Humanista y fotógrafo
"Una fotografía no es la creación del fotógrafo. Él se limita a abrir una pequeña ventana y a captarla. Entonces el mundo se inscribe en el negativo. El fotógrafo está más cerca de la lectura que de la literatura. Los fotógrafos leen el mundo".
Son palabras del fotógrafo italiano Ferdinando Scianna, un artista con el notable don de capturar el instante y convertirlo en algo ancestral, especialmente cuando se trata de representar los ritos y costumbres de su Sicilia natal. Este siciliano apasionado, humanista y retratista de las fiestas populares sicilianas ha compaginado el fotoperiodismo, la publicidad y la moda para invitarnos a imaginar historias humanas.
El día que a Ferdinando Scianna le regalaron una cámara por su décimo cumpleaños, nadie podía imaginar que ese sería su pasaporte para ingresar en el olimpo de los fotógrafos: la agencia Magnum. Pero antes de ese "reconocimiento", Scianna comenzó documentando sistemáticamente las tradiciones y fiestas populares de su tierra siciliana a la vez que estudiaba literatura, filosofía e historia del arte en la Universidad de Palermo hasta que un golpe del destino o de suerte, hizo que el prestigioso escritor Leonardo Sciascia visitara por casualidad su primera exposición en 1963, quedando tan favorablemente impresionado por su obra que le valió su amistad y apoyo.
En 1966 se traslada a Milán e inicia su actividad como fotógrafo profesional. Al año siguiente comienza a trabajar primero para el semanario "L'Europeo" como fotorreportero y después también para "L'Expresso" como periodista corresponsal en París. Allí conoció a Henri Cartier-Bresson que lo introdujo en 1982 en la prestigiosa Agencia Magnum. Hacia finales de esa década comienza trabajar en publicidad y sobre todo en moda, alcanzando algunos de sus trabajos, en especial el realizado para Dolce e Gabbana, una extraordinaria repercusión internacional.
Scianna expone sus argumentos sin aspavientos, tanto cuando habla sobre el sentido de la fotografía y el arte, como cuando dispara con su cámara. En alguna ocasión ha contado que lo primero que hace nada más llegar a un sitio nuevo, algún lugar con una cultura diferente a la suya, es comprar algo de comida en un puesto callejero, degustar los nuevos sabores y escuchar a sus gentes. Solo a partir de entonces está preparado para empezar a pensar en colgarse la cámara del cuello. Hoy convertido en un fotógrafo de prestigio mundial, declara que lleva a Sicilia en el corazón, a pesar de que la abandonó hace más de 50 años. "Vivo en Milán porque en Sicilia no había futuro como fotógrafo. A Sicilia le debo la dialéctica de la luz y la sombra que me acompaña hasta hoy en mi obra".
Scianna no necesita muchos elementos para construir una fotografía potente, ni siquiera necesita que el encuadre contenga sujetos espectaculares para que el resultado sea irresistible. En toda su obra puede observarse que siente una gran dulzura y cariño por el género femenino y donde mejor se aprecia esa sensación es, sin duda alguna, en sus destacadas fotografías de moda. Sus modelos nunca están rígidas, sino que posan en situaciones plausibles que Ferdinando ha imaginado para ellas, siempre sensuales y deseables.
Las imágenes de Scianna se nos aparecen tan sugerentes y misteriosamente bellas, pues superponen capas de conocimientos y experiencias diversas que se funden en la retina del espectador a través de la mirada del fotógrafo. Por eso cuando un ojo mínimamente educado contempla una fotografía de Ferdinando Scianna, aunque sea de moda, inmediatamente percibe que hay un plus intangible, difícil de acotar pero rotundo y que la modelo no es una simple percha para vender bien un producto.
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