5 de febrero de 2018

Hengki Koentjoro



Entre la calma y la sencillez


Un buen dominio del blanco y negro no es fácil lograr. Y sabemos que hay géneros y temas más propicios. El paisaje, por ejemplo, no suele ser el más habitual, sobre todo cuando hablamos de lugares exóticos donde se pretende mostrar la explosión de color y belleza que ofrece la naturaleza. Pero Hengki Koentjoro alcanza con sus fotografías de paisajes exóticos y submarinos un nivel fascinante. 

     
 
Koentjoro consigue reflejar con gran delicadeza y exquisitez los espacios naturales y acuáticos. Pasear por sus imágenes es descubrir la serenidad en el paisaje, el orden, el equilibrio, el silencio … todo ello provocado por su manera de mirar y por el uso de un blanco y negro que nos introducen en el misterio de la calma. La sencillez resume su obra, algo difícil de crear y que sin embargo, resulta tan seductor para la mirada.

      

Dice, (en una entrevista que le hizo Nathan Wirth), que el mejor momento para la fotografía es por la mañana temprano. Es en esa hora mágica, en esos breves momentos justo antes del amanecer cuando es más amable, vulnerable, aún sumido en el sueño y cubierto por una sábana de nubes bajas nunca va con una idea premeditada sobre lo que quiere fotografiar,  Lo mejor de fotografiar la naturaleza es que siempre está ahí y nunca le decepciona, así que normalmente, a lo largo del viaje siempre se ve recompensado en algún momento.
       
      

También se aventuró a probar en el mundo de la fotografía submarina, después de obtener el permiso de buceo y una cámara decente con carcasa sumergible. Ahí comenzó su aventura con el océano y el agua, que le encanta y le transmite calma y tranquilidad. El fotógrafo se define como minimalista, lo que no quiere decir que sus imágenes no estén exentas de tensión y complejidad. En ellas lo vacío se convierte en abundante y los susurros resuenan más que los gritos. Si, las fotografías de Koentjoro son solitarias, pero su soledad no es negativa. Es una soledad que en ocasiones debemos atesorar.

      

Cuando sus padres le regalaron una cámara de bolsillo Kodak en un cumpleaños, pocos imaginaban que la capacidad de capturar instantes familiares y de congelar en el tiempo los momentos fueran el punto de partida de su historia de amor con la fotografía. La obra de Ansel Adams le cautivo para siempre convirtiendo su mirada al blanco y negro para crear estados de ánimo y ambientes. Para Koentjoro la fotografía no es sólo una manera de expresar su interior más profundo, sino también la creación de una ventana al mundo en la que a través de sus imágenes pueda ser captado lo intangible.















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