Autor: Ferdinand von Schirach Editorial: Salamandra Nº páginas: 189
"Tabú" puede parecer una novela aparentemente sencilla por las características del estilo con el que está escrita pero bastante más compleja si nos adentramos más allá de la forma. Porque "Tabú" puede ser leída como una novela policial, como el relato de la dificultad de distinguir entre realidad y ficción, como un debate sobre la distancia entre verdad y justicia, o como la narración de lo que sucede en la cabeza de un artista y sus indagaciones sobre la esencia del arte. Es cada una de esas cosas, pero también la suma de todas ellas.
Aludiendo a la extraña percepción del color que padece el protagonista, Von Schirach estructura su libro en cuatro partes: Rojo, verde, Azul y blanco, para contar dos historias complementarias. Dos mundos que, a primera vista, no sólo no tienen nada que ver entre sí sino que pueden parecer hasta antagónicos: el arte y la ley. En las dos primeros capítulos, se ocupa de la vida del atormentado Sebastian von Eschburg, un hombre nacido en una familia de pasado aristocrático y después caída en desgracia. Su padre es afectuoso, inútil, aficionado a la caza y alcohólico, mientras su madre lo ignora porque su única pasión son los caballos. El es extremadamente sensible y con una excepcional capacidad para distinguir y apreciar los colores. La primera parte de "Tabú" narra con mucho detalle su origen, infancia, relaciones con sus padres y experiencias que marcan su desarrollo y su futuro. Sebastian se convierte en fotógrafo y, después, en fotógrafo mundialmente famoso.
En la segunda parte, que parece otra novela, Sebastian von Eschburg aparece implicado en la violación y el asesinato de una joven desaparecida. El foco y el tono han cambiado. Ya no es la biografía de un artista atormentado por su pasado, sino un relato policial en el que se busca resolver el misterio de un crimen. Los protagonistas (y los antagonistas) ahora son Monika Landau, una fiscal, y Konrad Biegler, un abogado penalista, defensor de Eschburg. El caso se convierte en un duro tour de force entre la fiscal y el abogado del acusado que para defenderle tendrá que intentar comprender la compleja personalidad y la vida de un hombre singular, con una historia familiar dramática, de la que salió con una exacerbada percepción visual, y con una personalidad compleja y atormentada. Y para dificultar aún más el procedimiento legal, la sombra de la tortura ronda la instrucción del caso, lo que por un lado complica la situación del reo, y por otro, llevará a una lúcida reflexión acerca de los métodos extremos en la labor policial de búsqueda de pruebas y de confesión de los sospechosos.
Se trata de dos mitades muy bien diferenciadas, y diríase que estamos leyendo dos novelas diferentes. Lo que en la primera mitad era sensibilidad llevada al extremo, lucha por captar y plasmar la belleza y por comprender en qué consiste ésta y cierta neurosis no se sabe bien si de artista o de persona marcada por su pasado, en la segunda es realismo cotidiano, escenas de un matrimonio muy unido, diálogos y situaciones de una comicidad muy oportuna después de la claustrofobia y el aire levemente surrealista de la primera parte, y, sobre todo, sesiones de un juicio donde se dirime la suerte del protagonista.
Ferdinand von Schirach nos sorprende con su prosa clara, precisa, y llena de matices, con una construcción no lineal de la historia que además de reveladora, nos crea la tensión de la intriga, empujándonos hacia la resolución de la misma, pero sin soluciones fáciles, y transitando los paradójicos recovecos del alma humana, que es uno de los más grandes valores de este autor, que desde historias criminales y judiciales, es capaz de ofrecernos una de las más ricas y sorprendentes galerías de vidas y personajes, que llegan hasta lo más profundo de nosotros, y nos hacen reflexionar sobre nuestras actitudes, motivaciones y sentimientos más ocultos.
Pero por encima de otras lecturas, que hay varias, la novela reflexiona primero sobre la ruptura que en la realidad se da entre belleza y verdad; todo ello para mostrarnos un mundo viciado en el que lo real y lo verdadero no son la misma cosa. Puede que "Tabú" decepcione a quien busca un relato policial, y en cambio gustará a quienes piden a los libros algo más que un juego de pistas que el autor nos ha proporcionado y nosotros no hemos sabido dejarla caer en su hueco correspondiente. Él nos ha contado la historia que quería, que tal vez no era la que nosotros creíamos estar oyendo.
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