Autora: Aurora Bernardez Editorial: Alfaguara Nº página: 288
Puede que para muchos el nombre de Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014) no les suene mucho, pero si les digo que Aurora Bernárdez Novoa fue una eximia traductora de grandes escritores y, sobre todo, la primera esposa de Julio Cortázar, con el que vivió desde 1952 hasta 1967, heredera universal y su albacea literaria del escritor argentino nos iremos situando en el perfil de una mujer que vivió un amor inquebrantable hacia cultura en general y hacia la obra y la persona de Julio Cortázar en particular.
Su vida estuvo marcada por la literatura, la música y el arte, y sus recuerdos resultan fundamentales para profundizar en esa época y en el descubrimiento personal de uno de los escritores más importantes de la literatura en español. Pero ella también se revela en este libro como autora, tal como demuestran sus diarios, narraciones y poemas publicados en "El libro de Aurora".
Férrea guardiana de su intimidad, este interesante libro nos ofrece en primera persona el testimonio emocionante de toda una vida dedicada a la literatura, y una ventana a su propia y desconocida obra que permaneció oculta por voluntad propia. Las razones de esa clandestinidad literaria fueron el hermano mayor de Aurora, el poeta Francisco Luis Bernárdez, y naturalmente Julio Cortázar. Dice Aurora en la entrevista que le realizo el compositor, cineasta y amigo Philippe Fénelon: "No podía competir. No podía hacer lo que hacían otros porque no podía caer en el ridículo".
No debió resultar fácil a una mujer inteligente y con talento como Aurora Bernárdez ser la discreta sombra de su marido. Por mucho que este se llamara Julio Cortázar y fuese unánimemente considerado como un genio. Con una calidad en sus escritos que era un secreto a voces, este libro hace justicia y vence el pudor de la propia autora, quien nunca se animó a publicar en vida y tal vez su legado se hubiera perdido para siempre si no fuese porque la acertada intervención de sus herederos impidió que los papeles de Aurora Bernárdez fuesen destruidos.
Como ya hemos dicho, el libro recoge 80 poemas llenos de elegante sensualidad y asordinado dolor. 8 cuentos cortos que recuerdan a los de Cortázar y los de Silvina Ocampo, su amiga, con los que compartía el gusto por el humor siniestro, los personajes infantiles perversos y las historias de familia falsamente ingenuas. Diferentes reflexiones sobre viajes, la cultura y la vida, y una extensa entrevista donde Aurora se abre para contarnos algo muy parecido a sus memorias.
Como ya hemos dicho, el libro recoge 80 poemas llenos de elegante sensualidad y asordinado dolor. 8 cuentos cortos que recuerdan a los de Cortázar y los de Silvina Ocampo, su amiga, con los que compartía el gusto por el humor siniestro, los personajes infantiles perversos y las historias de familia falsamente ingenuas. Diferentes reflexiones sobre viajes, la cultura y la vida, y una extensa entrevista donde Aurora se abre para contarnos algo muy parecido a sus memorias.
En definitiva, para los fanáticos de la literatura en general, "El libro de Aurora" nos permite descubrir a una escritora que aprovechó sus apasionadas lecturas para metabolizarlas en un nuevo material con voz y talento propios. Es la prueba de que existe cierta pureza en las palabras de quienes no saben con certeza si alguna vez su obra llegará a algún lector. El suyo es un trabajo de humildad que golpea cada página, cada verso y cada escena de su vida.
POEMAS
"La tarea de escribir"
Llenarás las palabras de ti mismo,
llenarás las palabras de palabras,
llenarás con las cosas las palabras:
quedan siempre vacías.
llenarás las palabras de palabras,
llenarás con las cosas las palabras:
quedan siempre vacías.
Vaciarás las palabras de ti mismo,
vaciarás las palabras de palabras,
vaciarás de las cosas las palabras:
queda siempre el vacío.
vaciarás las palabras de palabras,
vaciarás de las cosas las palabras:
queda siempre el vacío.
¿Dónde estarás tú mismo,
dónde las cosas, dónde las palabras?
dónde las cosas, dónde las palabras?
"Muerte de los tulipanes"
(Para Martha)
(Para Martha)
Aún corren en la seda tersa de los pétalos
lentos jugos de vida.
En los bordes se encrespa el mineral, la dorada
frágil lápida que anuncia una vez más
«Efímero es lo bello».
Perdura su recuerdo en la tenue memoria,
en las flores escritas,
túmulos de papel, deleznable materia;
otros ojos que éstos leerán
«La belleza es eterna».
lentos jugos de vida.
En los bordes se encrespa el mineral, la dorada
frágil lápida que anuncia una vez más
«Efímero es lo bello».
Perdura su recuerdo en la tenue memoria,
en las flores escritas,
túmulos de papel, deleznable materia;
otros ojos que éstos leerán
«La belleza es eterna».
Es la última danza, los tallos adoptan
posturas de abandono,
blandas curvas del verde
desperezándose
en postrera voluptuosidad.
En el fondo del vaso
el agua se enturbia,
la demolición prepara
su fértil ciénaga.
posturas de abandono,
blandas curvas del verde
desperezándose
en postrera voluptuosidad.
En el fondo del vaso
el agua se enturbia,
la demolición prepara
su fértil ciénaga.
"Abrazo"
Un temblor en la raíz,
una exasperación en la voz,
y el pavor ante el vacío que jadea,
el impulso de saltar
para no alcanzar la otra orilla,
para no arribar nunca a puerto.
una exasperación en la voz,
y el pavor ante el vacío que jadea,
el impulso de saltar
para no alcanzar la otra orilla,
para no arribar nunca a puerto.
Sobre la cabeza estallan las palmeras,
el cielo se incendia de azul,
el silencio cubre un quejido.
No hay puerto sin amarras.
el cielo se incendia de azul,
el silencio cubre un quejido.
No hay puerto sin amarras.
Esta historia increíble data de 1956, cuando Cortázar y Aurora viajaron a la India y vieron en directo una ceremonia fúnebre tradicional hindú, que consiste en la cremación. Horrorizado por ese espectáculo, Cortázar instruyó a quien en ese momento era su esposa: -"No quiero eso para mí "-; -"Yo tampoco"-, le respondió ella, según relata Luis Corradini en La Nación. Así, ambos se definían en contra de la incineración de sus cuerpos, apostando por el entierro de los mismos.
Pero cuando Cortázar fallece en 1984 es enterrado junto a su última esposa Carol Dunlop en el cementerio de Montparnasse. Así entonces, Aurora Bernárdez veía imposibilitada su anhelo de ser enterrada junto al cuerpo de Cortázar, ya que la capacidad del lecho estaba colmada. María Alejandra Bernárdez, su sobrina, en las conversaciones que mantuvo con las 60 personas que asistieron a la ceremonia comentó la decisión que tuvo que tomar la familia Bernárdez para realizar ese deseo: quemar el cuerpo de Aurora, para que pudiera caber en la estructura y así no distanciarse de Cortázar, aunque tuvieran que pasar por encima de la decisión tomada en 1956 junto al escritor. El cariño había torcido la balanza a la hora de tomar esa decisión: el interminable cariño hacia Cortázar y el afecto a su amiga, Carol Dunlop hicieron el relato de un hermoso cuento.
34 años de su fallecimiento, Cortázar sigue escribiendo historias alrededor de su figura, colmadas de azar y amor. La muerte de Aurora Bernárdez quizás haya sido el último gran relato del gran cronopio. O tal vez no.
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