8 de octubre de 2018

El cuarto hombre

(Kansas City Confidential) 1952                                                                Director: Phil Karlson                                                                                    Reparto: John Payne, Preston Foster, Lee Van Cleef, Coleen Gray, Neville Brand, Jack Elam, Dona Drake, Mario Siletti, Howard Negley, Carleton Young, Ted Ryan.                                                                                                        Guión: Rowland Brown, George Bruce, Harry Essex, Phil Karlson, John Payne.                                                                                                        Fotografía: George E. Diskant

Siempre sucede que cuando hablamos del Hollywood dorado nos olvidamos de aquellos realizadores que se batieron el cobre en la Serie B, dirigiendo cintas generalmente de encargo, muchas de las cuales acabarían deviniendo en auténticos clásicos. Algunos de estos hombres destacaron por encima de la media, a pesar de desarrollar sus carreras en los estrechos márgenes del cine de bajo o mediano presupuesto. Y entre ellos, entre ese pequeño grupo de elegidos que pasarían a engrosar la lista de directores imprescindibles del noir, figura por derecho propio Phil Karlson, director todoterreno, capaz de llevar a la pantalla cualquier historia y curtido en mil lances cinematográficos.

Karlson brillaría con luz propia en el cine negro gracias a películas geniales como  "Trágica información" (1952), "Calle River 99" (1953), "El imperio del terror" (1955) , "Cuando el hampa dicta su ley" (1960) o la que nos ocupa hoy "El cuarto hombre", su primera aproximación a las temáticas negras puras, sino uno de sus filmes más estilizados al lograr ensamblar un relato con garra y fuerza expresiva en su puesta en escena, mientras que en su vertiente temática esconde un desarrollo dramático lleno de vericuetos, que responde finalmente a una crítica nada solapada de un sistema policial y social subyugado por el Macartismo.

Con "El Cuarto Hombre", Karlson no se anda con medias tintas: expone un argumento claro y conciso y hace estallar la violencia en la cara del espectador. El protagonista es Joe (John Payne), un ex convicto acusado de un atraco a un banco del que es inocente. Pese a que se demuestra que no es culpable, su detención le hace perder su trabajo, así que decide encontrar a los responsables. Pero no será tarea fácil: el atraco fue planificado minuciosamente por alguien que contrató a tres criminales y les obligó a efectuar el robo con una máscara puesta en todo momento, de forma que al acabar no conocen la identidad ni de la persona que los reclutó ni de sus compañeros, evitando así posibles traiciones. Joe, sin embargo encuentra una pista que le lleva a un pequeño hotel mexicano donde van a repartirse el botín.


"El cuarto hombre" es otro magnífico ejemplo del cine negro de Karlson y de la libertad creadora que otorgaba la serie B: la violencia que emplean los policías para que el sospechoso del atraco confiese difícilmente podría reconocerse en films de mayor presupuesto. Sin ser una obra redonda (el personaje femenino está metido con calzador, buscando el final feliz), "El cuarto hombre" supone una buena muestra de un tipo de cine directo y conciso, que no se andaba por las ramas para explicar una buena historia. Como ejemplo de cómo se las gastaban estos cineastas bastan los primeros minutos del film: sin una sola línea de diálogo sabremos que alguien está planeando atracar un banco; cómo y a qué hora se realizará el atraco; quién servirá de señuelo para la policía; y cómo es, dónde está y por qué el primero de los delincuentes que van a ser reclutados para llevar a cabo el trabajo. A algunos en el cine actual les llevaría media película exponer todo eso.


Uno de los atractivos de "El Cuarto Hombre" es la sólida premisa, que se basa en una doble venganza que entra en conflicto: la del ex convicto que quiere vengarse de quién le ha vuelto a hacer caer en brazos de la ley, y la del ex policía, amargado por haber sido expulsado del cuerpo. Ambos son antagonistas aunque paradójicamente son víctimas de una injusticia provocada por la ley.


Para poner en imágenes su historia, Karlson contó con un presupuesto muy reducido, pero la gente como Karlson se crecía ante la adversidad y en la película no se advierte esa carencia económica. Para el reparto, Karlson se rodeó de una estrella mediana como John Payne, de la serena belleza de Coleen Gray y de un brillante elenco de secundarios, que con su sola presencia dan lustre al film. Entre esos ilustres secundarios nos encontramos a un inmenso Preston Foster, el siempre inquietante Jack Elam, el torvo Neville Brand y el siniestro Lee Van Cleef. En pocas ocasiones se ha visto en el cine a un terceto de villanos tan memorable.

Con estos mimbres Karlson teje una intriga clásica, con un final no por esperado menos eficaz, y logra realizar uno de los films negros más absorbentes. Además el tono noir de la película es resaltado por la efectiva fotografía en blanco y negro de George E. Diskant y de la habiles manos de unos guionistas que nos dejan una sensación de turbiedad moral y de desencanto colectivo que se expresa en constantes estallidos de violencia. Toda una interrelación de personajes, motivaciones, situaciones y tensiones internas, que Karlson en este último tramo resuelve magníficamente cuando tiene que atender la definición de la tipología de delincuentes –potenciados por las magníficas prestaciones del ya citado Jack Elam, Lee Van Cleef y el estupendo Neville Brad-, siendo servidos por intensos y nerviosos primeros planos, unidos a otras secuencias planteadas en plano medio, donde la ubicación y la propia configuración de la presencia de sus intérpretes adquiere tintes casi expresionistas.

Aunque la resolución final del film quizá se antoje un tanto blanda o apresurada en su conclusión. Ello, sin embargo, no debe llevarnos a una valoración que no corresponda a sus reales méritos; la de ser un estupendo thriller y la cinta donde mejor se recopila las grandes virtudes de su director. Lástima que condensara todo su talento en una década de cine. En diez años Phil Karlson hizo otras tantas excelentes películas que están pidiendo a gritos una urgente revisión, a la que me pondré a no más tardar en cuanto termine de escribir este post.

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