Más de una vez hemos acudido a la fiesta de Blake Edwards para alejarnos de nosotros mismos, de nuestros problemas y del mundanal ruido y con más motivo si todavía nos encontramos sumidos en la recuperación de un contumaz resfriado, por tal motivo la pasada noche me propuse ser fiel a la costumbre y me puse a ver "El guateque", una película aparentemente "superficial" pero terriblemente divertida. Todo en "El guateque" es una sublime tontería, pero resulta una película tan demoledoramente divertida, que nunca deja de sorprender, aun cuando nos hayamos muerto de la risa, muchas veces, con las torpezas del protagonista.
"El guateque" es la auténtica película de humor. Humor directo, sin estilo, sin tapujos, una película concebida para hacer reír por todos los mecanismos posibles... gags verbales, gags de visuales, slapstick y humor absurdo... cualquier forma es válida para una película que desde el minuto uno hasta el final te saca una carcajada de la boca.
El film en una suerte de carta de amor al slapstick, al humor mudo, a cierto tío de Tati y también, a la improvisación causada por un escueto guión de apenas 63 páginas y al que Peter Sellers, en su magnificencia le sacó todo el partido posible. Porque seamos sinceros, la grandeza cómica de esta película no hubiera sido posible sin la presencia del actor británico que la protagoniza. Se nos hacen inolvidables su actitud complaciente, sus movimientos y gestos de disimulo, pausados, exagerados, conscientes; sus miradas aumentadas por la sorpresa o el bochorno; o su gesto crispado cuando se ve enredado en una situación incómoda. Su entiznada figura arrastra durante la película todas las surrealistas situaciones que él mismo provoca o le vienen dadas, desde que cruza la puerta del piso hasta la gran bacanal espumosa de su desenlace. Son como pequeños cortometrajes que bien podrían ser independientes, y que no necesitan de una trama argumental ni para comprenderlos ni para justificarlos.
Pero más allá de su aparente simplicidad, su suave y plácida ironía, en "El guateque hay mucha más mala leche de la que aparenta. Es un rechazo categórico al conformismo, la frivolidad, la beautiful people, el poder y lo in. A la decencia de escaparate, la celebridad oportunista y lo políticamente correcto. Blake Edwards nos guía como cicerone de excepción a través de un mundo del que tiene mucho que objetar y que mostrar. Esta farsa cinematográfica, que es "El guateque", no deja de ser un pequeño tirón de orejas a la industria del cine, pero cubierta bajo el envoltorio de la comedia grotesca donde se deambulan ricos y famosos, poder y dinero, todos ellos ajenos a las torpezas de Peter Sellers y a la cómica, sobresaliente y genial actuación del camarero borracho (Steve Franken)
En definitiva, una película de la que podría seguir hablando, pero tampoco quiero contar todos los detalles, pues os animo a volver a verla, y sino la has visto, te invito encarecidamente a que la veas, y así poder disfrutar de un gran clásico con una sonrisa en la cara, y porque "El guateque es mucho más que una película. Es optimismo en estado puro, alegría de vivir que nace del absurdo, de un universo alocado que se sale de su psicodélica órbita para anclarse en nuestra memoria y ya de paso curarnos todos los males del cuerpo y el alma... Aunque solo sea por una horas.
- Tenemos un refrán en la India.
- Sí.
- ¿Bien?- ¿Bien qué?
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