30 de enero de 2018

Dorothy Malone

El sueño eterno de una gran actriz  


Este pasado 19 de enero y cuando tal día como hoy estaba a punto de cumplir 93, nos dejaba Dorothy Malone, una de las grandes estrellas femeninas del cine de los 50 y 60. Los aficionados la recordaran siempre como una sensual rubia platino, de rostro anguloso, pero también como una actriz de notable talento, que realizó brillantes interpretaciones junto a directores de la talla de Douglas Sirk,Raoul Walsh, Howard Hawks o Robert Aldrich.

De morena o de rubia, Dorothy Malone fue una de las presencias femeninas más atractivas del Hollywood de los años 40 y 50. Fue una actriz que supo sacarle el máximo provecho a una belleza innata que se ajustaba a la perfección a las necesidades de Hollywood. Su espléndida figura, mucho más sensual que voluptuosa, sus brillantes ojos azules y una de esas cabelleras rubias que parecían hechas a la medida de lo que buscaban los grandes estudios de Hollywood, fueron sus armas de seducción en la pantalla. Con ellas logró en su esplendor alcanzar reconocimiento como una de las mejores mujeres fatales del cine de su tiempo.

Había nacido como Dorothy Elois Maloney en Chicago, el 30 de octubre de 1925 y pronto mostró sus condiciones desde pequeña, con pequeños papeles en obras escolares y como modelo fotográfica infantil. Hasta que un agente de los estudios RKO la descubrió a los 18 años y la convenció de firmar su primer contrato. Las películas iniciales en las que apareció incluían en los créditos su apellido real que cambió por el definitivo de Malone cuando se incorporó a los estudios Warner en 1945.


Sus mejores personajes eran mujeres de irresistible poder de seducción, pero al mismo tiempo capaces de hacer el mal y de sufrir por sus excesos. El momento cumbre de la carrera de Dorothy Malone fue el Oscar a la mejor actriz de reparto que conquistó en 1956 por interpretar a una suerte de ninfómana frustrada en "Escrito en el viento", uno de los grandes melodramas de Douglas Sirk. Pero fue en "El último refugio" (Raoul Walsh, 1941) donde Dorothy dejó por primera vez constancia de su perfil de malvada. Nada que ver con las deliciosas colaboraciones de la actriz en las comedias musicales al servicio de Dean Martin y Jerry Lewis en las que participó. "Una herencia de miedo" (George Marshall, 1953) fue la primera de ellas. La siguiente, "Artistas y modelos" (Frank Tahslin, 1955) volvió a elevar a Dorothy a uno de los grandes títulos del Technicolor. Por aquellas fechas, la interprete ya era una de las rubias platino que marcaban la pauta en Hollywood mientras enamoraba a los vaqueros más duros del western.

Hasta que llegó al mejor papel de su carrera, el que le dio el Oscar, su destino parecía similar al de la mayoría de las figuras del cine de su tiempo: pasar del drama al musical y de la comedia al western, según las necesidades de los estudios. Hasta que empezó a llamar la atención, conforme se afirmaba en Hollywood y pasaba el tiempo, como una actriz de grandes dotes dramáticas y una belleza madura que jamás pasaba inadvertida, en la que se mezclaban la fortaleza y la inestabilidad emocional. Con el tiempo nunca pudo repetir el esplendor de aquéllos primeros triunfos artísticos. En los 60 su belleza y su carrera se estaban marchitando y paso por películas apenas discretas (entre las que apenas sobresalió "El último atardecer", de Robert Aldrich, en 1961), por lo que como otras tantas estrellas de su tiempo probo suerte en la TV, donde cosecho un gran éxito con la serie "Peyton Place", donde hacía de madre de Mia Farrow. No tuvo reparos en formar parte de películas de serie B en los 70 y 80, como "Explosión Galáctica" y "El ser". Hasta llegar a trabajar en España en 1987 en la cinta de terror "Descanse en piezas", de José Ramón Larraz.. Su último papel fue en la sobrevalorada "Instinto básico".

Pero por encima de todos estos grandes titulos siempre la recordaré por un pequeño pero muy notable papel en ese clasico y legendario titulo llamado "El sueño eterno" de Howard Hawks. Aún era ingenua y morena pero poseedora una belleza algo picara. La actriz aparece rabiosamente hermosa en una divertida secuencia en una biblioteca junto a Bogart. La escena no estaba en la novela original de Raymond Chandler en la que se basa el filme, ni tampoco en el guión.


Tal y como recordaba Howard Hawks en su biografía: "La improvisamos sobre la marcha. Y la rodamos únicamente porque la chica era condenadamente guapa y tenía un enorme talento". "Tenía que entregarle un vaso a Bogar pero estaba tan nerviosa al servir la bebida que le temblaban las manos. Así que paramos para comer e hice que el atrezzista pusiera un pedazo de plomo en el fondo del vaso para que pudiese sujetarlo. Y, ¿sabe? La gente recuerda esa escena. No era así como estaba escrita ni mucho menos. La hicimos solo por lo condenadamente guapa que era la chica".

Para aquellos que quieran recordar esta maravillosa escena de la librería junto a  Humphrey Bogart, aqui les dejo el enlace para maravillarnos de las insunuantes miradas y brillantes dialogos de una gran actriz... 


Tenía solo 21 años y era su película número 14. Ella sola iluminaba la secuencia y como dijo Hawks era condenadamente guapa. Después la vi en grandes películas, ganó un oscar y se tiñó de rubia, pero nunca me gustó tanto como en aquel papelito que hicieron a medida para ella y con el que siempre la recordare.





28 de enero de 2018

La casa de los amores imposibles

Autora: Cristina López Barrio Editorial: Plaza & Janés Nº páginas: 480


"Pasearás tu embarazo por las calles del pueblo, arriba y abajo, abajo y arriba, sin un sombrero que oculte la verdad de tus ojos, tus pómulos o tus labios, para que te vean bien las comadres de negro y sus hijas y murmuren que la maldición continúa viva, pues hay otra Laguna embarazada y penando de mal de amores". 

He de reconocer que el boca a boca me puso en un aprieto a la hora de atreverme a leer "La casa de los amores imposibles". Unos me recomendaban alejarme de su lectura, otros con la misma vehemencia que sus detractores me lo recomendaban encarecidamente su lectura. Ante opiniones tan contrarias, me empezó a picar el "gusanillo" por descubrir por mi mismo en que bando me pondría... la solución al enigma, lo tenéis delate, si estoy escribiendo esta reseña es porque se la merece y buena prueba de ello es este pequeño fragmento que por si solo ya te pone los dientes largos para saber más sobre las mujeres de familia Laguna marcadas por una triste maldición: están condenadas a sufrir el desamor, a vivir historias trágicas que las hagan sufrir, y a que las hijas que ellas den a luz perpetúen este doloroso destino. Véase, por ejemplo, la historia de la bella Clara Laguna: una hermosa adolescente de un pueblo castellano de principios del siglo XX, que se enamora perdidamente de un hacendado andaluz. En ese momento su madre, una hechicera tuerta, la previene de la maldición de las Laguna. Y, en efecto, el hacendado la abandona tras quedarse embarazada y Clara, muerta de rabia, abre un burdel en la casona roja, en las afueras del pueblo. Allí, da a luz a Manuela, una niña fea y marchita. Pero las cosas pueden llegar a cambiar con el nacimiento del primer varón de este linaje.

"La casa de los amores imposibles" es una historia maravillosa contada de forma más maravillosa aún. La manera en que la autora desarrolla el argumento atrapa al inocente lector casi desde el principio y no puede más que continuar leyendo hasta el final. En ocasiones, el lector se sorprende odiando a la protagonista, en otras se sorprende amándola y sintiendo lástima, pero sobre todo sientes curiosidad por saber si la maldición llegará a un buen final o no. El hilo central de la obra pone al descubierto los elementos más comunes de una pasión cruelmente correspondida: el odio, la venganza y la tragedia. Estas pasiones proporcionan una gran fuerza a la trama y van a adquirir una gran importancia en la lucha por la vida de las Laguna, aisladas como parias en un pequeño pueblo castellano que las considera malditas: El odio, tanto de los habitantes del pueblo como el de unas Laguna con otras, marcará el destino de sus sucesivas generaciones, la venganza contra los hombres que las abandonan y la muerte tanto de los amantes como de las Laguna marcan definitivamente la obra.

"La casa de los amores imposibles" es una historia de mujeres, que no para mujeres, porque en esta novela los hombres son simplemente secundarios. Todas y cada una de las Laguna están magistralmente trazadas. Lo mejor de esta novela no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta. Además de una riqueza de vocabulario impresionante, la prosa de Cristina López Barrio rebosa magia, fuerza, lirismo y sensibilidad. El libro tiene una trama a veces pasional, a veces tétrica y a veces melancólica. La peculiaridad de las mujeres de esta familia es cuanto menos sorprendente. A cada cual con sus excentricidades dentro de un ambiente de inminente guerra que pondrá los pelos de punta en muchas ocasiones. No habrá una Laguna maldita que no supere a la anterior. Son victimas de ellas mismas, de sus madres, de una sociedad inculta y fanática del que dirán. Pero también son verdugos de su casa y su familia.

Leer este libro es un auténtico placer para los sentidos. Las metáforas son sublimes. El libro está lleno de naturaleza, de sabores, de olores y, sobre todo, de magia. Las descripciones son sencillamente fantásticas así que fácilmente verás crecer las margaritas en el camino de la casona roja y olerás los guisos de Olvido.


Perdida

(Gone Girl) 2014                                                              

Director:  David Fincher                                                                                Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins, Scoot McNairy, Sela Ward.                                                                                  Guión: Gillian Flynn                                                                                                      Fotografía: Jeff Cronenweth   

Por increíble que parezca no había tenido el placer de ver esta ultima demostración del buen oficio de David Fincher, uno de los directores cuyo sentido del cine, capacidad para crear desasosiego, complejidad narrativa, facilidad para integrar en sus obsesiones guiones ajenos y de enganchar al espectador en la trama, lo convierten en lo más parecido al heredero de Hitchcock.

"Perdida" es una película contundente y segura de sí misma, que engatusa y manipula (en el mejor sentido de la palabra) al espectador más experimentado gracias a la inmensa capacidad técnica de su realizador. La inteligencia con la que está construido el film daría para un artículo entero, pero resumiré: Fincher, apoyado en el sulfúrico libreto de Flynn y sin poner en peligro la solidez de los personajes, no tiene reparos en ir modulando el ritmo, cambiando el tono e incluso saltando de un género a otro, consciente de que nos lo estamos pasando tan bien que no vamos a recriminárselo.


La trama de "Perdida" posee un inicio cristalino del que se va apoderando una turbiedad alarmante. Cuenta la desaparición Ami Dunne  y la extendida sospecha de que su intachable marido Nick  puede haberla echo desaparecer, comienza así un misterio en el que nada resulta previsible, desarrollado a dos voces mediante las distintas versiones que ofrece el antiguo matrimonio feliz sobre lo que verdaderamente ha ocurrido. El matrimonio de Amy (Rosamund Pike) y Nick (Ben Affleck) no está sustentado en el amor, el respeto y la comunicación, y nunca sabremos si alguna vez lo estuvo; lo que los une después de cinco años, además del pasado común, de su precaria situación financiera y el enojo, es un compromiso vacío, basado en la mentira y la manipulación. Amy no tolera que Nick esté convertido en un remedo de sí mismo tras la muerte de su madre y la pérdida de su empleo, y Nick ha buscado consuelo en los brazos de una voluptuosa alumna. Como suele ocurrir en una relación, la repetición de las fricciones es lo que desata una explosión incontrolable. Ella desaparece dejando tras de sí rastros de violencia, y él no aparenta estar preocupado al grado que debería por su repentina ausencia.


Aquí nada es lo que parece, verdades y mentiras se mezclan según los intereses del que habla y actúa. Y la alternancia de esos testimonios que poseen anverso y reverso, en los que conviven la farsa y la realidad, el juego maquiavélico, el chantaje emocional y los sentimientos más primarios, conduce a un desenlace que desprecia todas las convenciones al ser cruel, realista, demoledor. David Fincher aborda este juego de espejos con seguridad visual y narrativa pasmosa, y nos regala una película que, pese a su sinopsis común (un marido distante busca a su esposa desaparecida) es una verdadera madriguera de conejo donde el director de "Seven" es consciente de todos esos recovecos y desarrolla un suspense que evoluciona de un extremo al otro con gran seguridad.


"Perdida" puede ser un sentido drama sobre el final del amor, una reflexión salvaje sobre el sensacionalismo de los medios de comunicación, una comedia negra con un hitchcockiano falso culpable e incluso un thriller de psicópatas, si bien abordado desde una perspectiva absolutamente insólita. Fincher sabe cómo cuidar la puesta en escena de sus películas, nos encontramos con un todo bien conjuntado y un largometraje que merece la pena ver. Aunque sus artífices engañan al público, no tenemos la sensación de que estemos siendo manipulados de una forma burda y simplona. No, los giros de la trama tienen su lógica y aportan al relato un buen número de capas que nos dan en qué pensar. "Perdida" engaña sin esconder, inquieta sin empujar y, entre toda la tensión de los hechos pasados, posiblemente pasados y futuras consecuencias, divierte cuando menos se lo espera. Lo dicho, dos horas y media llena de narraciones que, lejos de aburrir, describen fantásticamente lo que sucede en la escena. Diálogos brillantes, situaciones imprevisibles y constantes giros siempre fieles a la primera propuesta, conseguirán atrapar hasta el más inquieto de los espectadores.


Interpretar este drama no a tenido que ser fácil, todos parecerán sospechosos, todos parecerán inocentes, todo parece cuadrar perfectamente y luego parece encajar mejor y cuando todo está resuelto, resulta que la película suma y sigue gracias a la buena actuación de los personajes: Ben Affleck (por lo general, algo limitado en sus expresividad) no parece estar actuando, sobrio y sutil despliega una naturalidad con la que se funde con Nick Dunne, tanto para mostrar su lado más humano como los puntos oscuros de su personalidad. Pero sin duda la revelación de "Perdida" es una Rosamund Pike sencillamente estratosférica, ella esta perfecta en el papel de Amy, hermosa y de gesto entre cándido y gélido, interpreta a una mujer ambigua, encantadora o fría, según la ocasión.

"Perdida" es una obra tan audaz como fascinante e impecablemente dirigida que nos confirma las extraordinarias dotes de un director que si se deja de extraños experimentos con franquicias nórdicas nos debe seguir regalando joyas cada poco tiempo. Una deliciosa vuelta de tuerca al thriller y al cine de suspense, por supuesto. Y una reflexión cínica e incómoda sobre lo que cuesta encontrar a la pareja ideal y mantenerla con el tiempo, claro que sí. Como espectador, más que satisfecho, estoy colmado.

26 de enero de 2018

El puente de Waterloo

(Waterloo Bridge) 1940 
                                  
Director: Mervyn LeRoy                                                                                Reparto: Vivien Leigh, Robert Taylor, Lucile Watson, Virginia Field, Maria Ouspenskaya, C. Aubrey Smith.                                                                                Guión: S.N. Behrman, Hans Ramaue, George Froeschel Fotografía: Joseph Ruttenberg


A lo largo de la historia del cine han existido (y existirán) actrices, estrellas, mega estrellas y Vivien Leigh, una mujer más allá de cualquier calificativo superlativo, y como hoy tenemos que celebrar el aniversario de su nacimiento, nada mejor que recordarla con su mejor interpretación en la magnifica "El puente de Waterloo". Uno de los mejores melodramas que ha dado el Hollywood clasico.


Mervyn Leroy realiza un romance clásico marcado por el estigma de la tragedia, narrado con sensibilidad pero sin cargar las tintas en las escenas más emotivas. El resultado fue un extraordinario film romántico, que funcionó a las mil maravillas en taquilla, convirtiéndose en uno de los grandes éxitos de la Metro en 1940. Basada en una obra de teatro del dramaturgo Robert E. Sherwood, "El Puente de Waterloo" cuenta la triste historia de Roy Cronin (Robert Taylor), un oficial británico que conoce a una bailarina de ballet llamada Myra Lester (Vivien Leigh) de la cual se enamorará. Sin embargo, después de un breve período en el que incluso preparan planes de boda, la guerra acaba cerniéndose sobre el Reino Unido, y nuestro protagonista es destinado al frente mientras tanto Myra es despedida del Ballet. En principio Myra aguantara estoicamente la situación de precariedad, pero sufre un mazazo terrible cuando cree que Roy Cronin ha fallecido en el campo de batalla. Debido a las penurias económicas, se ve abocada a la prostitución para poder sobrevivir.



Es entonces cuando Vivien Leigh realiza un cambio colosal dentro de su personaje, su Myra que era una mujer inexperta, alegre, inocente y dulce, se endurece por los golpes de la vida y se vuelve depresiva, desengañada del amor y de la vida. Tiempo después convertida en una mujer de la noche y sin esperanzas, se vuelve a encontrar con su amor, él no ha cambiado nada, sigue siendo aquel joven impetuoso, encantador y soñador, sin embargo Myra ya se ha enfrentado al lado oscuro de la vida y posee una mirada más descreída del mundo que le rodea. Myra no cree que lo merezca aunque siga amándolo, ya que se siente sucia por lo tuvo que hacer por sobrevivir y decide alejarse del amor.



Con estos mimbres, Mervin LeRoy conduce como quiere los sentimientos del espectador, nunca cayendo en la sensiblería, pero si acercándose, rozándola y efectuando múltiples reveses con el guión. La puesta en escena es realmente maravillosa y llena de dinamismo y de secuencias magistrales como el travelling que nos presenta a nuestra protagonista avanzando por la estación del tren en busca de clientes o la del baile donde Myra y Roy están bailando "El vals de las velas", mientras los músicos tocan, van apagando uno por uno las velas que iluminan la sala. Leroy demuestra que una mirada y un gesto pueden transmitir más significado que las palabras. El resultado final fue la escena más romántica de la cinta que culmina con uno de esos besos limpios, honestos, que tan generosamente prodigaba el cine de antaño.



Pero si por algo recordamos hoy esta excelente película es por Vivien Leigh, que demuestra su extraordinaria capacidad como actriz. Su transición de ingenua virgen hasta ser esa prostituta de endurecido corazón dan muestras de lo destacada que es su actuación. Leigh captura la fragilidad de Myra con gran resolución, sin excesos o grandes gestos. Su actuación es honesta, sutil y de intensa emoción. Con una sola mirada suya esta ofreciendo su desnuda alma al publico. Está soberbia en todos y cada uno de los pasajes del film, pero especialmente en la escena de la estación, cuando reaparece Roy, como un fantasma procedente del pasado. Esta secuencia comienza con un primer plano de nuestra heroína, cuyo rostro muestra una expresión vacía, característica de alguien que se ha resignado a su destino y ya no espera absolutamente nada de la vida. Pero el mérito de Leroy, ayudado por la gran facilidad expresiva de Vivien, reside en transmitirnos con sólo un primer plano la idea de que, a pesar del modo en que la vida se ha ensañado con ella, Myra no está totalmente hundida en el fango y sigue conservando buena parte de su dignidad como mujer.


                                                                                                                                                                                                                    En fin, puede que esta crónica me haya quedado algo parcial, pero mi eterno amor a Vivien Leigh me impide que sea más objetivo. Lo cierto es que la cinta del maestro Leroy conserva la misma frescura y vigencia que en el momento de su estreno. La sencilla y, a un tiempo, dramática historia de amor que relata, sigue encandilando al buen amante del cine y es precisamente la sencillez de su planteamiento argumental lo que la ha convertido en una obra imperecedera que nos seguirá haciendo vibrar las fibras más sensibles de los amantes del Séptimo Arte. Y es que, como creo haber comentado en alguna que otra ocasión, en lo que al cine se refiere, cualquier tiempo pasado fue mucho mejor.








23 de enero de 2018

El viaje a la España negra de Fernando Fernán Gómez

El extraño viaje (1964) Director: Fernando Fernán Gómez Reparto: Carlos Larrañaga, Tota Alba, Lina Canalejas, Jesús Franco,Rafaela Aparicio,
Sara Lezana, María Luisa Ponte, Teresa Gisbert. Guión: Manuel Ruiz Castillo, Pedro Beltrán Fotografía: José F. Aguayo


Dirigida por un Fernando Fernán Gómez en estado de gracia y apoyándose en un argumento original escrito por otro de los grandes del cine español, Luis García Berlanga, "El extraño viaje" es una película que rezuma genio por los cuatro costados y que me sigue fascinando por lo arriesgado de su propuesta. A medio camino entre el sainete costumbrista y la negrura del esperpento, lo extraordinario de la película reside en la insólita mezcla de géneros que presenta, bordeando el melodrama descarnado, el surrealismo castizo y el relato gótico de suspense, todo ello gracias a la mirada reflexiva de Fernán Gómez que se torna progresivamente mordaz y crítica con la España franquista de su tiempo, incapaz de tomar conciencia de su hipocresía y roñosa moral.


"El Extraño Viaje" transcurre en un pequeño pueblo rural de provincias, cercano a Madrid, donde vive la familia Vidal, compuesta por tres hermanos alienados: la dominante, severa, amargada y siempre enlutada Ignacia (Tota Alba) y los estrafalarios, ingenuos, tímidos y de naturaleza miedosa Paquita (Rafaela Aparicio) y Venancio (Jesús Franco). Los tres ansían marcharse al extranjero, espacio que identifican con la libertad y el desarrollo personal de sus vidas, lejos del control social que ejerce el pueblo y de la sombra de "el que dirán", y donde la monótona y lánguida cotidianidad del lugar sólo se rompe los sábados cuando llega un conjunto musical de Madrid para amenizar con sus canciones el fin de semana. Pero un luctuoso suceso trastocara la opresiva tranquilidad de la casa.


"El extraño viaje" presenta dos tramas paralelas que terminan por confluir de manera sorprendente en el genial flashback final que aporta luz sobre ambas. Por un lado está la divertida, a la par que macabra historia de los Vidal; esos tres solterones de ascendencia endogámica que apenas mantienen relación con sus convecinos debido a su estricto celo aristocrático. Por el otro, el infructuoso romance entre Fernando (Carlos Larrañaga), seductor vocalista de la banda musical, y Beatriz (Lina Canalejas), joven mercera que sueña con casarse. En medio no debemos olvidarnos de la Angelines (Sara Lezana) y de sus sensuales contoneos de cadera que tienen alborotado a medio pueblo. Pero los auténticos protagonistas son los que dan vida a los tres hermanos Vidal, que viven apartados del resto en su gran casa ya que se sienten superiores a sus vecinos. Se trata de Ignacia (Tota Alba), una solterona flaca y amargada, vestida siempre de riguroso negro y con el pelo recogido en un moño que domina a su tontorrones hermanos: la asustadiza Pepita (Rafaela Aparicio) y el tontorrón Venancio (Jesús Franco).


A partir de una historia de tensiones libidinosas y asesinatos fortuitos, Fernán Gómez articula uno de los retratos más ácidos de aquella supuesta moderna sociedad española del aperturismo, tras cuya fachada no esconde más que mezquindad y los mismos celos de siempre. En ese sentido, la represión, sobre todo la sexual, juega un papel importante en la película, estando latente a lo largo de todo el metraje y siendo una característica común a todos los personajes. La película, fascinante en su estrambótica mezcla de comedia negra, suspense, drama, costumbrismo y crítica social, ponía de manifiesto las taras y contradicciones de la reprimida España franquista, incapaz de tomar verdadera conciencia de su agonizante y rancio estado de desarrollo moral.


"El extraño viaje" constituye uno de las grandes películas del cine español, una obra de culto, curiosa y desconocida para muchos que posee un tratamiento inteligente e ingenioso con el que logra crear un fiel reflejo del estilo de vida de la España profunda. Es difícil decir mucho más sobre la película sin desvelar nada, lo mejor que se puede hacer es ponerse a verla y disfrutar de ella, prestar toda la atención posible para no perder detalle de lo que está pasando.


17 de enero de 2018

El guateque

(The Party) 1968                                                          Director: Blake Edwards                                                                                    Reparto: Peter Sellers, Claudine Longet, Marge Champion, J. Edward McKinley, Natalia Borisova, Fay McKenzie, Jean Carson, Al Checco.                  Guión: Blake Edwards, Tom Waldman, Frank Waldman              Fotografía: Lucien Ballard

Más de una vez hemos acudido a la fiesta de Blake Edwards para alejarnos de nosotros mismos, de nuestros problemas y del mundanal ruido y con más motivo si todavía nos encontramos sumidos en la recuperación de un contumaz resfriado, por tal motivo la pasada noche me propuse ser fiel a la costumbre y me puse a ver "El guateque", una película aparentemente "superficial" pero terriblemente divertida. Todo en "El guateque" es una sublime tontería, pero resulta una película tan demoledoramente divertida, que nunca deja de sorprender, aun cuando nos hayamos muerto de la risa, muchas veces, con las torpezas del protagonista.

"El guateque" es la auténtica película de humor. Humor directo, sin estilo, sin tapujos, una película concebida para hacer reír por todos los mecanismos posibles... gags verbales, gags de visuales, slapstick y humor absurdo... cualquier forma es válida para una película que desde el minuto uno hasta el final te saca una carcajada de la boca.


El film en una suerte de carta de amor al slapstick, al humor mudo, a cierto tío de Tati y también, a la improvisación causada por un escueto guión de apenas 63 páginas y al que Peter Sellers, en su magnificencia le sacó todo el partido posible. Porque seamos sinceros, la grandeza cómica de esta película no hubiera sido posible sin la presencia del actor británico que la protagoniza. Se nos hacen inolvidables su actitud complaciente, sus movimientos y gestos de disimulo, pausados, exagerados, conscientes; sus miradas aumentadas por la sorpresa o el bochorno; o su gesto crispado cuando se ve enredado en una situación incómoda. Su entiznada figura arrastra durante la película todas las surrealistas situaciones que él mismo provoca o le vienen dadas, desde que cruza la puerta del piso hasta la gran bacanal espumosa de su desenlace. Son como pequeños cortometrajes que bien podrían ser independientes, y que no necesitan de una trama argumental ni para comprenderlos ni para justificarlos.

Pero más allá de su aparente simplicidad, su suave y plácida ironía, en "El guateque hay mucha más mala leche de la que aparenta. Es un rechazo categórico al conformismo, la frivolidad, la beautiful people, el poder y lo in. A la decencia de escaparate, la celebridad oportunista y lo políticamente correcto. Blake Edwards nos guía como cicerone de excepción a través de un mundo del que tiene mucho que objetar y que mostrar. Esta farsa cinematográfica, que es "El guateque", no deja de ser un pequeño tirón de orejas a la industria del cine, pero cubierta bajo el envoltorio de la comedia grotesca donde se deambulan ricos y famosos, poder y dinero, todos ellos ajenos a las torpezas de Peter Sellers y a la cómica, sobresaliente y genial actuación del camarero borracho (Steve Franken)


En definitiva, una película de la que podría seguir hablando, pero tampoco quiero contar todos los detalles, pues os animo a volver a verla, y sino la has visto, te invito encarecidamente a que la veas, y así poder disfrutar de un gran clásico con una sonrisa en la cara, y porque "El guateque es mucho más que una película. Es optimismo en estado puro, alegría de vivir que nace del absurdo, de un universo alocado que se sale de su psicodélica órbita para anclarse en nuestra memoria y ya de paso curarnos todos los males del cuerpo y el alma... Aunque solo sea por una horas.

- Tenemos un refrán en la India.
- ¿Si?
- Sí.
- ¿Bien?- ¿Bien qué?




10 de enero de 2018

Laura Makabresku ok OK


Los secretos de las hadas


Temas universales como el amor, la muerte y el erotismo, forman parte del triángulo artístico y emocional de la talentosa obra fotográfica de la polaca Laura Makabresku, escritora de cuentos, poeta y artista visual que retrata con suma delicadeza la oscuridad, los miedos, el dolor y el mal que hay en los cuentos clásicos infantiles y en nuestros más recónditos sueños. 

A través de sus fotografías Laura Makabresku hace una invitación al público a sumergirse en una atmósfera de fantasía y misterio, muy propio de los cuentos de hadas. Sus imágenes esconden secretos, que surcan los insondables desiertos del subconsciente, que exploran los misteriosos impulsos de la condición humana o que juegan a narrar historias atemporales y lejanas. También hay imágenes que emocionan, que seducen y que inquietan. 


        

Sus fotografías tratan la melancolía, el dolor, el erotismo y la inocencia, todo con un aspecto bastante sombrío, pero nunca pierden la paz y la sensibilidad. Están realizadas con un punto de sutileza, no transmite un sentimiento de dolor, es todo lo contrario, te cautiva la tranquilidad y sosiego que llega a hacerte sentir.


Desde pequeña, aislada en el campo y jugando en el bosque con los gatos que vivían en casa de sus abuela, Laura empezó a imaginar un mundo de fantasía, poblado de hadas de piel transparente, melenas cobrizas y sueños de oscuridad y muerte. El aura de sus fotografías atraviesa la pantalla y, como las sirenas de la Ilíada llamando a la muerte a los marineros, consigue atrapar al espectador para envolverlo en sus cantos y llevárselo hacia las profundidades marinas.

    

Autodidacta, Makabresku empezó en el mundo de la fotografía cuando estaba en el instituto, después de sentir que los poemas que escribía no eran capaces de plasmar al completo sus pensamientos y sentimientos más internos. Pronto aprendió a explotar al máximo las herramientas escénicas para escribir diversas historias que contextualizan sus imágenes. La sorpresa de lo insólito se fusiona con situaciones diarias que generan pequeñas historias cuya temática combina el mundo real y lo fantástico.

     

Cuando hablamos de sus fotografías, nos viene a la mente delicadeza, suavidad, feminidad, frío, fragilidad, pero, sobre todo, sensibilidad. Un mundo onírico a caballo entre la condición etérea del cuerpo humano y la oscuridad y tenebrosidad de nuestras pesadillas más internas. Su característico estilo visual combina una luz tenue y unos colores pálidos, junto al halo de oscuridad y tranquilidad que desprende. Todo ello con la figura femenina casi siempre como protagonista, exceptuando las instantáneas en las que el mundo animal absorbe un protagonismo importante en su iconografía; ciervos, zorros y pajarillos se repiten en sus fotografías, como presagios de algo terriblemente triste y hermoso, encerrados en el tiempo. Porque, como la misma autora cuenta, la eternidad es tan cruel como la muerte.


Con una docilidad que roza lo extremo, Makabresku tiñe la muerte de una melancolía irresistible y nos invita a pasear por un imaginario en el que el erotismo, la inocencia y las experiencias sensoriales se aglutinan en una narrativa sutil y abrumadora. En pocas palabras, y sacadas de su propia boca: "Mis fotografías son expresiones de mi lado más oscuro. Mi trabajo le da voz a esas emociones y miedos que, de otro modo, me comerían por dentro". Así pues, la fotografía se convierte para ella en una ayuda para comprender e identificar algunos sentimientos que viven en su interior y que no son fáciles de expresar en palabras mediante sus poemas.


Quizás sea un sentimiento de adoración profusa, una envidia más que saludable o una capacidad fluida a la hora de reconocer un trabajo bien hecho; el caso es que Laura nos ha cautivado hasta límites insospechados y hoy queremos dedicarle un pequeño homenaje recogiendo y compartiendo parte de sus trabajos.