"Nadie
habrá
dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de
manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y
luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso
a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea
quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la
mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la
horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea
de un
peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados
como se ve por
dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el
anterior,
principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra
combinación producirá formas quizá más bellas o
pintorescas, pero
incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso".
(Julio Cortázar. "Instrucciones para subir una escalera")
Lo
que
parece cotidiano, sencillo y rutinario en realidad puede dar pie a
un pequeño cuento por uno de los más grandes escritores de
América
Latina. Ahí donde aparentemente sólo vemos un uso funcional de un espacio
arquitectónico, otros vemos que con un adecuado uso de la luz y la
perspectiva, las escaleras de caracol pueden ser sumamente atractivas para el
artista. Son capaces de crear ilusiones ópticas y escenarios
fantásticos donde el arte y el diseño se dan de la mano.
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