28 de junio de 2018

El libro de Aurora

Autora: Aurora Bernardez                                                        Editorial: Alfaguara                                                                      Nº página: 288



Puede que para muchos el nombre de Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014) no les suene mucho, pero si les digo que Aurora Bernárdez Novoa fue una eximia traductora de grandes escritores y, sobre todo, la primera esposa de Julio Cortázar, con el que vivió desde 1952 hasta 1967, heredera universal y su albacea literaria del escritor argentino nos iremos situando en el perfil de una mujer que vivió un amor inquebrantable hacia cultura en general y hacia la obra y la persona de Julio Cortázar en particular.
Su vida estuvo marcada por la literatura, la música y el arte, y sus recuerdos resultan fundamentales para profundizar en esa época y en el descubrimiento personal de uno de los escritores más importantes de la literatura en español. Pero ella también se revela en este libro como autora, tal como demuestran sus diarios, narraciones y poemas publicados en "El libro de Aurora".
Férrea guardiana de su intimidad, este interesante libro nos ofrece en primera persona el testimonio emocionante de toda una vida dedicada a la literatura, y una ventana a su propia y desconocida obra que permaneció oculta por voluntad propia. Las razones de esa clandestinidad literaria fueron el hermano mayor de Aurora, el poeta Francisco Luis Bernárdez, y naturalmente Julio Cortázar. Dice Aurora en la entrevista que le realizo el compositor, cineasta y amigo Philippe Fénelon: "No podía competir. No podía hacer lo que hacían otros porque no podía caer en el ridículo".
No debió resultar fácil a una mujer inteligente y con talento como Aurora Bernárdez ser la discreta sombra de su marido. Por mucho que este se llamara Julio Cortázar y fuese unánimemente considerado como un genio. Con una calidad en sus escritos que era un secreto a voces, este libro hace justicia y vence el pudor de la propia autora, quien nunca se animó a publicar en vida y tal vez su legado se hubiera perdido para siempre si no fuese porque la acertada intervención de sus herederos impidió que los papeles de Aurora Bernárdez fuesen destruidos.

Como ya hemos dicho, el libro recoge 80 poemas llenos de elegante sensualidad y asordinado dolor. 8 cuentos cortos que recuerdan a los de Cortázar y los de Silvina Ocampo, su amiga, con los que compartía el gusto por el humor siniestro, los personajes infantiles perversos y las historias de familia falsamente ingenuas. Diferentes reflexiones sobre viajes, la cultura y la vida, y una extensa entrevista donde Aurora se abre para contarnos algo muy parecido a sus memorias.

En definitiva, para los fanáticos de la literatura en general, "El libro de Aurora" nos permite descubrir a una escritora que aprovechó sus apasionadas lecturas para metabolizarlas en un nuevo material con voz y talento propios. Es la prueba de que existe cierta pureza en las palabras de quienes no saben con certeza si alguna vez su obra llegará a algún lector. El suyo es un trabajo de humildad que golpea cada página, cada verso y cada escena de su vida.

POEMAS

"La tarea de escribir"
Llenarás las palabras de ti mismo,
llenarás las palabras de palabras,
llenarás con las cosas las palabras:
quedan siempre vacías.
Vaciarás las palabras de ti mismo,
vaciarás las palabras de palabras,
vaciarás de las cosas las palabras:
queda siempre el vacío.
¿Dónde estarás tú mismo,
dónde las cosas, dónde las palabras?

"Muerte de los tulipanes"
(Para Martha)
Aún corren en la seda tersa de los pétalos
lentos jugos de vida.
En los bordes se encrespa el mineral, la dorada
frágil lápida que anuncia una vez más
«Efímero es lo bello».
Perdura su recuerdo en la tenue memoria,
en las flores escritas,
túmulos de papel, deleznable materia;
otros ojos que éstos leerán
«La belleza es eterna».
Es la última danza, los tallos adoptan
posturas de abandono,
blandas curvas del verde
desperezándose
en postrera voluptuosidad.
En el fondo del vaso
el agua se enturbia,
la demolición prepara
su fértil ciénaga.

"Abrazo"
Un temblor en la raíz,
una exasperación en la voz,
y el pavor ante el vacío que jadea,
el impulso de saltar
para no alcanzar la otra orilla,
para no arribar nunca a puerto.
Sobre la cabeza estallan las palmeras,
el cielo se incendia de azul,
el silencio cubre un quejido.
No hay puerto sin amarras.

Y para terminar os contaré la ultima y gran historia de amor entre Julio Cortázar y Aurora Bernárdez. Después de años marcados por el amor y la amistad, ambos se reencontraron por última vez en una historia digna de la talla de Cortázar.
Esta historia increíble data de 1956, cuando Cortázar y Aurora viajaron a la India y vieron en directo una ceremonia fúnebre tradicional hindú, que consiste en la cremación. Horrorizado por ese espectáculo, Cortázar instruyó a quien en ese momento era su esposa: -"No quiero eso para mí "-; -"Yo tampoco"-, le respondió ella, según relata Luis Corradini en La Nación. Así, ambos se definían en contra de la incineración de sus cuerpos, apostando por el entierro de los mismos.
Pero cuando Cortázar fallece en 1984 es enterrado junto a su última esposa Carol Dunlop en el cementerio de Montparnasse. Así entonces, Aurora Bernárdez veía imposibilitada su anhelo de ser enterrada junto al cuerpo de Cortázar, ya que la capacidad del lecho estaba colmada. María Alejandra Bernárdez, su sobrina, en las conversaciones que mantuvo con las 60 personas que asistieron a la ceremonia comentó la decisión que tuvo que tomar la familia Bernárdez para realizar ese deseo: quemar el cuerpo de Aurora, para que pudiera caber en la estructura y así no distanciarse de Cortázar, aunque tuvieran que pasar por encima de la decisión tomada en 1956 junto al escritor. El cariño había torcido la balanza a la hora de tomar esa decisión: el interminable cariño hacia Cortázar y el afecto a su amiga, Carol Dunlop hicieron el relato de un hermoso cuento.

34 años de su fallecimiento, Cortázar sigue escribiendo historias alrededor de su figura, colmadas de azar y amor. La muerte de Aurora Bernárdez quizás haya sido el último gran relato del gran cronopio. O tal vez no.

23 de junio de 2018

Gina Higgins


American Noir 


El estilo de Gina Higgins es una celebración de la vida nocturna de Los Ángeles, con el glamour, el neón, el humo, y sus sombras. Femme fatales y hombres peligrosamente enigmáticos se yuxtaponen en escenarios urbanos, que recuerda al Hollywood dorado pero con un toque contemporáneo. 


Los personajes de sus pinturas existen en el momento, como tomados por sorpresa por el flash de una cámara y atractivos a causa de su aparente vulnerabilidad. Al igual que los fotógrafos y cineastas que le han servido de inspiración, con cada lienzo intenta capturar lo que se ve y se siente en un abrir y cerrar de ojos. Su técnica es a la vez espontánea y controlada, una delicada mezcla de realismo fotográfico con imágenes evocadoras. Los lienzos urbanos temáticos son elegantes y misteriosos, sin lugar a dudas influidos por sus viajes.


Gina Higgins es una artista nacida en Nueva Orleans y criada en Hollywood Hills que desarrolló su pasión por el arte desde muy joven, reconociendo sus habilidades artísticas por el ambiente en el que se crió. Su madre era concertista de piano y cantante que realizó un disco de cierto éxito en Italia a finales de los 70. Su padre era un arquitecto y fotógrafo que documentó los emblemáticos rascacielos en el centro de Los Ángeles, y un primo suyo fue un destacado artista contemporáneo. De esta forma, su infancia se sumergió en un intercambio de arte y música, y la creatividad siempre fue el centro de su formación.


Gina fue aceptada para su ingreso directo en la University of Southern California Roski School de Bellas Artes con apenas 17 años. Se inscribió en el plan de estudios de artes gráficas con la mirada puesta en convertirse en una ilustradora de moda. Ferozmente independiente, deja la universidad tras dos años de estar en el programa para viajar por toda Europa, donde sigue perfeccionando su técnica artística, recibiendo entrenamiento formal en dibujo figurativo y pintura en París y Florencia. 


A su regreso a Los Ángeles completa su BFA, sin embargo la cultura europea había dejado una profunda influencia en su estilo como artista comercial. Sus ilustraciones pronto fueron buscadas por clientes como Liz Claiborne, Etienne Eigner, Alexander McQueen, los estudios de CBS y MGM, y A&M/Polygram records entre otros.


Como artista, Gina Higgins trata temas tan comunes, como la melancolía, la soledad y el suspense. Su inspiración no solo viene del cine, sino también de la fotografía, la literatura, la música o la danza. Su serie de cuadros "American Noir" es su representación personal de algunos de estos elementos que la han tocado como artista. En pocas palabras, sus pinturas evocan una historia, ya que sugieren suficiente misterio para dejar que el espectador las concluya.








Mis directores favoritos

(capítulo 1)


Howard Hawks


A simple vista, puede parecernos que a diferencia de Fritz Lang, Orson Welles o Stanley Kubrick (por decir solo tres directores de tres épocas), que pretendían hacer del cine un arte, el cine de Howard Hawks no tiene más aspiraciones, ninguna más, que la de hacer pasar al espectador un rato entretenido. Frecuentemente lo consigue y es por eso (y por otros motivos, que contaré más adelante) que merece ser el que encabece esta primera reseña sobre mis directores favoritos.
Se ha dicho, con razón, que Howard Hawks es un "buen artesano", una calificación que admito solo si le la considera un merecido elogio. Porque entretener, en el fondo, no es malo. Claro que entretener y "formar", es mejor. Pero Hawks era americano y todo lo que no fuese eminentemente práctico le importaba bien poco. Algo que dejo bien patente cuando dijo que -"Todo lo que hago es contar una historia. No la analizo ni pienso demasiado en ella. Trabajo sobre la base de que si a mí me gustan unas personas y me parecen atractivas, puedo hacerlas atractivas. Si creo que una cosa es divertida, entonces la gente se ríe con ella. Si creo que una cosa es dramática, el público también lo cree. No me paro a analizarlo. Sólo hacíamos las escenas que eran divertidas de hacer. Creo que nuestro trabajo es entretener"-.

Cary Grant entre Jean Arthur y  Rita Hayworth en "Sólo los ángeles tienen alas" (1939)
   
Tras la aparente sencillez de las películas de Howard Hawks se esconde un paciente y minucioso trabajo de dirección, guionización y fotografía. No se ve, no se nota, pero está ahí... Por eso Howard Hawks sostenía que el espectador no debe notar el movimiento de la cámara, ésta tiene siempre que estar a la altura de los protagonistas, evitar picados y contrapicados. Es una forma extremadamente sencilla de contar las películas, pero, al mismo tiempo, en esa sencillez radica una enorme dificultad. Los actores deben ser brillantes, buenos actores, deben conocer su oficio, todo depende de ellos; los guionistas deben ser ágiles, conscientes de que el público se cansa de los diálogos cargados de "mensaje".

Rosalind Russell, Cary Grant y Ralph Bellamy en "Luna nueva" (1940)
Si la analizamos detenidamente, la legendaria carrera de Howard Hawks (1896-1977) no es tan dilatada en títulos como en el caso de otros maestros contemporáneos suyos. Es decir, en comparación con la filmografía de cualquier director prolífico de la actualidad, sí fue fecunda, pero no si tenemos cuenta que en los años treinta y cuarenta los sistemas de producción de Hollywood permitían a un cineasta de renombre filmar dos o tres películas en un año. Durante los años treinta, aún sin estar bajo contrato de ningún estudio, o quizá precisamente por ello, filmó nada menos que trece largometrajes, más tres sin acreditar. En los años cuarenta, nueve largos, más dos dos sin acreditar. Y en los años cincuenta siete. Aún así no da la sensación de que su genio creativo se fuera apagando con el tiempo, sino que en una sola película contaba lo que antes en tres, y que depuraba su estilo con pasos de gigante.

"Bola de fuego" (1941)
Entre su filmografía se encuentran películas propias del género negro, westerns, comedias de enredo, frivolidades varias, películas de aventuras. No hay género que no haya tocado en algún momento de su vida. Filmaba aquello que los estudios le solicitaban que filmase. En el fondo, hay que comer todos los días y aunque Hawks era un niño bien, nacido en una familia pudiente, fue educado en el trabajo. A pesar de que en su juventud, lo que verdaderamente le interesaba era la aviación.

Lauren Bacall enseñando a silbar
a Humphrey Bogart en
"Tener y no tener" (1944)
Nació en 1896 en Los Ángeles, el joven Howard Hawks se aficionó a pilotar coches y aviones. Después de la I Guerra Mundial comenzó a trabajar en Hollywood como montador, guionista y productor hasta que en 1926 dirigió su primera película: "El espejo del alma". Muy pronto se ganó la confianza de la industria como un director eficaz que siempre se ajustaba al presupuesto. Esta confianza le permitió producir casi todos sus filmes. De su obra han quedado 47 películas, 23 guiones y 21 películas en las que actuó como productor. 

Trabajó, sin duda, con los mejores actores de su tiempo y tuvo como guionistas a grandes de la literatura (Hemingay, William Faulkner o Raymond Chandler). Entre sus películas más notables vale la pena reseñar a "La escuadrilla del amanecer" (1930), "Scarface, el terror del Hampa" (1932), "La comedia de la vida" (1934), "La fiera de mi niña" (1938), "Sólo los ángeles tienen alas" (1939), "Luna nueva" (1940), "Bola de fuego" (1941), "Tener y no tener" (1944), "El sueño eterno" (1946), "Río rojo" (1948), "La novia era él" (1949), "El enigma de otro mundo" (1951), "Me siento rejuvenecer" (1952), "Los caballeros las prefieren rubias" (1953), "Río Bravo" (1959), "Hatari" (1962), "El Dorado" (1966) y "Río Lobo" (1970), todas ellas tienen su sello, su particular firma que las hace totalmente personales cuando en las pantallas vemos unos diálogos pronunciados a velocidad de vértigo, recordamos que ésa era una de las claves que hacen de sus películas joyas imperecederas del cine. Un cine que fue uno de los máximos responsables de inocular en vena mi pasión por el séptimo arte en aquellas gloriosas tardes de sesión doble.

Howard Hawks y Angie-Dickinson
luciendo sus interminables piernas
durante un descanso de "Rio Bravo".
Murió el 26 de diciembre de 1977, a los 81 años, en la localidad californiana de Palm Springs, pero su huella permanecerá eternamente 
indeleble entre nosotros .


















Žilda


Lo bello es siempre extraño


Neorrealismo italiano, renacimiento, costumbrismo social, mitología griega, arte sacro, las referencias del artista callejero Žilda, son muchas y variadas. Sus obras están impregnadas de un lirismo social, con el que refleja tanto su estado emocional como muestra su opinión sobre lo que sucede a su alrededor. 


Realizadas a base de óleo y acrílico sobre papel, el trabajo Žilda crea un arte que rompe todos los esquemas dentro de la historia del mismo pues es un artista urbano con tintes renacentistas. Introduce residuos de lo clásico en un discurso contemporáneo que logra conjugar todo de manera tan perfecta, que parece que somos parte de una puesta en escena.

           

En el arte de Žilda no existe la obsesión artística por la originalidad, sus temas son obras que ya existen reinterpretadas y expuestas en lugares públicos para ojos que nunca han conocido, o ya han olvidado, la belleza de las obras de arte del pasado. El contraste de su arte en el espacio público-urbano se puede encontrar en una azotea sucia de Lisboa, dentro de un callejón transitado en Nápoles o en alguna construcción abandonada de París; dignos escenarios de metrópolis para representar un lirismo social y adaptar la poesía a sus creaciones tanto por la simbología como por los títulos que da a sus obras.


Con ello, Žilda parece querer reivindicar el arte clásico al público contemporáneo, y a la vez transformar el concepto mismo de ese arte adaptándolo a una realidad más actual. "Mi arte se inspira en que la gente de la vida cotidiana pueda apreciar un estilo clásico del arte sin un boleto de museo" explica el artista, y es aquí donde nos damos cuenta de que los escenarios escogidos para exponer sus obras, están perfectamente estudiados para lanzar el mensaje deseado, para enaltecer el arte clásico y a la vez criticar el mundo moderno con sus fastuosos museos solo al alcance de unos cuantos. Zilda entra así en una nueva dimensión, la del Activismo, y se reivindica además, no solo con su seudónimo artístico, sino en la careta que le acompaña en todas las filmaciones y oculta su rostro.
        
           

Žilda es un artista de suburbios, por eso las obras de Žilda suelen encontrarse en lugares de difícil acceso. Él no es muy partidario del posicionamiento del Street Art que busca visibilidad a toda costa. Su pintura es efímera y desaparece con el tiempo, de ahí que la parte fotográfica marque un punto importante en todo el proceso. 

            

Lo suyo es sobre todo para complacerse, para contar historias en lugares que le hablan. Pero no todo gira solamente en torno a la pintura expuesta, la escenografía es una parte fundamental en el concepto acabado de la obra. Todo el atrezzo ya sea en pinturas aleatorias al lado de la imagen, ya sea escombros que se encuentran en el lugar elegido para su exposición, o ya sean los objetos pensados a priori y colocados estratégicamente, todo forma parte del mensaje final.