Tres son los elementos que podemos destacar en "Tres anuncios en las afueras", el primero es Frances McDormand, el segundo es Woody Harrelson y el tercero es Sam Rockwell, un trio capaz por si solo de levantar una película con aroma a telefilme pero compacta, profunda y absorbente de las que te atrapa desde el arranque y te sorprende a cada instante.
Lo que empieza como una historia de los hermanos Coen, con mucho humor negro, va transformándose casi en un western crepuscular, en una historia de violencia, perdón y esperanza, llena de giros inesperados, estimulantes cambios de tono, diálogos ágiles y unos personajes con más complejidad psicológica y matices dramáticos que todos los hipertróficos megaestrenos de este año.
Martin McDonagh destaca lo violento y lo grotesco para captar la atención del espectador golpeando sus sentimientos más primitivos, algo que traslada a esta película como nunca antes: en primer lugar por la forma en la que muere la joven que desencadena toda la narración, pero también por la manera en la que se despide de su madre y esa cualidad deformada de mostrar a los personajes como retorcidos iconos del odio. Cada escenario, que podría ser perfectamente un set teatral: el hogar, la comisaría, la agencia de publicidad, el bar y hasta ese terreno en el que se ubican los carteles... se convierten en lugares que no son ajenos al odio y la miserable demencia del ser humano.
"Tres anuncios en las afueras" es una película iracunda que apela directamente a los sentimientos y se aligera con un humor negro que, llegado un momento, no deja diferenciar la sangre de las lágrimas. Ésto es, al mismo tiempo, su mejor virtud y su mayor defecto. Porque "Tres anuncios en las afueras" es principalmente una película sobre el dolor, un dolor que asoma por cada poro de la película. Aunque se vea interrumpido por un humor negro, el dolor siempre permanece en los rostros de nuestros tres protagonistas (Woody Harrelson esta excelente como el cansado y enfermo jefe de policía, Sam Rockwell excelso dando vida al colérico y repulsivo agente Dixon).
Pero por encima de ellos está la brillante (una vez más) Frances McDormand, capaz de desplegar tal batería de emociones que no nos queda más remedio que levantarnos de nuestro cómodo sillón, quitarnos el sombrero y hacerle una solemne reverencia. En cada gesto y en cada mirada McDormand se envuelve de dolor, está en la manera en la que aprieta la quijada, endurece su boca y vuelve impávida su cara, como si estuviera fortificando sus defensas. El dolor también la hace horripilante, quizá irremediablemente horripilante, pero eso es justamente lo que la vuelve tan conmovedoramente humana.
No hay un solo personaje principal o secundario que no sea sorprendente en "Tres anuncios en las afueras": todos y cada uno de ellos tienen sus momentos. Desde nuestra protagonista, una mujer de mediana edad que no tiene pelos en la lengua ni duda en cerrarle el pico al sacerdote local, hasta la madre de uno de los policías locales, coach de un hijo tan poco avispado como tendente a la incontinencia en su violenta forma de arreglar las cosas.
Estamos pues ante un puro thriller con efectos psicológicos y temas turbios que se muestran con crudeza pero se tornan veraces (la muerte y violación de una adolescente, el racismo y maltrato con abuso de poder por parte de autoridades policiales en Missouri, entre otras lindezas oscuras). Como decía, "Tres anuncios en las afueras" es una comedia negra que no esconde su mundo de thriller pero hay mucho más. Hay reminiscencias de cine negro y muchas semejanzas de algunas cintas de los hermanos Coen, pero especialmente hay mucha sutileza y cuidado en que todo cuadre y que se pueda pasar de casi el llanto a la sonrisa en pocos minutos. Algo casi imposible de alcanzar en nuestros días en una gran pantalla.
Concluyendo, "Tres anuncios en las afueras" es una película muy humana, que no da ningún tipo de tregua. Cuando te encuentres riendo a carcajadas recibirás un golpe directo en la boca del estómago para recordarte que, lejos de estar viendo una comedia, lo que nos presentan es la peor de las tragedias.
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