19 de febrero de 2018

Serge Marshennikov


Sueños de realidad


A veces podemos pensar que en el panorama del arte actual únicamente aparecen obras de carácter abstracto, con técnicas muy novedosas y donde la tecnología cumple un papel protagonista. Sin embargo no siempre es así. Y una buena muestra podrían ser las creaciones artísticas del pintor ruso Serge Marshennikov que se caracterizan por la fidelidad de sus pinturas hacia la realidad, las cuales, a menudo, pretenden mezclarse y confundirse con la fotografía.


Serge Marshennikov nació con un don excepcional para el dibujo y la pintura. Un don que empezó a desarrollar desde muy temprana edad, y que se consolidó gracias a las clases particulares que tomó en la infancia, y que fueron promovidas por su madre, quien tuvo la gran sensibilidad de darse cuenta de que su hijo era un superdotado en la materia. Después de recibir una serie de premios por sus acuarelas y pinturas al pastel, Serge decidió dedicarse profesionalmente a la pintura.


Los premios no tardaron en llegar y tampoco sus primeras exposiciones, así hasta el día de hoy en el que su obra es tremendamente cotizada. Y todo ello basado en una temática bastante convencional, la belleza femenina con toda su sensualidad. Pero lo que nos llama la atención que son mujeres libres, sin ataduras. Que no las limita la piel. Dejando al descubierto sus atributos, con sus largos cabellos que nos hablan de sensualidad, de juventud, de lujuria. Marshennikov las coloca en la más cómoda de las posturas, dejando a la vista su corporeidad y su perfecta anatomía.


Su pasión por la belleza femenina es el centro de su detallista obra, que explora el erotismo y la sensualidad de la mujer contemporánea, con una mirada profundamente clásica. Delicados retratos al óleo de chicas que posan absortas en sus mundos, con una luz tan espectacular que consigue situarlos en una especie de limbo entre lo real y lo onírico. Los delicados retratos al óleo del artista Serge Marshennikov honran la belleza de la forma femenina. Para ello, los cuerpos de estas mujeres se caracterizan por la luz clara que emana, una luz que se contrapone con los fondos poco definidos u oscuros que dan un mayor protagonismo a la mujer.

          

El trato que le da el artista no sólo a sus figuras, sino a sus telas, a las sábanas que acarician los cuerpos, a las delicadas prendas que estas visten, nos hace dudar. Nos obliga a detenernos y comprobar si no se trata de una fotografía por el realismo con el que está ejecutado el trazo. Son mujeres en la edad de la inocencia, mujeres que nos invitan decididamente al espectador a quedarse prendados de ellas un buen rato.












Anka Zhuravleva


Entre la tristeza y la seducción


El arte sin los complejos sentimientos humanos, nuestros recuerdos y experiencias pasadas sería del todo inconcebible, pues si hay algo que caracteriza el arte, es su capacidad de transmitirnos y de revelarnos aquellas emociones que en ocasiones manteníamos ocultas y escondidas. Es por eso por lo que para comprender la obra de Anka Zhuravleva hay que adentrarse de lleno en sus vivencias personales para comprender el gran contenido sentimental y emotivo en sus fotografías. 


Caminando por la senda artística desde que era niña gracias a su madre, el dibujo la llevó a posar desnuda sin temores ni miedos. Huyendo de la tragedia familiar por la muerte de sus padres en el corto periodo de dos años, Anka Zhuravleva dejó su pasíon por la pintura y trabajo como artista del tatuaje, cantante en una banda de rock hasta llegó a posar Playboy a finales de los noventa, no obstante, sabía que su pasión no residía de ese lado de la cámara. Con trayectoria en la pintura al óleo, descubrió que su inspiración venía de la fotografía, por lo que tomó una cámara y a partir de ahí su carrera despuntó.


Merece la pena destacar su virtuosismo técnico que combina la fotografía analógica y digital. Los contrastes y el sagaz uso de luces y sombras, hacen de esta fotógrafa una de las artistas más notorias del panorama de la fotografía contemporánea. Sus fotografías que parecen fotogramas de películas artísticas, pasando por las surrealistas e incluso las que parecen salidas de un cuadro de Hopper, regresando de nuevo a esa soledad que el arte puede revelar. Todos estamos solos sin saberlo, pero a través del arte lo podemos contemplar e incluso dialogar con la misma soledad.


La unión de pintura y fotografía es perceptible en sus trabajos, una disciplina nutre la otra. El resultado son fotografías pictóricas inspiradas en gamas de colores como los tonos vainilla, los verdes sutiles, el jengibre y el chocolate, por mencionar algunos. Sus personajes fluyen entre estos colores y se dejan mecer para subrayar su debilidad pero a la vez su capacidad de hacer frente a los avatares de la vida, que enmascaran su tristeza bajo un antifaz de seducción. Es en este punto donde descubrimos el arte de Anka, donde el alma de la artista se fragmenta en delicadas imágenes que comparten cierto onirismo con una sensualidad y erotismo sutil. 


Zhuravleva no retrata el dolor femenino, sino el pesar humano. Ella tiene la necesidad de mostrar a la mujer en una sutil melancolía que transforma el cuerpo en una reflexión acerca de la soledad, logrando que el sutil erotismo pase a un segundo plano. En sus escenas fotograficas queda patente la vulnerabilidad del cuerpo y la fortaleza del alma a través de retratos y autorretratos en los que observamos un estudio de texturas y volúmenes que vienen dados por el movimiento de los personajes que flotan para de este modo aludir a la espiritualidad y adentrarse en un mundo que va más allá de los aspectos terrenales.

 











Helen Kane


La mujer que la hicieron muñeca


Seguro que la mayoría de nosotros tenemos la sensación de conocerla de algo aunque no sabemos de qué. Si digo que se llama Helen Kane (1904-1966) y que fue una famosa cantante de los años 20-30, lo más probable es que siga sin aclararse gran cosa ,aunque nos siga pareciendo tremendamente familiar... Pero si te digo que acabó convertida en uno de los más grandes iconos del mundo del cómic, es seguro que casi todo el mundo ha caído de quien se trata... Efectivamente, Helen Kane fue la cantante en quien se fijó Grim Natwick (dibujante de los estudios Fleischer) para crear a su inmortal Betty-Boop. Su carita redonda enmarcada en unos rizos negros, sus grandes ojos y sus labios de pitiminí, junto a su corta estatura (1,55mtrs) y redondeadas formas, representaban el ideal de belleza femenina de la época. Ella era la viva representación de una chica "Flapper" (aquellas mujeres jóvenes que usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de cabello especial denominado "bob cut" y escuchaban música jazz), eran las chicas de los alegres años 20 que causaban furor en las salas de fiesta.

Nacida dos meses antes del crack de la bolsa de Nueva York, la pizpireta Betty Boop significaba descaro, vestidos lujosos, fantasías elegantes y optimismo: el recuerdo desvanecido de la buena vida de los felices veinte que se desnudaba detrás de un biombo colgando toda su ropa interior, tenía un vestido rebelde que acostumbraba a escurrirse y subirse sólo, insinuaba la figura de sus piernas a trasluz y llevaba los ligeros flojos, por lo que se convirtió en el prototipo de chica sexy y algo ingenua, pero con un puntito de picardía y descaro... Todo aquello fue demasiado para el estricto Código Hay, que prohibió varios de los capítulos de la pequeña "femme fatale" y los animadores se vieron obligados a rebajar el nivel de atrevimiento del personaje: la convirtieron en un ama de casa cuyo esposo nunca salía, llevaba un vestido más largo y su liguero desapareció, hasta que volvió más tarde por demanda popular.

Pero retomemos la figura de Helen Kane, una mujer con un comienzo prometedor pero ensombrecido por su alter ego que la persiguió durante toda su vida Helena Clara Schroeder era el nombre real de Helen Kane, una cantante estadounidense nacida un 4 de agosto de 1904. Tuvo una niñez dura; sin embargo, gracias a su talento a los 17 años ya dominaba los escenarios que le hizo triunfar en Broadway, hasta hacer sus pinitos en la pantalla grande en 1929. Por desgracia, la Paramount Pictures tenia tanto a Helen como a Betty Boop bajo su férrea disciplina. Pero con la ascendiente popularidad de Betty Boop, la carrera de Helen solo dio paso al declive, pues el movimiento flapper ya no estaba de moda y a los productores importantes ya había dejado de interesarles su imagen. Ni siquiera una demanda que Kane comenzó, argumentando que la bella chica animada era un plagio de su estilo, le sirvió para salvarse de la caída.

           

En mayo de 1932, Kane presentó una demanda por $ 250,000 contra Paramount y Max Fleischer, por competencia desleal y apropiación indebida en los dibujos animados de Betty Boop. La demanda se centraba en que la sensual caricatura imitaba su estilo de cantar, con voz aniñada pero arrastrando un deje de Brooklyn que volvía loco al personal. En el juicio que se prolongó durante más de dos años pasaron un sinfin de testigos; desde el propio Max Fleischer que oviamente dijo que su Betty Boop no estaba basada en Helen Kane (lo cual es completamente incierto, Kane fue una de las mayores inspiraciones al crear a Betty Boop con muchas características distintivas de Helen kane). Además cinco de las mujeres que hicieron la voz de Betty Boop, aparecieron en la corte para declarar que ellas no imitaban a Helen Kane cuando hacian la voz para Betty Boop. El juzgado vio varias caricaturas de Betty Boop para comparar con las películas de Helen Kane. Hubo testimonios que la frase "BOOP-OPP-A-DOOP" viene de mucho antes que Helen Kane fuera popular, un testigo declaro haber escuchado la frase incluida en una canción de Edith Griffith. El 2 de mayo, la Paramount, localizo un corto de otra cantante, Baby Esther, quien uso la misma frase en una canción en 1928.

Ante tan apabullantes testimonios el juez falló en contra de Kane, diciendo que su testimonio no demostró que su forma de cantar es única y no una imitación. Además la Paramount jugaba con las cartas marcadas ya que utilizaba a Mae Questel, (una joven actriz que había ganado un concurso de imitadoras de Helen Kane en el RKO Fordham Theater del Bronx. Mae hacía una interpretación perfecta del éxito Boop-oop-a-doop de Helen Kane, lo que la llevó a abandonar su empleo como maestra para integrarse al vodevil).
Este conflicto con la todopoderosa Paramount marcó una brecha de la cantante con los cineastas, quienes optaron por recurrir a otros cantantes para sus películas. Apareció en una producción teatral llamada "Shady Lady" en 1933, e hizo apariciones en varios clubes nocturnos y teatros, pero su tiempo ya habia pasado. Podria parecer que la cantante no se recuperaría del olvido, pero la década de los 50 le devolvió todo lo que ya había sido anteriormente, recuperando el interés de los medios desde su aparición en un programa llamado "Toast Of The Down", conocido tiempo después como el Ed Sullivan Show. Este suceso le permitió volver a cantar en películas. Tristemente para Helen Kane hubo más tiempo que vida, pues falleció al poco tiempo, en 1966 tras diez años luchando contra el cáncer de mama. Su legado musical nos dejó con solo 27 canciones conocidas, siendo “I Wanna Be Loved By You” su canción más famosa, pero hasta en esto tuvo mala suerte ya que "su canción" fue popularizada e interpretada por la guapa Marilyn Monroe.


15 de febrero de 2018

22 Britannia Road

Autora: Amanda Hodgkinson Editorial: Bruguera Nº páginas: 368


Podemos caer en la tentación de pensar que "22 Britannia Road" es una más de tantas obras cuyos sucesos transcurren en torno a la II Guerra Mundial, pero en este caso la atención se centra en las vidas de dos personas normales, en las pequeñas y grandes cosas que cambia una guerra y los tremendos efectos que esta tiene en sus vidas. Estamos pues ante una novela ambientada en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial. Es 1946. Silvana ha estado vagando con su pequeño Aurek, de 7 años, por los bosques de Polonia, viviendo todo tipo de penalidades, hasta que la Cruz Roja logra dar con ella en un campamento de refugiados y consigue trasladarse a Inglaterra a reunirse con su marido Januscz, a quien lleva sin ver esos siete largos años y que está intentando empezar una vida nueva en el país que le ha acogido. Juntos tratarán de volver a ser una familia cualquiera, pero el peso del pasado es demasiado fuerte para los tres, hay demasiado dolor que olvidar y demasiados secretos y culpas que ocultar, incluso a uno mismo.

Ninguno quiere hablar de lo que les ha ocurrido durante los años de separación, pero el lector será testigo de todo ello. Por un lado, viviremos el presente de esta familia que se esfuerza en llevar una vida normal e intenta adaptarse a las costumbres de un nuevo país, sobre todo Silvana y Aurek, ya que Janusz lleva más tiempo en Inglaterra y por otro, nos trasladaremos al pasado para ver qué ocurrió con el niño y su madre desde el momento en que se separaron. Estos saltos al pasado están divididos siempre en dos capítulos (Silvana y Janusz) y poco a poco nos van contando y desvelando, cómo han sobrevivido al dolor de la separación y al horror de la guerra.

Los protagonistas han conseguido sobrevivir, pero son personas que desean con desesperación algo que no pueden tener, están unidos por el deseo de encontrar a los muertos entre los vivos. No se encuentran cómodos en la paz, algo se ha muerto en su interior y viven anclados en un espacio propio en el que reviven una y otra vez sus terribles experiencias pasadas. Y aunque cueste estar de acuerdo con algunas de sus reacciones, el lector no puede sino desear que esta familia consiga al fin encontrar un poco de felicidad... Es una historia triste, que conmueve sin remedio, porque todos los personajes son víctimas de la guerra, han sufrido experiencias personales muy duras que hacen que no puedan escapar a los recuerdos y sobrelleven tal cúmulo de sentimientos que les impiden avanzar, aún en tiempos de paz. No se trata de una novela bélica, hay muy pocas referencias a episodios de la guerra, es más bien una novela de personajes con traumas que tienen dificultad para comenzar de nuevo.

Narrada siempre en tercera persona y escrita con sensibilidad y elegancia, Amanda Hodgkinson ha creado una historia muy bien escrita y muy interesante y emotiva, que a pesar de contarnos momentos duros, no insiste demasiado en ellos, pero que al lector le acercan de lleno al sufrimiento de unos protagonistas principales bien perfilados, que resultan muy creíbles, consiguiendo así que suframos con ellos. Cada capítulo corresponde a uno de los miembros de esta pequeña familia, alternando el presente en la calle de Britannia Road con el pasado de cada uno de ellos y los años en los que han estado separados, cuyos sucesos se ocultan mutuamente, para no romper el frágil vínculo que todavía les une y que les puede permitir partir de cero y recomponer sus vidas.


La narración es muy sencilla, la autora se expresa con un lenguaje simple, con frases cortas, expone los hechos desde el punto de vista de Helen y de Janusz, nos va contando las dos versiones de la historia, los pensamientos de cada uno se nos muestran de modo que somos testigos de los secretos que ocultan y asistimos a la frágil relación que les une. Es una historia triste de personas que tratan de superar una guerra, de volver a ser lo que fueron antes, intentando ignorar la certeza que tienen de que lo que nunca lo lograrán, de que no pueden dar marcha atrás ni ignorar todo lo que vivieron y que la única forma de sobrevivir será mirando siempre hacia delante. Una estupenda novela que muestra muy bien lo más profundo del alma humana.

En fin, "22 Britannia Road" es una novela de reencuentros, de confesiones y de secretos, de dolor y amor, una historia de supervivencia y de perdón, pero sobre todo de esperanza, que demostrará que vale la pena luchar por el futuro, a pesar de los obstáculos que haya puesto en nuestro camino el pasado.