27 de marzo de 2018

Lo que no está escrito


Autor: Rafael Reig                                        Editorial: Tusquets Editores                                                
Nº páginas: 296 


¿Cuánto de lo que leemos proviene de nosotros, los lectores? Esta es la premisa de la que parte "Lo que no está escrito". Novela dentro de una novela. Rafael Reig no sólo consigue escribir una novela redonda, sino que construye una novela con un argumento aparentemente sencillo pero de un crudo realismo social. La historia comienza cuando después de un largo y penoso proceso de divorcio, Carmen permite que su hijo adolescente, Jorge, pase un fin de semana con su padre, a quien apenas conoce, en un antiguo refugio en medio de la Sierra de Guadarrama. Pero, lo que comienza siendo una amena aventura para fortalecer las relaciones entre padre e hijo se convierte rápidamente en una terrible sospecha sobre el padre, puesto que Carlos, antes de marcharse, le deja a su mujer el manuscrito de su primera novela, negra, sórdida y vulgar, titulada "Sobre la mujer muerta".

A partir de ese momento, con la lectura de esa novela se desataran los miedos casi esquizofrénicos de la madre, producidos por la interpretación del manuscrito de Carlos, y que le hacen sospechar de las malas intenciones del padre a la hora de planificar la excursión con el chico; la actitud del padre, que nos produce vértigos incalculables sobre la realidad de su comportamiento, junto a la visión atemorizada de Jorge, que no sabe si lo que el padre vierte en él es odio o amor.

La narración tiene tres voces que se alternan, dos en tiempo actual y una tercera que nos sumerge en un manuscrito de novela negra. Los tres hilos se enlazan entre sí para que el lector asista a una historia trenzada, pues tres son los protagonistas que se reparten las distintas divisiones de la novela que caminan de forma paralela: de un lado, las aventuras del padre y su hijo; del otro, Carmen leyendo el manuscrito de su exmarido; y por último, Toni Riquelme, el protagonista de la novela de Carlos, un delincuente de los bajos fondos, un pendenciero que se acaba de hacer con una pistola y está dispuesto a todo.


Pero el personaje principal, la fuerza telúrica que mueve el texto, que convierte la obra en algo único es la palabra. La palabra lo hace y lo puede todo. Reig la usa maravillosamente bien para narrar, para describir, para crear personajes, y para hacernos sentir emociones... La novela como thriller psicológico funciona desde el primer momento porque lo que nos impele a seguir leyendo sin poder parar es conocer el destino del joven Jorge, de Carlos, de la secuestrada, de Yolanda. Reig además de describir con mano de orfebre y todo lujo de detalles, toma tierra para estudiar el alma humana, los sentimientos de culpa, la sumisión, la banalidad, la entrega, la redención y el sacrificio, que son la argamasa de los que están hechos Carlos y Carmen, incluso los propios personajes del manuscrito.

Pero estos argumentos que, por sí solos, nos ofrecerían una correcta novela otorgan a la obra una dimensión inusitada cuando los interacciones entre ellos comienzan a aparecer. Tanto y más aún cuando los personajes de la obra escrita por Carlos se nos convierten en casi tangibles para ensombrecer por momentos al matrimonio protagonista. Y, por si fuera poco en este juego de ficción y realidad dentro de la trama, hay varios fragmentos tangenciales en los que unos y otros se entrecruzan, persona y personaje, con la desazón y desconcierto consiguiente entre ellos y en el propio lector, que ve que la novela se convierte en una cruda realidad.

Aquí lo que se nos presenta es una rendición, una resignación ante lo que nos ofrece la vida; un retrato sobre la familia que, después de muchos años, ha permanecido encallada en un mismo puerto sin saber qué rumbo tomar después del descanso necesario. Y la venganza, esas pequeñas venganzas que se incrustan en el corazón por el dolor, por el rencor que trae de la mano a veces el amor hacia los nuestros.

“Lo que no está escrito” es una obra sublime sobre la degradación humana y una bajada a los infiernos en la gran ciudad. Rafael Reig construye una novela llena de pulso narrativo, que funciona como un espejo en el que el lector se mira constantemente, ya sea a través de las identificaciones que hace con los protagonistas o siguiendo la línea de terror a la que invita el narrador y cuyo desenlace solo se conocerá al final.

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