15 de noviembre de 2016

El hijo de Saúl

Saul fia (Son of Saul) 2015 Director: László Nemes
Reparto: Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Sándor Zsótér, Todd Charmont, Björn Freiberg, Uwe Lauer, Attila Fritz, Kamil Dobrowolski.
Guión: László Nemes, Clara Royer
Fotografía: Mátyás Erdély

Han sido varias las películas, que nos han contado el horror de los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Sin duda todos recordamos obras como “La lista de Schindler” (1993) de Steven Spielberg o “El pianista” (2002) de Roman Polanski, pero hay otras, menos conocidas, como Kapò (1960) de Gillo Pontecorvo, “La zona gris” (200) de Tim Blake Nelson, quizás sea la más semejante a la que hoy nos ocupa o "Shoah" (1985) de Claude Lanzmann, ciclópea recopilación de entrevistas a verdugos, testigos y víctimas del Holocausto.

Nadie hasta el momento (salvo dos honrosas excepciones, "Noche y niebla", (1955)o la ya mencionada "Shoah" había logrado mostrar tanto y tan bien el holocausto, enseñando tan poco. Una cámara próxima a los protagonistas y una escasa profundidad de campo logran un alucinante resultado: tener la sensación de estar en el medio de todo este infinito terror. En tan solo ochenta largos planos filmados cámara al hombro y con un objetivo de 40 mm. cercano a la cara de Géza Röhrig, más la ayuda de un extraordinario montaje de sonidos, Nemes se las apaña para confundir las perspectivas de personaje y espectador mientras el primero se pasea por el infierno, y que dicho infierno solo tenga a su vez la contextura de lo vislumbrado apenas por el rabillo del ojo.




"El hijo de Saúl" nos situa en el año 1944, en el campo de concentración de Auschwitz, . Saul (Géza Röhrig) es un judio obligado a trabajar para los nazis, siendo uno de los responsables de la limpieza de las cámaras de gas. En medio de la tensión del momento y de las dificultades inherentes a esta tarea, Saúl descubre en un crematorio el cuerpo de un pequeño al que toma como su propio hijo. Mientras que el Sonderkommando planea una rebelión, Saúl decide llevar a cabo una tarea imposible: salvar del las llamas el cuerpo del niño, encontrar un rabino para recitar el Kadish de duelo y ofrecer al niño un entierro digno.




Nemes se arriesga a través de una puesta en escena radical: ver y escuchar todo desde el punto de vista subjetivo y limitado de su personaje. Imprecisión de las distancias, radio de visión reducido, exacerbación o alejamiento de los sonidos. La película no se hace fácil de ver, ya que la forma en que está rodada hace que llegue a hacerse agoniante. La inmensa interpretación de Géza Röhrig empuja al actor, así como al personaje y al público a la extenuación física, no sólo mental. Sudando y luchando en la intemperie psíquica más absoluta los planos se abrirán ante la mayor expresión de dolor posible. Intentando evitar el misticismo excesivo pero sin renunciar a la muestra de espiritualidad más extrema, seremos testigos del tormento psicológico al que Saúl es sometido.



El aspecto técnico de la película es su mayor baza a nivel crítico y su mayor pega a nivel del gran público. El hecho de estar rodada manteniendo primeros planos del rostro del protagonista en la pantalla en todo momento hará que el público acostumbrado a los blockbusters pierda fácilmente el interés por el film. Sin embargo aquel espectador que busque algo más que el puro entretenimiento puede quedar fascinado por la dificultad técnica y las posibilidades artísticas de esta forma de contar una historia muy dura, por mucho que ya la conozcamos.

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