28 de mayo de 2018

Vincent Price


Una voz entre la elegancia y el terror


Para algunos era el genuino "chico Poe" en aquellas góticas y "acartonadas" (por sus decorados) adaptaciones de los años 60 filmadas por Roger Corman. Para otros, la tenebrosa voz en off del "Thriller" de Michael Jackson, pero entre uno y otro extremo, la siempre elegante imagen de Vincent Price, con sus cejas arqueadas, su gesto adusto y una voz que modulaba con maestría nos dejo una amplia muestra del excelente y versátil actor que era.

 

Con casi doscientos trabajos como actor, tanto en cine como en televisión, o poniéndose delante de la cámara o prestando su voz como narrador o doblador, Vincent Price se ganó por méritos propios lo de ser reconocido como uno de los grandes emblemas del cine de horror clásico y de la serie B junto a Lon Chaney, Boris Karloff, Bela Lugosi y Christopher Lee. 

Su forma de moverse y hablar reflejaba el cultivado poso de Vincent Leonard Price. Nacido un 27 de mayo de 1911, en una familia de cuatro hermanos. Fue alumno de escuelas privadas de San Luis, hizo el recorrido por los grandes museos de Europa siendo adolescente y consiguió títulos académicos en historia del arte en Yale y la Universidad de Londres, donde se empezó a enganchar por el teatro y decidió convertirse en actor.

Y fue precisamente en el mundo de las tinieblas donde Vincent dio sus primeros pasos, fue junto al gran Boris Karloff en "La torre de Londres" (1939), pero sus inquietudes artísticas e intelectuales (atesoraba una formación exquisita en bellas artes, antropología o gastronomía) le llevaron a diversificar su talento con películas tan dispares como "La canción de Bernadette", "Las llaves del reino", la legendaria, "Laura" (1944) o uno de sus mayores éxitos, la fascinante, borrascosa e injustamente olvidada "El castillo de Dragonwyck" (1946), de un novato Joseph Leo Mankiewicz. Pero con "Los crímenes del museo de cera" (1953) donde la huella de los mitos terroríficos se le marcaron tan a fuego que fue casi imposible escapar de su embrujo y estigma. Él mismo lo reconocía en 1986: -"He participado en 110 películas y solo 20 han sido de terror; sin embargo, son las que han permanecido en la memoria colectiva"-.

 

Así fue como a partir de los años 50, su quijotesca, irónica y pérfida presencia le convirtió en un icono señorial del cine fantástico post-Universal. Y, a pesar de seguir interviniendo en cintas como "Mientras Nueva York duerme" o hasta "Los diez mandamientos", la tipografía de su nombre aumentaba de tamaño en filmes como "Los crímenes del museo de cera", "El mago asesino", "La mosca", "La mansión de los horrores" o "Escalofrío".


Y con esto llegamos al punto clave de su carrera: mientras en Inglaterra la productora Hammer se decantaba por la sangre nada fácil de vampiros en celo con Christopher Lee como estandarte, en Estados Unidos la American International Pictures de Roger Corman tiraba de clásicos populares y elegía a Price para liderar, con una mano huesuda en el mármol de Palas y otra en el de Minerva, el carruaje luciferino de "La caída de la Casa Usher", "El péndulo de la muerte", "Historias de terror", "El cuervo" o "La máscara de la muerte roja".

Posiblemente fueron sus mejores años y sus más recordados trabajos en el género. Luego les seguirán títulos más paródicos que interesantes a los que aun así, el bueno de Vincent de daba empaque con su regia e histriónica figura. Afortunadamente, en la recámara aún quedaban algunas buenas balas de plata "El abominable doctor Phibes" (1971), la crepuscular y conmovedora "Las ballenas de agosto" (1987), con Bette Davis y Lillian Gish) y el fantástico cuento de hadas de "Eduardo Manostijeras" (1990). Finalmente, en un frío día de finales de octubre de 1993, el telón carmesí cayó sobre "El maestro de lo macabro" o "El villano exquisito", merecedores títulos nobiliarios para un actor de gigantesca figura, inigualable voz y extenso legado.








No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por ver esta página