9 de marzo de 2018

Dos personajes de una misma historia


Guido Crepax y Valentina


El nombre de Guido Crepax, hijo de un violonchelista, orgulloso padre de familia, arquitecto titulado aunque nunca ejerció la profesión, admirador de Eisenstein y de la "Nouvelle vague", apasionado de los juegos de mesa, amante del jazz, interesado en la figura de Trostky y en la Ilustración francesa, y persona a la que repugnan la violencia y el sadismo, estará siempre vinculado a "Valentina", su obra cumbre.Podemos decir que Crepax encontró su camino con Valentina y reconozcamos que el erotismo que halló era muy elegante, sin grandes aberraciones. Además ha sido un autor que supo cómo conectar con el público, aunque no faltan algunos críticos que le reprochaba la gran cantidad de concesiones que le hacía a la galería. Además de darle de comer, a él le gustaba mucho dibujar mujeres, Valentina y ese mundo de los fotógrafos y las modelos le hacían disfrutar y nos hicieron disfrutar a todos. 

Pero más allá de "Valentina", Crepax dio vida a otras heroínas como; Belinda, Bianca o Anita, y realizó también sofisticadas versiones en cómic de algunos clásicos de la literatura erótica, como "Emmanuelle", "Justine" e "Historia de O". En 1977 publicó un libro de aventuras en color: "L’uomo di Pskov", sobre la revolución rusa, y al año siguiente, "L’uomo di Harlem", una extraordinaria sobre la epopeya del jazz, género favorito de Crepax. Su última obra fue una adaptación del "Frankenstein"de Mary Shelley, publicada en 2002. 

Crepax nació en Milán en 1933, en 1958 se graduó en arquitectura, en el Instituto Politécnico de su ciudad natal, pero nunca desempeñó la profesión de arquitecto. En 1953, había publicado su primer trabajo como dibujante: la cubierta de un disco de Fats Waller y, desde esa fecha, inició una serie de colaboraciones con diversas casas editoriales, así como con algunas agencias de publicidad. En 1965, en las páginas de la revista Limus de Giovanni Gardini, y en una historia titulada La curva di Lesmo, había tenido lugar la primera aparición de Valentina Rosselli, esa "psicopática adicta a las visiones delirantes del sueño". A partir de ese momento, los títulos sobre el personaje se irían sucediendo interminablemente. 


Es cierto que Crepax nunca evolucionó demasiado. Desde su primera obra trajo los mismos hallazgos que le hicieron célebre y con los que continuó toda su carrera. En épocas posteriores, la estética de mujeres y el sadomasoquismo tan propia de sus historietas se hizo menos interesante al repetirse una y otra vez, aunque dentro de unos cánones de calidad indudables gracias a su particular técnica y a la manera de narrar las imágenes fijas hechas con tinta, pues el fue uno de los primeros dibujantes en romper con los esquemas tradicionales, mediante cambios de focalización que involucran violentos acercamientos, en ocasiones, insertos en panorámicas, tomas desde ángulos inusuales, un orden de las viñetas que no sigue la secuencia horizontal de izquierda a derecha o de arriba hacia abajo, el uso de la narración visual fragmentada, el cambio dinámico de formas y dimensiones de las viñetas, etc. 

    

Pero si hay un nombre grabado a fuego entre los amantes del cómic erótico es el de "Valentina", una joven fotógrafa, culta, celosa de su independencia, inteligente, con tendencias anarquistas, muy sensual, sexy, propensa a las tentaciones y a los deseos más oscuros, abierta a la imaginación, particularmente a la imaginación que se dirige a explorar el placer y el dolor físicos, con todas las implicaciones eróticas y subversivas que esto puede tener. 

Valentina está inspirada en la actriz de cine mudo Louise Brooks. En las siguientes historias, Crepax desarrolla su potencial erótico, apenas insinuado en las primeras apariciones del personaje. La imagen de Valentina es muy real. Parece que la hemos visto en algún lugar y es tal vez eso lo que nos sorprende desde el inicio. Sus aventuras nunca dejan de desarrollarse dentro de alguna situación libidinosa y lo sorprendente es que no se pierde el interés en ella. 

Frente a la historieta industrial, donde los dibujantes cobran a tanto la página, vale la pena recordar a hombres como Crepax, que tanta inteligencia y calidad aportaron en nuestra época. EL hizo de Valentina un sujeto pensante que está sometido a sus intensos deseos eróticos y a un orden de poder que desprecia la dignidad humana, el único escape es el placer sensual, que implica, frecuentemente, sujeciones mayores a las que impone la soledad, la condición de mujer o la posición de individuo trasgresor en una rígida sociedad llena de desequilibrios morales... Y eso es lo que la hace más interesante.


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