Los secretos de las hadas
A través de sus fotografías Laura Makabresku hace una invitación al público a sumergirse en una atmósfera de fantasía y misterio, muy propio de los cuentos de hadas. Sus imágenes esconden secretos, que surcan los insondables desiertos del subconsciente, que exploran los misteriosos impulsos de la condición humana o que juegan a narrar historias atemporales y lejanas. También hay imágenes que emocionan, que seducen y que inquietan.
Sus fotografías tratan la melancolía, el dolor, el erotismo y la inocencia, todo con un aspecto bastante sombrío, pero nunca pierden la paz y la sensibilidad. Están realizadas con un punto de sutileza, no transmite un sentimiento de dolor, es todo lo contrario, te cautiva la tranquilidad y sosiego que llega a hacerte sentir.
Desde pequeña, aislada en el campo y jugando en el bosque con los gatos que vivían en casa de sus abuela, Laura empezó a imaginar un mundo de fantasía, poblado de hadas de piel transparente, melenas cobrizas y sueños de oscuridad y muerte. El aura de sus fotografías atraviesa la pantalla y, como las sirenas de la Ilíada llamando a la muerte a los marineros, consigue atrapar al espectador para envolverlo en sus cantos y llevárselo hacia las profundidades marinas.
Autodidacta, Makabresku empezó en el mundo de la fotografía cuando estaba en el instituto, después de sentir que los poemas que escribía no eran capaces de plasmar al completo sus pensamientos y sentimientos más internos. Pronto aprendió a explotar al máximo las herramientas escénicas para escribir diversas historias que contextualizan sus imágenes. La sorpresa de lo insólito se fusiona con situaciones diarias que generan pequeñas historias cuya temática combina el mundo real y lo fantástico.
Cuando hablamos de sus fotografías, nos viene a la mente delicadeza, suavidad, feminidad, frío, fragilidad, pero, sobre todo, sensibilidad. Un mundo onírico a caballo entre la condición etérea del cuerpo humano y la oscuridad y tenebrosidad de nuestras pesadillas más internas. Su característico estilo visual combina una luz tenue y unos colores pálidos, junto al halo de oscuridad y tranquilidad que desprende. Todo ello con la figura femenina casi siempre como protagonista, exceptuando las instantáneas en las que el mundo animal absorbe un protagonismo importante en su iconografía; ciervos, zorros y pajarillos se repiten en sus fotografías, como presagios de algo terriblemente triste y hermoso, encerrados en el tiempo. Porque, como la misma autora cuenta, la eternidad es tan cruel como la muerte.
Con una docilidad que roza lo extremo, Makabresku tiñe la muerte de una melancolía irresistible y nos invita a pasear por un imaginario en el que el erotismo, la inocencia y las experiencias sensoriales se aglutinan en una narrativa sutil y abrumadora. En pocas palabras, y sacadas de su propia boca: "Mis fotografías son expresiones de mi lado más oscuro. Mi trabajo le da voz a esas emociones y miedos que, de otro modo, me comerían por dentro". Así pues, la fotografía se convierte para ella en una ayuda para comprender e identificar algunos sentimientos que viven en su interior y que no son fáciles de expresar en palabras mediante sus poemas.
Quizás sea un sentimiento de adoración profusa, una envidia más que saludable o una capacidad fluida a la hora de reconocer un trabajo bien hecho; el caso es que Laura nos ha cautivado hasta límites insospechados y hoy queremos dedicarle un pequeño homenaje recogiendo y compartiendo parte de sus trabajos.
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