El difícil arte de sugerir sin mostrar tuvo su pequeño "reino" en la RKO, donde directores como; Jacques Tourneur, Robert Wise y Mark Robson realizaron una serie de extraordinarias obras de terror producidas por el insigne Val Lewton en los años 40: "La mujer pantera" (1942), "Yo anduve con un zombie" (1943), ambas dirigidas por Jacques Tourneur, "La venganza de la mujer pantera" (1944), de Robert Wise y Gunther von Fritsch, "El ladrón de cadáveres" (1945), de Robert Wise, o "La isla de los muertos" (1945), de Mark Robson, son claras muestras de que la sugerencia puede ser más eficaz que lo explicito.
Una clara muestra de ello es "La séptima víctima" de Mark Robson, un hombre que había sido el montador de la ya mencionada "La mujer pantera", "Yo anduve con un zombie" y ayudante de Robert Wise en el de montaje de "Ciudadano Kane", y "El cuarto mandamiento", pero neófito en la dirección hasta que Val Lewton le ofreció la posibilidad de dirigir "La séptima víctima", donde nos cuenta las vicisitudes y angustias de Mary Gibson (Kim Hunter), una joven que abandona la escuela de señoritas en la que vive como interna, para desplazarse hasta Nueva York y buscar a Jacqueline (Jean Brooks), su hermana mayor que permanece desparecida. Allí descubrirá que ésta estaba relacionada con una peligrosa secta satánica, pero se encontrara con un muro donde nadie parece recordar a su hermana, nadie la ha visto y donde nadie ayudara a nuestra intranquila protagonista.
La historia es un mero soporte para realizar un ejercicio de estilo, influido por la novela romántica y gótica, lo destacable de la película, como del resto de proyectos de Val Lewton en el género, fuese quien fuese el director, es la sensación de irrealidad, de obsesión por lo desconocido, de pesadilla laberíntica que transmiten sus imágenes, insinuando más que mostrando, gracias en gran parte a la ambientación y a la fotografía en blanco y negro del habitual Nicholas Musuraka. En apenas setenta minutos de duración del film de Robson nos sumergen en un universo de pesadilla. Pero si por algo "La séptima víctima" se erige como un apreciable film de serie B, es por la enorme inventiva de su puesta en escena. Ayudado de forma admirable por la iluminación y creatividad de un Nicholas Musuraca en estado de gracia, la película destaca por su extraordinaria capacidad de síntesis, una narrativa caracterizada por el excelente manejo de travellings laterales y panorámicas.
La película de Robson es de una admirable y rara modernidad, donde los guionistas DeWitt Bodeen y Charles O’Neal introduce elementos turbadores. Ya desde su poderoso, vigoroso e impactante plano inicial (la imagen de una vidriera de aspecto siniestro y al mismo tiempo subyugante), acompañado de unos versos elegíacos en torno a la muerte, la memorable escena en la que Jacqueline es perseguida por amenazantes sombras o la escena de la ducha, clarísimo antecedente de la que filmó Hitchcock en "Psicosis". En cualquier caso, la película de Robson propone de forma clara la presencia de símbolos, imágenes y recursos atávicos con una nada solapada metáfora sobre el horror que se esconde tras la aparente normalidad de la gran ciudad. Es por ello que desde el primer momento se inserten en el discurrir del film diferentes elementos, estéticos, pinturas, imágenes simbólicas... Toda una gama de detalles que inciden en mostrar ese atavismo que finalmente confluye en la presencia de lo satánico en una sociedad urbana. Por su parte New York aparece sórdidamente filmada, con una mirada malsana, llena de sombras siniestras y personajes en los que en cualquier momento pudiera surgir lo anormal dentro de una rutina colectiva.
Pero lo más admirable de esta interesante película es que, la alternancia de secuencias de horror se integran perfectamente en un conjunto armonioso y desasosegante que permiten considerarla en un título lleno de personajes ambiguos y poco atractivos, revelando bajo su condición de film de serie B, una parábola realmente pesimista sobre la sociedad norteamericana de la época. Algo más propio del cine negro que del de horror, pero que en esta ocasión y de forma inesperada varió sus objetivos de género en una interesante película, que merece ser revalorizada de forma urgente.
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