Una mirada hacia el abismo en la que no hay espacio para la redención.
El silencioso Lee Chandler (Casey Affleck) sobrevive como puede trabajando como conserje. Su vida cambia por completo cuando, tras la muerte de su hermano mayor, es designado como único tutor legal de su sobrino de 16 años Patrick (Lucas Hedges). Es entonces cuando debe trasladarse a su pequeño pueblo natal para hacerse cargo del adolescente, que se niega a renunciar a su vida y mudarse a Boston con su tío. El regreso obliga a Lee a hacer frente a un pasado tormentoso, con la pesada carga de la culpa, además de su complicada relación con su exesposa Randi (Michelle Williams).
Con una estructura quebradiza en lo temporal y de desarrollo paciente asistiremos a la incapacidad de Lee para asumir el rol de figura paterna que su sobrino Patrick con total naturalidad acepta mientras descubrimos mediante flashbacks y cuchicheos de los habitantes del pueblo las trágicas causas que se lo impiden. El guión es implacable respecto de su final. El director y guionista Kenneth Lonergan dibuja de manera rápida y concisa tanto la personalidad de Lee como la de Patrick, así como la atmósfera del pueblo y, en general, la base de la película. Mediante el uso de flashbacks conocemos el pasado de Lee, cuando aún no era un hombre triste y asfixiado por el remordimiento que se había prohibido ser feliz. No conocemos las causas, pero si las consecuencias. Lonergan vuelve a temas recurrentes de su filmografía, como la culpa, el remordimiento o los cambios que provoca la muerte en las relaciones familiares.
Kenneth Lonergan apoya su drama fundamentalmente en la construcción de su personaje principal: un hombre que no desea regresar a la comunidad en la que nació y creció por motivos que iremos descubriendo a lo largo de la película, pero que tenía en el pasado una estrecha relación con su hermano y su sobrino. Ese es el filo hilo que une el comienzo y el final dándole un completo sentido a la trama. El mundo interior de los personajes, especialmente del protagonista, es tratado con respeto y profundidad psicológica. Rechazo frontal a composiciones llamativas o exageradas situaciones y realismo son las claves de una película más cercana al naturalismo del mejor Linklater de lo que podría parecer a primera vista. Esto es posible gracias a actores a la altura, que saben desenvolverse en papeles lejos de la sencillez interpretativa. Casey Affleck demuestra ser un gran actor, alcanzando al fin la mesura necesaria que llevaba ensayando durante años. Está en lo más alto de su carrera y lleva el peso de la película. Ademas el resto del reparto también brilla con luz propia; la encantadora Michelle Williams tiene poco tiempo en pantalla pero es suficiente para definir el dolor de su personaje, sus motivaciones y sus miedos, y marcar un desarrollo fantástico en el que vemos aflorar el odio y el arrepentimiento. Kyle Chandler está solvente como siempre, en una interpretación irreprochable con sus escasos pero imprescindibles minutos en pantalla. Y por último, la sorpresa de la cinta: un Lucas Hedges que no sólo cumple sino que consigue el mismo nivel de veracidad con su interpretación que sus compañeros de reparto, lo cual era imprescindible para no dinamitar la cercanía de la cinta al espectador. No hay reproche posible que hacer sobre las pulidas interpretaciones.
Accedemos al drama de "Manchester frente el mar" como espectadores impotentes de un naufragio, desde tierra, siempre incapaces de comprender el sufrimiento de los que han sido vencidos por las aguas y la película no intenta hacernos empatizar con ese dolor sino hacérnoslo llegar desde el estado de shock solo para que veamos hasta qué punto la vida de un hombre ha cambiado por un cruel guiño del destino y no podrá reponerse jamás, porque sencillamente, hay infiernos de los que no se sale.
"Manchester frente al mar" es un valor seguro para cualquier persona que disfrute Cine. Se aleja del melodrama arquetípico para aportar algo nuevo y contar una historia con sentimiento pero también humor. Es una propuesta sólida, coherente y original, preciosa y conmovedora. Es también una película tan triste como honesta y cercana. Un ejercicio de buen cine sincero que, si bien no es una maravilla irrepetible, sí que es una pequeña joya y una de las mejores películas del año.
El resto, es tristeza pura, desolación emocional, dolor, vida.
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