17 de mayo de 2018

Meghan Howland


Volando la imaginación


Las pinturas de Meghan Howland conservan ese trazo, esa pincelada que observamos en el arte contemporáneo reciente. Sus pinturas representan a menudo a personas que viven sumidas en un sueño profundo., como sumidas en un profundo secreto. Su obra es una constante captura de escenas de ensueño, una confusión entre aves y rostros ocultos.


En el trabajo de esta artista de Massachusetts existe una tendencia a ocultar el rostro, lo mismo con aves que con flores, prendas o trazos sueltos; es su manera de comunicar y dejar de lado el desgastado uso de la mirada para interpretar la obra. Mención aparte merece la calidad en la técnica que enaltece los rasgos de la persona y de las aves; así, la estética entre ambas se complementa y el peso recae en la interpretación del otro. Aquí la primera impresión no es la que cuenta.


Su hoja es el lienzo y su tinta el óleo, ella crea con estas herramientas una interpretación de lo verosímil más allá de lo perceptible. En sus pinturas lleva al espectador a un mundo de cuento de hadas; con apariencia oscura y hermosa hace a quien lo observe crear una historia. Uno de sus temas preferidos para pintar tienen que ver con los pájaros.

  

La obra de Howland se fundamenta en los sueños, y esa inmaterialidad se traslada a sus pinturas, en las que resulta difícil desentrañar el fondo y saber si pinta de amor, temor, nostalgia o secretos. Sus obras, de colores cálidos y tiernos en su gran mayoría reflejan una mezcla de melancolía y fantasía; suele pintar rostros o personas en primer plano que siempre evitan la mirada del espectador mientras se pierden con el vuelo de las aves, con naturaleza muerta que les rodea u otros objetos que le dan un aire de misterio.


Una cualidad instantánea de sus imágenes es la iluminación de relleno, haciendo que las pinturas presenten la característica de un instante capturado por un flash fotográfico. Aunque sin duda trabaja con una estética contemporánea, las pinturas de Howland a veces son reminiscentes del estilo de Edgar Degas y su paleta. Meghan crea pinturas con pinceladas sueltas, examinando a los jóvenes melancólicos a través de una lente borrosa. Sus personajes parecen desilusionados, delicados pero conscientes de su propia belleza. Sus rostros se han ocultado o sus ojos están cerrados, como si estuvieran evitando una confrontación dolorosa. El resultado es un cuerpo emocionalmente conmovedor de trabajo que permite al espectador a llenar los espacios en blanco.










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