19 de febrero de 2018

Anka Zhuravleva


Entre la tristeza y la seducción


El arte sin los complejos sentimientos humanos, nuestros recuerdos y experiencias pasadas sería del todo inconcebible, pues si hay algo que caracteriza el arte, es su capacidad de transmitirnos y de revelarnos aquellas emociones que en ocasiones manteníamos ocultas y escondidas. Es por eso por lo que para comprender la obra de Anka Zhuravleva hay que adentrarse de lleno en sus vivencias personales para comprender el gran contenido sentimental y emotivo en sus fotografías. 


Caminando por la senda artística desde que era niña gracias a su madre, el dibujo la llevó a posar desnuda sin temores ni miedos. Huyendo de la tragedia familiar por la muerte de sus padres en el corto periodo de dos años, Anka Zhuravleva dejó su pasíon por la pintura y trabajo como artista del tatuaje, cantante en una banda de rock hasta llegó a posar Playboy a finales de los noventa, no obstante, sabía que su pasión no residía de ese lado de la cámara. Con trayectoria en la pintura al óleo, descubrió que su inspiración venía de la fotografía, por lo que tomó una cámara y a partir de ahí su carrera despuntó.


Merece la pena destacar su virtuosismo técnico que combina la fotografía analógica y digital. Los contrastes y el sagaz uso de luces y sombras, hacen de esta fotógrafa una de las artistas más notorias del panorama de la fotografía contemporánea. Sus fotografías que parecen fotogramas de películas artísticas, pasando por las surrealistas e incluso las que parecen salidas de un cuadro de Hopper, regresando de nuevo a esa soledad que el arte puede revelar. Todos estamos solos sin saberlo, pero a través del arte lo podemos contemplar e incluso dialogar con la misma soledad.


La unión de pintura y fotografía es perceptible en sus trabajos, una disciplina nutre la otra. El resultado son fotografías pictóricas inspiradas en gamas de colores como los tonos vainilla, los verdes sutiles, el jengibre y el chocolate, por mencionar algunos. Sus personajes fluyen entre estos colores y se dejan mecer para subrayar su debilidad pero a la vez su capacidad de hacer frente a los avatares de la vida, que enmascaran su tristeza bajo un antifaz de seducción. Es en este punto donde descubrimos el arte de Anka, donde el alma de la artista se fragmenta en delicadas imágenes que comparten cierto onirismo con una sensualidad y erotismo sutil. 


Zhuravleva no retrata el dolor femenino, sino el pesar humano. Ella tiene la necesidad de mostrar a la mujer en una sutil melancolía que transforma el cuerpo en una reflexión acerca de la soledad, logrando que el sutil erotismo pase a un segundo plano. En sus escenas fotograficas queda patente la vulnerabilidad del cuerpo y la fortaleza del alma a través de retratos y autorretratos en los que observamos un estudio de texturas y volúmenes que vienen dados por el movimiento de los personajes que flotan para de este modo aludir a la espiritualidad y adentrarse en un mundo que va más allá de los aspectos terrenales.

 











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